NUEVA ETAPA EN EL PALAU NACIONAL

El MNAC se reinventa

NATÀLIA FARRÉ / BARCELONA

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«La obligación de un museo es cuestionarse los cánones» y «Todos los museos tienen su razón de ser en su colección». Dicho y hecho. Las dos  sentencias las firma Pepe Serra, director del Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC), y los hechos, también. En la nueva presentación de la colección de arte moderno de la pinacoteca -su primer gran proyecto desde que asumió la dirección-, las categorías histórico-artísticas que hasta la fecha marcaban la exposición permanente de las piezas de la segunda mitad del siglo XIX y primera parte del XX han saltado por los aires.  De manera que, ahora, la colección del centro asume todo el protagonismo y deja de adaptarse a un discurso preestablecido por la historia del arte para «explicar su propio relato», apunta Serra. Un relato que tiene «su idiosincrasia y que cuenta como pasó la modernidad en Barcelona y qué papel jugó la ciudad en el contexto global», afirma. Y un relato que ahora se alarga hasta después de la guerra civil y que supone que el MNAC llegue por primera vez a las vanguardias de la posguerra.

Coger toda la producción que el museo custodia entre 1863 y 1950 y sacudirla ha dado como resultado una exposición que abandona la cronología y la sucesión de nombres para apostar por narrar las complejidades de la formación de lo moderno en el contexto catalán de forma temática. Ahora Fortuny, por ejemplo, no tiene su propia sala sino que salpica el recorrido. Así, en el apartado que habla del realismo y el desnudo como medios usados por el artista moderno para alejarse de la academia luce Carmen Bastián y en el dedicado al orientalismo como uno de los recursos más comerciales del momento brilla La odaliscaLa Batalla de Tetuán sigue en su sitio pero comparte espacio con 100 postales de Àngel Toldrà sobre la Semana Trágica.

Y es que el nuevo discurso -que lleva la firma de Juan José Lahuerta, jefe de colecciones del MNAC- dibuja también una exposición que aúna diferentes técnicas -carteles, fotografía, cine, dibujo, grabado, postales, vitrales y mobiliario- que se exhiben a la vez, pues las cosas pasaban de forma simultánea. Ahí están dos de los iconos del museo, los óleos Ramon Casas y Pere Romeu en un tándem Ramon Casas y Pere Romeu en un automóvil, ambos de Ramon Casas, compartiendo espacio con carteles publicitarios de Santiago Rusiñol, y con la película de Georges Méliès Éruption volcanique à la Martinique. ¿Qué pinta el cineasta francés? La cinta se realizó en Barcelona, en ese momento un gran centro de producción cinematográfica.

El cambio de relato ha propiciado otra sorpresa: la aparición de artistas olvidados en las reservas que no entraban dentro del canon pero que, a su manera, también participaron de la modernidad. El número de rescatados es alto, casi un 40 % de los 267 creadores que se exponen, y reúne nombres como: Aleix Clapès, Ismael Smith, Pere Daura, Antoni Febrés, Pere Torné i Esquius y Lluïsa Vidal. Aún con todas estas novedades, el modernismo sigue ejerciendo de punto central del recorrido, etapa que con el nuevo relato crece en número de artistas y obras, y en la que Antoni Gaudí y Josep Maria Jujol ganan protagonismo. Como crece la importancia de la creación surgida durante la guerra civil, hasta ahora presente en el museo pero descontextualizada.

Pero la nueva presentación de la colección no solo se expande en concepto, se dilata también en el tiempo. El MNAC rompe por primera vez la barrera de la guerra civil y abarca hasta los años 50 con Dau al Set. Aunque la pretensión es llegar más lejos cuando haya espacio. De momento, a partir del 2015, la muestra temporal Prácticas artísticas en Catalunya, 1950-1975 ejercerá de epílogo.

889.000 euros

En cifras, la adaptación del espacio y la nueva museización supone un coste de 889.000 euros, un tercio aportado por La Caixa, y suma 4.000 metros cuadrados que acogen 1.350 obras de las cuales 900 provienen de las reservas  y muchas de ellas son inéditas. Y es que «cuando se deja a la colección contar su propio  relato y no la constriñes en un canon, la colección crece, se vuelve más rica, más potente e imbatible», concluye Serra.