CRÓNICA

Eléctrico Shakespeare

El montaje de Bruce-Lockhart de 'Com us plagui' triunfa en el Akadèmia

Mingo Ràfols, en primer término, en 'Com us plagui'.

Mingo Ràfols, en primer término, en 'Com us plagui'.

CÉSAR LÓPEZ ROSELL
BARCELONA

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Fresco, ágil y energético montaje. Los actores del Teatre Akadèmia parecen haber sido trasplantados directamente de una compañía británica no solo por su forma de actuar sino también por la buena dicción de los textos. Com us plagui de Shakespeare ha llegado a la sala de la calle Buenos Aires con una espléndida traducción al catalán de Miquel Desclot. El vibrante espectáculo está llamado a ser uno de los éxitos de la cartelera teatral de estas fiestas.

Detrás de esta buena factura está la mano de Dugald Bruce-Lockhart, actor y director de la célebre Propeller. El creador, que ya triunfó la temporada pasada con Romeu i Julieta apoyándose en un cast formado mayoritariamente por los jóvenes intérpretes que pasan por sus cursos en Barcelona, ha repetido, mejorándola, la fórmula. Si el año pasado catapultó a Sílvia Forns y Guillem Motos para los roles de protagonistas, en esta ocasión lanza a una descollante Núria Deulofeu como Rosalina. La luminosa Forns, que repite junto a actores de su generación y otros más reconocidos como Mingo Ràfols, Jacob Torres, Emilià Carillà, integran el equilibrado reparto de este gran trabajo coral.

Bruce-Lockhart consigue que esta comedia romántica, con elementos de thriller, se desarrolle con el ritmo característico de la compañía inglesa. Entre los recursos que utiliza están unas bien coreografiadas acciones, con vistosas escenas de lucha y excelentes gags, y las aportaciones musicales de Carol Rovira (Constança), como compositora e intérprete junto a la actriz y violinista Irene Jodar (Febe).

MUSICALIDAD DEL TEXTO / Pero además logra que el verso shakesperiano respire. La musicalidad del texto llega al espectador sin perder su esencia y como si fuera escrito para hoy. La recreación de la vida de los personajes de la corte en su exilio en el bosque de Arden figura entre los mejores momentos de esta producción. Allí se desarrollan las principales escenas de los diferentes enredos amorosos que encuentran un armónico marco en el poder restaurador de la naturaleza.

El director inglés deja que sus actores experimenten con el texto y consigue de esta forma que el espectáculo sea cada día un poco diferente al anterior. Este clímax se contagia a una grada que sintoniza con la espontaneidad de tan eléctrica puesta en escena.