EL LIBRO DE LA SEMANA

La persistencia del pasado

Juan Marsé está en magnífica forma y la novela breve 'Noticias felices en aviones de papel' lo prueba

Los aviones de papel son uno de los motivos centrales del libro.

Los aviones de papel son uno de los motivos centrales del libro.

DOMINGO RÓDENAS

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Aunque el título parece una metáfora de la fragilidad y rareza de las buenas noticias, lo cierto es que describe uno de los motivos centrales de este cuento sentimental de Juan Marsé. En esta fábula triste, una anciana polaca, la señora Pauli, que había sido bailarina en el Paralelo después de escapar del gueto judío de Varsovia, ahora, aquejada de demencia senil, se dedica a lanzar desde su balcón aviones de papel de periódico con buenas noticias (y frutas y hasta paraguas). Como cree que «los sueños pueden volar muchas veces», le pide a su vecino Bruno, un quinceañero asqueado de las fantasías vanas de los adultos, que recoja los aviones para darles nuevas oportunidades de volar mejor. Es él, Bruno, quien cuenta la historia, uno de esos adolescentes rebeldes, avispados y sensibles tan habituales en la narrativa de Marsé. Bruno carga con su propia losa, la de un insolvente padre exhippie, perfecto iluso irresponsable, que lo abandonó a él y a su madre y que, en el presente del relato, a comienzos de los años 80, ha acabado en la indigencia. Su apellido, Raciocinio, es un bromazo y también un juicio sarcástico sobre la generación de finales de los 70. A estos personajes se suman la esforzada madre de Bruno, Ruth, y dos chavales canijos, rapados y enfermizos, hijos de la miseria, que parecen escapados de otras novelas de Marsé, los hermanos Rabinad, quienes conciertan con el narrador el negocio de recoger los aviones que la señora Pauli va lanzando a la calle.

Con esos mimbres se arma una historia sobre la persistencia del pasado infamante, sobre la calidad aérea y evanescente de los sueños y sobre la indiferencia implacable de la realidad material ante los destinos humanos. Bruno, escaldado por las fantasías pueriles del señor Raciocinio —como llama a su padre—, soporta las chaladuras y delirios de la señora Pauli por caridad (o porque se lo pide su madre) y porque obtiene de ellos un beneficio como proveedor de periódicos. Es un joven pragmático que no tiene escrúpulos a la hora de engañar a los hermanos Rabinad pero que irá entrando sin querer en el escenario de fantasmas en el que vive la vieja bailarina. Así, lo que empieza y se desarrolla como un cuento costumbrista va transformándose imperceptiblemente en una ghost story que dejará a Bruno sumido en el estupor y al lector cuando menos sorprendido con un giro final certero y que universaliza la interpretación de la historia.

Aunque 'Noticias felices en aviones de papel' es una pieza menor en el conjunto de la obra de Marsé, sus extraordinarias cualidades como narrador comparecen en todo su esplendor: la diabólica naturalidad con que construye sus frases perfectas, la progresión calculada de la intensidad en la trama, el trazo escueto y vivísimo con el que insufla verdad en caracteres y atmósferas, y el cuidado con que ordena los componentes del relato, como por ejemplo la foto de seis niños anónimos que la señora Pauli ha recortado de algún sitio y que disgusta a su sobrina, una foto que salta fuera de la fábula y, saturada de significación, puede ser contemplada por el lector al final del libro. Marsé está en magnífica forma literaria y esta miniatura narrativa, conmovedora y redonda, lo prueba.

NOTICIAS FELICES EN AVIONES DE PAPEL

Juan Marsé

Lumen. 96 págs. 22.90 €