DRAMA

Alma salvaje Quién sabe adónde

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Jean-Marc Vallée

El director canadiense Jean-Marc Vallée concibe el trabajo actoral como la captura de emociones simples e inequívocas. Tal vez por eso sus actores suelen ser reconocidos en los Oscar. Los dos protagonistas de Dallas Buyers Club lograron la estatuilla el año pasado, y ahora Reese Witherspoon aspira a ella por un papel diseñado por ella misma -escogió a Vallée- con ese fin: a lo largo del metraje la vemos desnudándose, drogándose, afrontando tragedias, conquistando la naturaleza y redimiéndose. Si existe una receta para obtener una nominación al Oscar, este papel tiene todos los ingredientes.

Esta mentalidad especuladora es solo uno de los motivos por los que Alma salvaje no tiene nada de salvaje. El otro es que es una película totalmente insípida. Mientras recrea el periplo de Cheryl Strayed, que recorrió 1600 kilómetros a pie por el desierto para curar las heridas causadas por la muerte de su madre y mucha mala vida, Vallée demuestra no tener un ápice de estilo para mover la cámara o para componer planos y combinarlos. Peor aún, es un narrador torpe. La versión fílmica de Strayed ni parece tener motivos suficientes para descarriarse como lo hace ni en realidad se descarría tanto como para que tamaña penitencia tenga sentido y por tanto nos importe. Y, en manos de Vallée, el acto de catarsis no llega a adquirir verdadero significado. El viaje termina no porque alcance una resolución dramática real, sino porque su protagonista de-

ja de andar. N. S.