MUESTRA MUSICAL

Las libertades del Altaveu de Sant Boi

El Petit de Cal Eril estrenó 'Big Eril', poderosa alianza con la David Mengual Free Spirits Big Band, en una jornada que incluyó el folk interiorista de Neil Halstead y el soul de Myles Sanko

Soul clasicote pero contagioso. Myles Sanko, durante su actuación en los Jardins de l'Ateneu, el sábado.

Soul clasicote pero contagioso. Myles Sanko, durante su actuación en los Jardins de l'Ateneu, el sábado.

JORDI BIANCIOTTO / SANT BOI DE LLOBREGAT

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El Altaveu de Sant Boi enmarcó el sábado el estreno de una audaz propuesta, 'Big Eril', que unió a El Petit de Cal Eril con David Mengual y su Free Spirits Big Band, una aventura de fusión de canciones visionarias con el lenguaje del jazz que deparó emociones fuertes en la plaza del Ajuntament. Grooves profundos y espacios para la improvisación en una propuesta que convivió con otras de signo muy distinto, como las de Neil Halstead Myles Sanko.

Altaveu se toma sus libertades para programar con heterodoxia, y esa actitud se mostró en el set de El Petit de Cal Eril a través de 10 canciones procedentes de sus dos últimos discos, 'Vol i dol' y 'La figura del buit', con arreglos de Toni Vaquer y voluntad de expandirlas con nuevas texturas y acentos rítmicos.

Épica cósmica

Nunca la voz de Joan Pons había resaltado sus perfiles inocentes de una forma tan inquietante como en el contraste con esas estructuras multiformes, que resaltaron los contornos siniestros de piezas como 'Estramoni', 'Obriu les mans' y 'Ei! Sents com refila l'òliba?' Con pasajes de melancolía poco menos que cósmica, afín al temario funerario de algunas piezas y, cuando convenía, crescendos dramáticos sobre fondos excéntricos, como en esas 'Partícules de Déu' con vistas a Frank Zappa. El Petit de Cal Eril, en versión exploradora, lejos del folk-pop juguetón, y abierto al free-jazz en La fi. Veremos adónde conduce el experimento, que en noviembre se mostrará en Apolo (ciclo 'Connexions').

Muy distinto fue el guion del teatro de Cal Ninyo con la voz y la guitarra de un Neil Halstead que recorrió su última obra, 'Palindrome hunches', rica en composiciones incorpóreas, que no requerían de ese formato de extremada austeridad para transmitir esencias etéreas, envueltas en baños de luz mística. Piezas como Digging shelters Full moon rising, que interpretó con absoluta corrección pese a que no le vimos muy convencido de estar ahí: «Creía que el recital era en Barcelona», refunfuñó nada más comenzar el recital.

Y en los Jardins de l'Ateneu, folk-pop con empuje y vértices con Coriolà (versión de A new England, de Billy Bragg, incluida) y soul clasicote pero contagioso con el británico Myles Sanko, como un rejuvenecido Al Green a lomos de su reconstituyente Forever dreaming, que no lo puso fácil para el posterior desembarco de Gerard Quintana y Xarim Aresté. Extremos expresivos en Altaveu.