Dustin Hoffman: «Nunca me he sentido satisfecho con mi trabajo»

El Festival de Toronto ha sido escenario de la presentación de los últimos trabajos de Dustin Hoffman y Michael Douglas, dos estandartes del cine americano de las últimas cuatro décadas; historia viva de Hollywood. Hoffman da vida al exigente director de un coro músical en el drama ‘Boychoir’, y Douglas se mete en la piel de un villano en el wéstern contemporáneo ‘The reach’

El actor presenta en el Festival de Toronto su nueva película, el drama 'Boychoir'

Dustin Hoffman, en el Festival de Toronto.

Dustin Hoffman, en el Festival de Toronto.

NANDO SALVÀ / TORONTO

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-Su primera película como director, El cuarteto (2012), ya estaba ambientada en el mundo de la música. ¿Es ser músico su vocación frustrada?

-Tal vez. Estudié piano cuando era niño, pero tengo las manos demasiado pequeñas. Pero no hay ninguna relación entre el tamaño de las manos y el de otras partes del cuerpo, ¿de acuerdo? En todo caso, el tamaño no siempre es un problema. ¿Has oído hablar de Tyrone Bogues y Spud Webb? Fueron dos jugadores de baloncesto bajísimos, y uno de ellos dijo: «Los otros son los amos del aire, pero el suelo es mío». En realidad, mi gran hándicap con la música es que nunca he tenido buen oído.

-Su personaje en la película transmite sus conocimientos musicales a un muchacho de 11 años. ¿Ha ejercido usted de mentor de algún aspirante a actor?

-De mi hijo Jake, que es el único que ha decidido dedicarse a esto. Todos los demás han preferido otras ramas artísticas, como la pintura o la música. Jake me pedía que lo acompañara a sus audiciones, pero como nunca le daban el papel se sintió avergonzado y dejó de llamarme. Pero los actores ejercemos de mentores los unos de los otros constantemente. Nos esforzamos para que nuestro compañero de escena dé lo mejor de sí mismo. Porque si tú lo haces bien pero el otro actor no, la escena no será buena.

-En los últimos años, interpreta principalmente personajes secundarios. ¿Es una decisión propia o ajena?

-Cuando eres joven te curtes haciendo personajes de esos que permanecen en el segundo plano. Luego, si tienes suerte te conviertes en actor protagonista. Cuando Mike Nichols me ofreció el papel principal en El graduado yo ya tenía 29 años, aunque aun así fui afortunado porque muchos no lo logran ni a esa edad ni más tarde. En todo caso, con el paso de los años inevitablemente vuelves a hacer papeles secundarios, y de nuevo solo si tienes suerte. Es el ciclo de la vida, y es un hijo de perra.

-Mejor interpretar papeles pequeños que no interpretar ninguno. ¿Es esa su filosofía?

-Desde luego. Mi gran problema es que no sé estar parado, sobre todo porque nunca me he sentido completamente satisfecho con mi trabajo. Nunca me he dicho: «Ya está, lo he logrado». Todo es susceptible de mejorar. Siempre pongo el ejemplo de Picasso, un tipo que nunca daba por terminada una obra. Incluso cuando el cuadro ya estaba colgado en el museo, seguía yendo con un pincel a realizar cambios. así me veo yo como actor con cada nueva película, con cada escena. Si por mi fuera, repetiría cada toma 200 veces.

-¿Está de acuerdo que, para buscar buenos papeles, ahora hay que hacerlo en la televisión?

-Sin duda. La ficción televisiva está atravesando el mejor momento de su historia. Y el cine está atravesando el peor momento de la suya. Así que, señores de la HBO, sepan ustedes que estoy disponible.