Paco Ibáñez

La edad de oro del trovador

La voz de 'A galopar' cumple 80 años coincidiendo con el 50º aniversario de su primer disco. Esta semana comienza a caminar su nuevo proyecto, 'Vivencias', un ambicioso programa de recitales e iniciativas culturales.

Ibáñez, en su taller de fabricación de castañuelas, una afición de largo recorrido.

Ibáñez, en su taller de fabricación de castañuelas, una afición de largo recorrido.

POR JORDI BIANCIOTTO / FOTOS: JULIO CARBÓ

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De su Valencia natal a Barcelona, donde llegó con meses de vida, envuelto en pañales, y de ahí a París, San Sebastián, Perpinyà y de nuevo, en 1952, a la capital francesa, para regresar a Barcelona, y quedarse en ella, hace ya dos décadas. A Catalunya ha ido a parar, y a asentarse, finalmente, tras ese periplo vital, Paco Ibáñez, que el 20 de noviembre cumplirá 80 años en un momento de intensa actividad, cuando su voz y su guitarra apelan con vigor a un sentido crítico que no pasa de moda sino, seguramente, todo lo contrario. 

Músico y humanista de amplio espectro, figura cuyo compromiso con causas colectivas rompe, desde hace cinco décadas, todos los medidores ordinarios, Paco Ibáñez es el trovador y símbolo de militancia; el divulgador de la literatura que canta en ocho lenguas (castellano, catalán, euskera, gallego, francés, occitano, italiano y hebreo) y el trabajador a quien los recitales y los proyectos mantienen joven, como si la edad no fuera con él. En vísperas de su cumpleaños pone en marcha Vivencias, un proyecto que incluye giras, reediciones discográficas y actos académicos. La ocasión nos invita a repasar las facetas de esta figura cultural y cívica alérgica a los premios, que, por ejemplo, en 1983 rechazó la Medalla de las Artes y las Letras ofrecida por el ministro francés Jack Lang.

LA MÚSICA

El cantautor que siguió el rastro de los grandes

Paco Ibáñez es una voz pegada a una guitarra desde que, siendo un adolescente, se interesó por el instrumento después de ver grupos de gitanos tocando en la plaza Cassanyes, de Perpinyà, donde vivió cuatro años después de que su familia cruzara la frontera clandestinamente. Tocaban piezas aflamencadas, quizá variantes tempranas de la rumba, y le despertaron la curiosidad. Unos años después, ya en París, el valenciano Francisco Gil le dio clases, y allí conoció a dos de sus referentes musicales supremos, sus «faros», dice él: Georges Brassens y Atahualpa Yupanqui. Y a Léo Ferré. Con todos ellos acabó teniendo un gratificante trato personal. «Los grandes, cuando les conoces, nunca te decepcionan. Si son grandes es porque son enteros, reales, que lo suyo no es un jueguecito especulativo», señala, haciendo suya aquella idea según la cual un gran artista solo lo es si, además, es una gran persona.

Con Yupanqui acabó coincidiendo, décadas después, en San Sebastián, donde le homenajeó un grupo de bertsolaris, cerca del caserío en el que había vivido hasta los 14 años («en una inmersión de euskera y de montes, y robles, y vacas, y bueyes»), y a Brassens acabó dedicándole un disco en 1979, el que incluye La mala reputación, canción que hacía años que rodaba en directo y que siempre era recibida con exaltadas ovaciones. Como en su primer recital en Madrid, Teatro de la Comedia, en diciembre de 1969, que próximamente se publicará por primera vez en disco. «Al cantar ‘Cuando la fiesta nacional / yo me quedo en la cama igual, / que la música militar / nunca me supo levantar’ sonó un griterío enorme. Volví a comenzar y, al llegar ahí, otra vez el estruendo. Empecé a ver grises inquietándose... e inquietándome. Pero sabía que tenía que seguir adelante, y a la tercera el público ya me dejó seguir», recuerda. Cantó calzando los zapatos de Paco Rabal. «Los míos estaban agujereados. Yo decía: ‘¿Qué más da, si nadie se dará cuenta?’, pero me los dejó, y con ellos canté bien, ¿eh?».

Dalí en la portadaAhora se cumple el 50º aniversario de su primer álbum, dedicado a textos de Góngora y Lorca, y con un dibujo de Dalí en la portada. «Una chica que tenía un disco de acetato, una maqueta, con canciones mías, se lo enseñó a Dalí en Cadaqués y este dijo: ‘Yo quiero trabajar con este muchacho’», evoca enfatizando el tono vocal y parodiando al pintor, a quien recuerda como «un poco histriónico», y que cree que se interesó por sus canciones «por pura amistad con Lorca». Este disco será reeditado dentro del programa de recuperación de su obra que se iniciará a finales de este año con los dos primeros lanzamientos, Paco Ibáñez en el Olympia (1970) y Fue ayer (2003), su colaboración con el artista plástico venezolano Jesús Rafael Soto. 

El primero, el disco grabado en directo en el Olympia, de París, tuvo siempre un aura especial. Álbum icónico en el contexto del antifranquismo, el ambiente encendido que captura resulta tan significativo como las propias canciones. «Ahí está ese repertorio en un momento, después de 1968, en que había un movimiento de liberación de la juventud recién iniciado, muy fresco, y se notaba una actitud anímica de protesta. El ambiente está ahí», apunta el cantautor, que se enorgullece de haber podido introducir en aquel contexto politizado, «en que la gente esperaba que yo solo cantara himnos y había que ir a hachazo limpio», la pieza Coplas por la muerte de su padre, de Jorge Manrique. «Una de las canciones más bellas que existen». 

EL COMPROMISO

Un símbolo cívico con recelo hacia las siglas

Ibáñez se convirtió en un fetiche de la resistencia antifranquista y se relacionó con toda clase de figuras de la clandestinidad política, algunas de las cuales estaban llamados a jugar papeles más que relevantes en la democracia. «En París pasaron por casa Felipe González, Alfonso Guerra... Estuvieron comiendo, mi madre les hizo un bourguignon. No sé si se lo merecían, pero en fin...», recuerda con sarcasmo. Pese a su reputación de cantautor comprometido, nunca se ha querido vincular a ninguna sigla, y ha mantenido un distanciamiento escéptico, reservado, con las diversas familias de la izquierda, empezando por el propio PSOE, al que ha criticado duramente, y siguiendo por el comunismo y el anarquismo, si bien a este último se siente más próximo. En buena parte porque sus padres militaron en juventudes de la FAI. «Los libertarios son más sueltos que los comunistas, que son algo casi militar, son como soldados. Siento una simpatía por ellos, aunque cuando canté para los anarquistas de la CGT en el Barcelona Teatre Musical les dije: ‘Vengo aquí porque mi padre y mi madre eran anarquistas, y tengo esa simpatía, ¡pero siempre y cuando no toméis el poder!’», recuerda riendo.

Manresa, 1968

Su primer recital en España fue en Manresa en febrero de 1968, junto a Pi de la Serra, Maria del Mar Bonet y dos espadas del emergente colectivo vasco Ez Dok Amairu, Xabier Lete y Mikel Laboa. En un ambiente muy cargado y expectante, con la censura lista para recortar canciones aquí y allá, en discos y recitales. «Se notaba mucho que la gente tenía ganas de quitarse de encima a aquel monstruo, aquella farsa criminal. La gente te aplaudía nada más comenzar una canción; era leña seca, prendía enseguida», evoca. Unos meses después, el recital de Madrid se emitió por la radio, toda una sorpresa. «Era una época en que intentaban limpiar la imagen del país porque querían entrar en el Mercado Común. Al día siguiente de la emisión salieron militares quejándose: ‘¿Para esto hicimos la guerra, la cruzada...?’, se preguntaban»

Y aquel guitarrista inspirado por los gitanos de Perpinyà se vio convertido en algo que nunca soñó, un icono de carácter cívico. «Lo mío era hacer canciones, como Brassens, y con eso ir caminando, pero luego ves que falta libertad, y vas tomando conciencia política y social. En aquellos años sentías un deber, o mejor dicho, una necesidad de participar. Ya tenía canciones como A galopar, Me queda la palabra, La poesía es un arma cargada de futuro... Canciones profundas», explica el cantautor, que ha acompañado con su canto las causas contras las dictaduras de Chile y Argentina, y contra el sah de Persia. También participó, en 1988, en un recital de homenaje a Yoyes, la exdirigente de ETA asesinada por sus antiguos compañeros.

En la actualidad lleva su aversión al Partido Popular a un punto poco corriente, el de renunciar a actuar en los teatros públicos de sus ayuntamientos. Y quien crea que no le han llegado propuestas de esas plazas se equivoca. Lo cual, en la práctica, supone que sus recitales en esa España azulada, más allá de Catalunya y el País Vasco, donde sí actúa con normalidad, son infrecuentes, y que canta mucho más en Francia que en Castilla o Aragón. Por otra parte, en el 2011 actuó en la plaza de Catalunya, ante una concurrencia indignada. Un año después, en una entrevista a este diario, se mostró favorable al derecho a decidir en Catalunya y se declaró «un soldat para lo que quieran los catalanes». En el 2013 participó en el Concert per la Llibertat, en el Camp Nou, cantando, en castellano, Como tú, un texto de León Felipe. «Como tú, piedra pequeña, como tú, piedra ligera...».

LA LITERATURA

La voz que dio un nuevo esplendor a los clásicos

Paco Ibáñez es, en primer término, la voz de los poetas, el trovador a través del cual más de una generación se ha familiarizado con textos nobles de diversas épocas y orígenes: barrocos y contemporáneos, en castellano o en otras lenguas, especialmente las romances. La voluntad divulgativa ha formado parte de su rumbo profesional. «Siempre he deseado que la juventud se diese un baño de poesía, y que las canciones les alimenten y les acompañen toda la vida. Ese sí es el gran premio para mí, y no los otros», asegura.

Tras la aproximación a Góngora y Lorca del primer disco, el segundo, de 1967, amplió el encuadre con textos de Miguel Hernández (Andaluces de Jaén), Gabriel Celaya (La poesía es un arma cargada de futuro), Quevedo (Don Dinero), Blas de Otero (Me queda la palabra)... Más tarde llegarían sus clásicos de Alberti (A galopar), Cernuda (Un español habla de su tierra), el Arcipreste de Hita (Lo que puede el dinero) y, claro, José Agustín Goytisolo (Palabras para Julia, Érase una vez, Me lo decía mi abuelito). Versos de combate y altos ideales, ilustrados y sentimentales, que apelan a las raíces y a la memoria popular. Tras explorar la literatura castellana vino Brassens, y más tarde la recuperación de su infancia en Oroitzen, su disco en euskera con Imanol, donde ambos adaptaban a Cesare Pavese y al poeta vasco Mikel Arregi. Y en el 2012, Paco Ibáñez canta a los poetas latinoamericanos, con acercamientos, nuevos o revisados, a Pablo Neruda, Nicolás Guillén, Rubén Darío, César Vallejo y Alfonsina Storni. A Neruda le conoció personalmente en París, en 1970. «Tú tienes que cantar mis poemas. Tu voz está hecha para cantar mis poesías», le transmitió. Años más tarde, Manuel Vázquez Montalbán declaraba que sus adaptaciones literarias no habían perdido «su sentido fundamental de poesía al servicio del conocimiento de la emancipación individual y social», y que seguían siendo «una crítica desnuda y directa contra los sucesivos enemigos de esa emancipación». 

LA ACTIVIDAD

Un año lleno de recitales, reediciones y actos

El cantautor alcanza los 80 sin bajar la guardia, ofreciendo una treintena de recitales al año y preparándose para un 2015 particularmente activo. El proyecto Vivencias comienza a andar el 15 de octubre con un acto académico en la Universitat Autònoma de Barcelona en el que se presentará Historia de la literatura cantada, un programa educativo en torno a sus canciones que se ensayó la temporada pasada en institutos de El Prat de Llobregat y que este año se extiende a las escuelas de primaria, secundaria y bachillerato de toda Catalunya, en colaboración con el Departament d’Ensenyament. 

Un proyecto que entusiasma al trovador, cuya la vocación pedagógica está siempre despierta. Y que, a propósito de ese temario académico basado en canciones en castellano, tiene algo más que decir. «Es una gran mentira que los catalanes rechacen el castellano; lo que exigen es que se respete su idioma. Pero nunca he visto que los catalanes quieran imponer el catalán en Madrid o en Asturias», apunta.

Vivencias es también el nombre de su nueva gira, que dará sus primeros pasos en el teatro de Champs-Elysées, de París (4 de noviembre), La Maestranza, de Sevilla (20), el Teatre Nacional de Catalunya, de Barcelona (25) y el Victoria Eugenia, de San Sebastián (10 de diciembre). Las últimas noticias sobre el tour se actualizan en la web oficial del cantautor, www.aflordetiempo.com. Vivencias dará, finalmente, título a su próximo disco, aún sin fecha ni contenido claro más allá de una adaptación del poema Vientres sentados, de Luis Cernuda. Un texto con fuerte sabor insurreccional. «Contra vosotros todos / Contra vuestra moral, contra vuestras leyes / Contra vuestra sociedad, contra vuestro dios / Contra vosotros mismos, vientres sentados». Versos rotundos para tiempos movedizos. El combate sigue y seguirá para Paco Ibáñez.