Paolo Conte: "La melancolía es un mal típico de mi generación"

El autor italiano, que lanza el disco 'Snob', actuará en el Auditori el 11 de noviembre

NÚRIA MARTORELL / ASTI

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Un Paolo Conte acaba de lanzar un nuevo álbum, 'Snob'. Y la presentación mundial quiso hacerla en las bodegas Braida de su Asti natal, en el Piamonte. El cantautor y 'avvocato' italiano, que en enero cumplirá 78 años, vuelve en esta última cosecha discográfica tan hondo y ligero como siempre. Con más historias contadas a jirones, con más y variopintos personajes habitando en sus canciones: desde una chica-gacela hasta una prostituta de extrarradio, una autoestopista de idioma incomprensible e incluso un Kunta Kinte al que menciona con cadencia en la primera de las piezas, 'Africa weds'. Paolo Conte actuará en el Auditori el 11 de noviembre, invitado por el Voll-Damm Festival de Jazz de Barcelona.

-¿Es importante sentirse embriagado, seguir soñando?

-¡Claro! Mis canciones son eso, sueños, fantasías. Nunca he querido hacer textos precisos, cerrados. Me gusta que cada uno haga el viaje que quiera a través de mi canción. No pretendo que vea exactamente lo mismo que yo. En una canción yo puedo ver rojo y otro, azul.

-¿Se puede vivir sin sueños?

-No, imposible.

-Han pasado 40 años desde que se inició en la música. ¿Cómo ha evolucionado el panorama?

-A peor. Ya no se respira el aire artístico de antes. Han caído elementos importantes de la música como la armonía, lo que desemboca en que la melodía se empobrezca. No siento fascinación por lo que se hace hoy. Soy un viejo que vive anclado en ciertos principios estéticos del pasado que no puedo olvidar. Las palabras moderno y actual son términos muy distintos. Yo pertenezco a lo moderno, y considero que lo actual no es tan fuerte ni revolucionario como lo era precisamente lo moderno.

-¿Hay atisbo de optimismo?

-No. Al menos de momento. Ojalá llegue alguien con la fuerza necesaria para hacer limpieza. He conocido a cantautores históricos y eran personas cultísimas. Y esa cultura  no está. Antes, hacer música era algo serio. Yo siempre he sido un caso aislado. No tenía el carácter de esos cantautores, gente vinculada al mundo universitario, con ganas de hacer movilizaciones políticas y sociales. Y sin embargo, me acogieron, por ser alternativo. Siempre he sido un náufrago.

-La nostalgia, la melancolía, sigue muy presente en sus letras, y a ella alude directamente en la canción 'Maracas'. ¿Por qué?

-La melancolía es un mal típico de mi generación. Nunca hemos estado tristes, pero siempre melancólicos. Creo que es nuestro antídoto contra la tristeza. En muchas de mis canciones cuento cosas de mi juventud, y el pasado es siempre nostálgico.

-¿Y qué me dice de la ironía que destilan siempre sus letras?

-Cuando hablan de mi trabajo muchos dicen que hay ironía, pero para mí la ironía es demasiado amarga. Prefiero definir lo que hago como humorismo. Procuro reírme de mí mismo.

-En el tema que bautiza el disco cuenta la historia de un esnob que llega a una ciudad de provincias y con su aire sofisticado desbarata la vida de una pareja. ¿Qué hay de esnobismo en usted?

-Puestos a elegir me siento más un  dandy. Siempre he pensado que existen tres tipos de personas que se salen del montón y de algún modo se parecen: el intelectual, el esnob y el dandy. Y de esas tres me quedo con el dandy, que es el más puro y profundo. El esnob es superficial.

-Este es el primer disco que graba sin su productor de cabecera, Renzo Fantini. ¿Qué tal ha llevado la ausencia, la muerte del amigo?

-Le echo mucho de menos. Era un queridísimo amigo y un óptimo productor, con gran sensibilidad. Tenía el don de ver las cosas con perspectiva. A veces el autor está demasiado involucrado. Él siempre tomaba la distancia justa. Pero como él se fiaba mucho de mí, he decidido ahora yo también fiarme de mí.

-Una curiosidad. ¿Por qué menciona tantas veces a Kunta Kinte en la pieza que abre el disco? Habrá quien por edad no habrá visto la serie, y quien quizá no sepa que se trata del protagonista de la novela 'Raíces', de Alex Haley.

-Nosotros, los viejos, estamos obligados a despertar la curiosidad de los jóvenes. La canción va sobre una pareja que vive en África, en un pueblo con tradiciones antiguas. Pero ellos son jóvenes, tienen móviles, y después de dos o tres llamadas resulta que se enamoran. Los dos son unos apasionados del tenis. Durante toda la canción, hay una pelota que salta de un lado a otro. Y la familia de los novios va a la boda con camisetas del torneo de Wimbledon.

-Se nota que haciendo este disco se ha divertido mucho...

-Es cierto. Así ha sido. Y me alegro que se note.

-En plena efervescencia de las redes sociales y con tantas nuevas tecnologías, ¿sigue componiendo con papel y lápiz?

-Sí, sí. Siempre compongo con papel, lápiz ¡y muchísima goma de borrar! [risas].

-Su canción 'Via con me' es la sintonía del anuncio de colonia Valentina. Hay artistas que consideran que ceder su música a la publicidad es casi prostituirse. ¿Qué les contestaría?

-Que no estoy de acuerdo. Además, yo nunca he hecho publicidad en primera persona. Nunca he puesto mi cara para vender nada. Simplemente, han utilizado mi canción.

-Más allá del efecto mediático, usted siempre ha sido considerado un artista de culto. ¿Le molesta?

-Al contrario, me gusta. Significa que he conseguido lo que quería, que no era precisamente ser famoso. Nunca he deseado el éxito masivo. Me gusta tener un público de calidad, que es exactamente lo contrario a un gran número de público.

-El café siempre ha aromatizado su cancionero. Lo ha mencionado en piezas como 'Sono qui te sempre più solo', 'La riconstruzione del Mocambo' y 'Gli impermeabili'. Y en este disco está hasta en el título de un tema: 'Donna dal profumo di caffè'. Como buen italiano, ¿tan cafetero es?

-Café es una palabra que viene bien para las rimas. Y curiosamente, el café que más me gusta es el brasileño, porque es más perfumado. El italiano es demasiado fuerte; concentrado.

[Como un resorte, saca un cigarrillo de su caja de Malboro y se pone a fumar].

-¿Fuma mucho?

-No, ahora me cuido. Unos 7 u 8 cigarrillos al día. Antes, mucho más.

-¿Y se siente a gusto viviendo en el campo?

-Sí. Ahí sigo viviendo con mi mujer y mis dos perros.

-En muchas ocasiones habla de su búsqueda de lo auténtico. ¿Lo ha encontrado?

-Llevo toda la vida así. Existe, pero creo que cambia de código para no ser reconocido. O quizás simplemente no sabemos reconocerlo.

-Una de sus nuevas piezas se titula 'L'uomo specchio'. ¿Cómo es el Paolo Conte que le refleja el espejo?

-Buf [se encoge de hombros].

-¡Un hombre atractivo!

[Una sonrisa por respuesta. Y un beso lanzado al aire].