PREMIO GAC 2015

Susana Solano: «En Madrid me han tratado mejor que en Barcelona»

La escultora Susana Solano, ayer en Barcelona.

La escultora Susana Solano, ayer en Barcelona.

NATÀLIA FARRÉ / BARCELONA

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Figura destacada de la renovación escultórica de la segunda mitad del siglo XX y con una proyección sólida en el extranjero, Susana Solano (Barcelona, 1946) no se prodiga mucho por casa. La última vez que mostró sus contundentes y a la vez poéticos trabajos en una institución pública de la ciudad fue en 1999, en el Macba, y desde entonces solo ha expuesto un par de veces en galerías de Barcelona, la última data del año pasado, en la Fundació Suñol. Este olvido hacia su trabajo le «duele», pero también le da la libertad de crear «sin deudas y sin ataduras», afirma. En 1988 recibió el Premio Nacional de Artes Plásticas y ahora los galeristas catalanes la homenajean con su galardón que recibirá el próximo 27 de enero.

-¿Le sorprende la concesión del premio? 

-La verdad es que me sorprendió que me tuvieran presente. Creo que la exposición en la Fundació Suñol fue significativa, ayudó a que el jurado se decidiera. Es un reconocimiento y estoy contenta, aunque me planteé si lo aceptaba o no.

-¿Por qué? 

-Por este silencio de tantos años hacia mi trabajo. Es la primera vez que en Catalunya se me menciona así, a un nivel un poco más institucional. Aunque no creo que cambien las cosas. Es un reconocimiento y punto, mañana todos seguiremos siendo los mismos.

-¿Siente que la política cultural del país ha olvidado a su generación?

-Los museos e instituciones son su dirección y sus gestores. Y no son representativos de lo que se está creando en Catalunya, aunque tampoco a nivel internacional. Hay un montón de artistas que o no tienen obra o están mal representados. No hay una conexión entre los creadores y los centros de representación. El Arts

Santa Mònica ha sido más flexible pero el Macba es hermético. Los fondos que tienen de artistas de Catalunya son mínimos. Por ejemplo, custodian tres obras mías, la más reciente de 1988, o sea, que de 1988 al 2015 yo no existo para el Macba. Hablo de mí, pero no soy solo yo, es todo el colectivo, casi ningún artista está representado allí.

-¿Si no es en el Macba, dónde hay que ir para conocer su obra?

-A veces algún coleccionista extranjero me ha preguntado: '¿dónde puedo ver obra tuya?'. Pues en Barcelona no. Hay una escultura en Vall

d'Hebró de 1986, pero expuesto de forma permanentemente no hay nada más. Aplaudimos lo de fuera y lo de dentro lo miramos poco.

-¿Nunca se ha sentido en el foco de interés de las instituciones? 

-Nunca. Pero casi lo prefiero, ser el foco de interés representa tener ataduras, y yo siempre he querido estar al margen del poder, deudas y amiguismos. La política y la cultura están siempre en choque.

-¿Significa esto que se siente libre?

-Libre, pero marginada. Es el precio que hay que pagar. En este sentido, pago la marginación con gusto.

-¿Este desinterés por su obra se repite a nivel español?

-Si miras mi currículo verás que en Madrid me han tratado mucho mejor que en Barcelona. Me han publicado libros y he hecho exposiciones.

-Hablemos de su trabajo, ¿cuál es el proceso que le lleva a crear una escultura?

-Los detonantes son muy variados. Tengo que ver algo que me moleste, que me duela, que tenga algo de denuncia… pero transformarlo luego en algo concreto no es fácil. La abstracción es complicada, aunque la escultura puede provocar hermetismo, agresividad y placidez. Todo habla. Del detonante va al intelecto. Y ahí lo mantengo un tiempo. Aunque cada creador tiene sus maneras.

-Afirma que sus piezas son archivos de vida. 

-Archivos de la propia experiencia, son una manera de relacionarte con el mundo. En cierta manera son autobiográficos, pero de una forma encubierta, porque nunca lo explico todo, prefiero dejarlo abierto a la interpretación. No por pudor sino por mi propia concepción estética de lo que es el arte. Me gusta más la abstracción que la narración, que la pieza deje un margen a que el espectador la cierre.

-¿Cree que el espectador entiende sus obras?

-Entender es pedir mucho. Creo que hay un sector de gente que aprecia no solo mi trabajo sino el arte en general. También se necesita estar dispuesto a participar. Tàpies lo explicaba muy bien, decía que el arte es como ir a ver un número de magia, o estás pendiente del truco o te dejas llevar y gozas o sufres con el espectáculo.

-¿Cuál es la finalidad del arte?

-He trabajado en arte por necesidad, por pulsión, porque era mi forma de estar en el mundo y mi lenguaje. Si supiera hablar mejor, estaría escribiendo libros. Es una manera de comunicarse, primero con uno mismo y luego con los demás.