Todo parecía mentira

'El impostor' es una obra memorable, un retrato despiadado de Enric Marco pero también del propio Cercas

Enric Marco.

Enric Marco.

DOMINGO RÓDENAS

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Abundan en la ficción los impostores que se inventan una identidad postiza y la alimentan durante años o décadas hasta que el perímetro de la mentira es de tal calibre que acaba explotando. También abundan en la realidad los mentirosos compulsivos y embaucadores mendaces, unos inofensivos y hasta bienintencionados y otros dañinos cuando no letales, como el falso médico Jean-Claude Roman que, en 1993, asesinó a sus padres, esposa e hijos cuando la impostura se hizo insostenible. Emmanuel Carrère escribió sobre su caso un libro estremecedor, 'El adversario', que cita Javier Cercas y con el que 'El impostor' guarda algunas semejanzas, más que con 'A sangre fría', de Truman Capote, el otro título que sale a relucir como paradigma de la «novela sin ficción» (la 'non fiction novel' de los americanos). Así llama Cercas al relato real que, sin derivar en reportaje ni en una crónica, renuncia a los lujos de la imaginación y ciñe sus datos a la realidad verificable. Esta es, pues, una novela sin ficción sobre un impostor: Enric Marco, el anciano presidente de la Amical de Mauthausen que en 2005 fue desenmascarado por el historiador Benito Bermejo. Afirmar esto, sin embargo, es, con este libro, no decir casi nada.

Porque 'El impostor' es también una concienzuda investigación en la que Cercas saca a la luz la asombrosa maraña de mentiras con que fue urdiendo Marco su vida pública e incluso privada, lucrándose de la credulidad de la mayoría y de la extrema discreción de quienes recelaron de aquel supuesto deportado nazi -demasiado enérgico, demasiado locuaz- al campo de Flossenbürg. Es, asimismo, un magistral ejercicio de regulación y control narrativos, en el que lo que se dice, se anticipa y se recapitula está medido y sujeto al proceso de desvelamiento. Es un retrato impecable de un narcisista delirante que, siendo un hombre del montón, quiso destacar del resto y alzarse a la talla de héroe con la sola ayuda de su facundia, su histrionismo y su habilidad para mezclar mentiras y verdades (una emulsión que siempre da una mentira).

Pero, siendo ésas virtudes de peso, lo que convierte 'El impostor' en una obra memorable es que, además, compromete un autorretrato despiadado de su autor y una reflexión sobre la propia obra. Y es que Marco opera como un espejo del propio Cercas, que se ve como una especie de impostor también por haber utilizado la memoria colectiva para armar con ella una carrera de escritor de éxito. Ni que decir tiene que los escrúpulos del Cercas narrador no resisten la comparación con la superchería de Marco y, no obstante, le dan ocasión para un careo vibrante entre ambos: la escena, soñada (la única ficcional del libro), es un homenaje al diálogo que Miguel de Unamuno sostuvo con su personaje Augusto Pérez en Niebla (1914), donde este alertó a su creador de que también él podía ser solo una criatura ilusoria.

Verdad y mentira

 Aunque aquí la relación entre autor y personaje tiene un subtexto más antiguo: el Quijote, puesto que, como el hidalgo manchego, Marco quiso ser lo que no era  y actuó como si anhelara que en el futuro un escritor diera cuenta de sus fingidas hazañas contra el fascismo. Cervantes fue una necesidad de don Quijote y, al final, salvó a Alonso Quijano de sus delirios caballerescos. Cercas se plantea si él también debe salvar a Marco desde la literatura, pero si se produce o no la absolución deberá decidirlo el lector. Una novela factual que remueve la ética de la ficción y cava hondo en la línea que define lo verdadero.

3EL IMPOSTORSFlbJavier Cercas

Random House.  420 págs. 22,90 €