"Todos quieren tocarme la barriga"

–Radio, prensa, televisión. Está usted en todas partes, como Dios. 

–Me levanto cada día a las cinco de la mañana e intento acabar mi trabajo a las dos de la tarde, lo que suele ocurrir casi siempre.

–¿Y aún le queda tiempo para otras cosas?

–Tengo tiempo para dormir, hacer el amor, ir al cine, tocar el piano...

–Es usted un sibarita.

--No, lo que ocurre es que estoy gordo y la gente me atribuye virtudes que no tengo.

–Pero ese puro en ristre, esa estudiada imagen de 'bon vivant'.

–Mire. En esta casa tengo un taco de billar. Si yo le abro la puerta con el taco en ristre, ¿usted qué piensa?

–Este tipo está todo día dándole a las bolas.

–Exacto. Pues no necesito mesa de billar para eso, con un taco tengo suficiente. El puro parecería indicar una tendencia al ocio, cosa que no es verdad. Pero no me quejo, la vida me ha tratado bien.

–El hombre feliz no tenía camisa, pero sí una curva delatora.

–El tópico dice que los gordos son felices, también los hay tiránicos. Pero, en fin, no sabe usted el imán que tiene una barriga como la mía, todo el mundo quiere tocarla.

–La felicidad no se lleva bien con la literatura.

–Eso dicen. Jordi Llovet apuntaba que si ya no hay buena literatura es porque esta surge de los grandes cataclismos. Ahora nuestras desgracias son más íntimas, pero también más vulgares: el desamor, el adulterio, la muerte de un ser querido... ya sabe. Pero todavía merece la pena explicar esas cosas porque te cuentas a ti mismo.

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–¿Por qué escribir novelas?

–Mire, si la literatura se acabara hoy, no ocurriría nada. Pero yo me he pasado la vida escribiendo, me interesa todo lo que tiene que ver con el mundo e intento plasmarlo.