González Iñárritu «He visto que puedo reírme rodando, y es fantástico»

Entrevista con el director de 'Birdman', que llega este viernes a nuestros cines

El director mexicano Alejandro González Iñárritu, fotografiado en Los Ángeles el pasado 16 de diciembre.

El director mexicano Alejandro González Iñárritu, fotografiado en Los Ángeles el pasado 16 de diciembre. / periodico

NANDO SALVÀ / VENECIA

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Las primeras cuatro películas de Alejandro González Iñárritu (México, 1963) eran todas ellas melodramas diseñados para darnos lecciones sobre el significado de la vida. Por eso Birdman o (la inesperada virtud de la ignorancia), la historia de un actor (Michael Keaton) que interpretó a un superhéroe hace dos décadas y que ahora trata de reivindicar su dignidad sobre los escenarios de Broadway, es como un soplo de aire fresco en la carrera del director mexicano. El filme es uno de los grandes favoritos para los Globos de Oro, que se entregan este domingo, y, por supuesto, para los Oscar.

-Birdman  ¿Necesitaba un poco de diversión?

-Exacto. He descubierto que puedo reírme rodando, y es fantástico. Mi visión de la vida siempre ha sido bastante pesada y esta vez he querido aligerarla, llevarme algo de dulce a la boca de después de tanto chile picante. He aprendido que no podemos cambiar la realidad, pero al menos sí quitar tragedia a nuestra forma de afrontarla. Es la única manera saludable de vivir.

-La película trata de un artista que lucha contra su ego. ¿Hay algo de usted en él?

-Definitivamente. Birdman es una exploración de mi propio ego. Rodarla ha sido como hacer terapia.

-¿Por qué necesitaba terapia?

-Tengo tendencia a ser un narcisista torturado. Suelo tener expectativas muy altas sobre mí mismo, y casi siempre exceden mis verdaderas capacidades. Ahora me doy cuenta de que es muy saludable estar en contacto con tu ego. Para los artistas el ego es engañoso: nos dice que necesitamos la admiración de los demás, pero en realidad sólo necesitamos su afecto. Y cuando vives de exponerte al público estás en peligro: el ego apoderarse de ti y destruirte.

-¿Cree que la sociedad actual es egocéntrica? 

-Sí, quien más quien menos tiene miedo a ser mediocres. Todos quieren ser únicos. Los padres dicen a sus hijos que son especiales. Y la idea de no serlo da miedo.

-¿Puede ese miedo resultar inspirador?

-Por supuesto. Mi proceso creativo está siempre lleno de dudas. Tengo una voz interior que es como un inquisidor: me hace sentir que todas mis ideas son una mierda. Eso me hace estar más abierto y más alerta, y me ayuda a aprovechar mis limitaciones.

-Birdman también funciona como afilada crítica contra el tipo de cine que se hace actualmente en Hollywood.

-El cine actual se alimenta de un veneno que es el dinero. Si los estudios invierten 100 millones de dólares y a cambio obtienen 800 millones, es muy difícil convencerlos de que inviertan 20 para obtener 80. Eso significa que las posibilidades de que películas como Birdman se hagan son muy bajas. Aun así, las más bellas flores pueden crecer en los lugares más sucios. Es decir, sigue habiendo lugar para las buenas películas. El problema es que no van a llegar al público masivo porque el público sigue una dieta estricta de las películas de superhéroes, y ha perdido el gusto por sabores diferentes.

-Algunas películas de superhéroes no están mal

-Pero se basan solo en efectos especiales. Son la misma historia contada una y otra vez, cada vez con más explosiones y ruido, y no dicen nada sobre lo que ser humano significa. Y el mayor problema es que a veces estas películas pretenden ser profundas. Y, sinceramente, los superhéroes son muy fascistas. Matan a quienes no creen en lo que ellos creen.

-¿Alguna vez le han ofrecido dirigir una de esas películas?

-Sí, pero nunca podría hacer una película sólo por el dinero. Me sentiría muy mal. Y no creo que ganar montones de dinero me hiciera ningún bien. Dejas de vivir en el mundo real, y por tanto dejas de entenderlo. Además, yo siempre he querido hacer películas que solo pueden existir si yo las dirijo. Nadie podría hacerlas como yo. Son como mis hijos.

-¿Por qué editó Birdman para que pareciera haber sido rodada en un único y larguísimo plano?

-Era la mejor manera de contar la historia de alguien que está atrapado en el laberinto de su propio yo, y en lucha contra sus propias limitaciones. Por otra parte, todos nos despertamos cada día y vivimos nuestra vida como si fuera un plano secuencia. ¿Por qué no rodar de esa manera?

-¿Qué desafíos le planteó?

-Fue como escribir de repente sin puntos ni comas. Toda la estructura de la película y la puesta en escena y el diálogo se basaron en el movimiento de la cámara. Por eso, cada movimiento de los actores y cada gesto se ensayaron y coreografiaron meticulosamente. Tuvimos que ser tan precisos como un reloj.

-La estrategia funciona a la perfección pero podría haber sido desastrosa. ¿Fue consciente del riesgo?

-Absolutamente. Mi equipo y yo sabíamos que era como un salto moral sin red. Y ese fue de hecho mi principal motivo. Porque me había vuelto perezoso. Cuando ruedas de manera convencional, sabes que podrás en la sala de montaje cambiar muchas cosas, y ocultar tus errores. Pero, al hacer Birdman, sabía que ningún error cometido en el rodaje podría ser tapado durante el montaje.

-De algún modo Birdman pone en cuestión sus películas previas 21 gramos y Babel, que se basaban en la fragmentación del tiempo. ¿En qué ha cambiado como cineasta?

-Quizá he llegado a la conclusión de que nuestra vida es esencialmente un largo plano secuencia. Seguimos adelante y no podemos escapar. La única manera de hacerlo es convertir nuestras vidas en ficciones. Supongo que por eso necesitamos películas.