tú y yo somos tres

El Rey, en el contenedor

FERRAN MONEGAL / Barcelona

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Ha querido ver de cerca Thais Villas ('El intermedio', La Sexta) la obra que acaba de exponer el artista Cristóbal Toral titulada 'La abdicación del Rey'. Al parecer ha levantado mucha polémica.

Se trata de un enorme contenedor lleno de basura y trastos, y en el centro de ese vertedero aparece la imagen del rey Juan Carlos. Decía el autor: «Es una metáfora. El rey Juan Carlos ya ha hecho su servicio durante 35 años y termina en un contenedor, como tantos otros objetos que ya han acabado su servicio en una casa. Me han dicho que he sido cruel. No lo he sido. Cruel ha sido la realidad».

¡Ah! Es meditable esta obra, y más todavía la interpretación que hace de ella su autor. Podría parecer una afrenta a la regia figura del Rey padre, pero cabe discrepar. En el fondo le ha hecho un favor de cara a la posteridad. Si un día este mundo acaba en pedazos y algún extraterrestre se acerca a los escombros para saber cómo vivíamos los terrícolas, podría toparse con este contenedor y sacaría una conclusión equivocada.

A la vista del monarca tirado en un contenedor pensará que este Rey ha sufrido mucho y que el pueblo le ha defenestrado arrojándole al vertedero. Erróneo análisis. Juan Carlos sigue detentando el título de Rey -ahora en España, para que no nos falte de nada, hasta tenemos una monarquía duplicada- y ya le están habilitando un ala del suntuoso Palacio Real para que tenga allí su despacho oficial. ¡Ahh! Cabe pues interpretar esta obra tan polémica como un estupendo favor al monarca abdicado. En trabajos arqueológicos futuros encontrarán ese container y creerán que este Rey acabó como un mártir.

DESPILFARRO

Sigamos con el despilfarro. En la nueva temporada de Ana Pastor ('El objetivo', La Sexta) he visto una sección interesante: Sé lo que hicisteis con el último contrato. Muy en la línea de Jordi Évole, esta iniciativa televisiva nos enseña cómo se malgasta el dinero de los ciudadanos. La primera visita ha sido a Navalcarnero. El alcalde se ha dedicado a comprar carísimas figuras monumentales que ha situado en glorietas y plazas -y cruceiros de granito a mansalva-, una cosa cursi e insensata, ni siquiera artística, que ha dejado al municipio con un agujero de 90 millones de euros. ¡Ah! Si en el futuro los extraterrestres también excavan por esa zona no solo creerán que Navalcarnero era un disparate, también comprobarán lo que era el mal gusto entre los humanos.