Adiós al rey de la rumba catalana

"San Pedro no se aburrirá con él"

Unas 5.000 personas despidieron a Peret con respeto, gratitud y emoción en la capilla ardiente instalada ayer en el Saló de Cent

DOLOR COMPARTIDO 31. Roberta, su última compañera, junto al féretro. 2. La esposa de Peret, Fuensanta (con el vestido sin mangas), junto a su hija Rosa Pubill (a su derecha) y la tía de Peret, de 95 años, Maria Pubill, y otros miembros de la familia.

DOLOR COMPARTIDO 31. Roberta, su última compañera, junto al féretro. 2. La esposa de Peret, Fuensanta (con el vestido sin mangas), junto a su hija Rosa Pubill (a su derecha) y la tía de Peret, de 95 años, Maria Pubill, y otros miembros de la familia.

MARTA CERVERA
BARCELONA

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«El día que yo me muera, que no lloren ni den la lata», cantaba Peret en Porque yo me iré. Ayer se vieron pocas lágrimas pero sí mucho respeto y emoción por parte del alrededor de 5.000 personas que acudieron a darle el último adiós. Fue constante el goteo de gente que desfiló por la capilla ardiente del rey de la rumba, instalada en el Saló de Cent, la sala más noble del ayuntamiento de Barcelona, desde las diez de la mañana -con gente que hizo cola para entrar- hasta las 21.30 horas.

La familia de Peret en pleno hizo piña en torno al patriarca familiar, dejando de lado las diferencias entre ellos. Cuando el president Artur Mas y otras autoridades acudieron a dar el pésame, estaban todos, desde la compañera sentimental, Roberta -«mi señora», así la presentaba Peret-, una brasileña de menos de 30 años con la que convivía desde hacía más de un lustro; hasta Fuensanta, esposa y madre de los dos hijos del compositor y cantante, Pedro y Rosa, de la que se separó hace tiempo pero de la que nunca se divorció. También estaba su hermano Emilio, venido de Alemania y que no quiso aparecer en las fotos; hasta un montón de nietos y bisnietos a los que Peret contagió la alegría de vivir, que intentaban animar a los mayores del clan.

Gitanos y payos desfilaron ante el féretro del rey de la rumba catalana, acompañado de su eterna compañera, la guitarra con la que compuso la banda sonora de su vida. Algunos se santiguaron, otros le lanzaron un beso. Gente de toda condición pero la mayoría más próximos a la generación de Peret o posterior a ella. Se vieron más canas que bermudas. «Siendo gitano, Peret ha hecho más por Catalunya y por unir a gitanos y payos que muchos políticos», comentaba ayer Alex González, un vecino de Sant Adrià de Besòs en edad de jubilación. «Era un trozo de pan. Seguro que San Pedro no se aburrirá con él», añadió. La bonhomía del artista fue destacada también por muchos de los vecinos de Poble Sec, Sant Antoni y el Raval que le conocieron, como los camareros de Els Tres Tombs, ayer de luto, donde Peret tomó muchos cafés y cañas. «Como él no habrá otro», sentenciaba un vecino que fichó como técnico de material en los 70.

Las coronas de flores

A medida que avanzaba el día, cada vez costaba más hallar espacio para colocar las coronas de flores que llegaban procedentes de la Associació de Gitanos de Catalunya, de los Vecinos del Raval, de los Amics de la Gent Gran, de Lluís Llach, de las hermanas Rosario y Lolita Flores, de Los Manolos... Joan Herrero, uno de los miembros de este famoso grupo que visitó la capilla ardiente y se quedó hasta el final, estaba muy afectado. «Él era nuestro principal referente musical, nuestra fuente de inspiración. Y no solo por su música, sino también por su manera de ser». También dolidos estaban los miembros de Rumba Tres, que se acercaron hasta el ayuntamiento como el cantante Dyango, que fue vecino de Peret muchos años; Joan Garriga, de La Troba Kung Fu; Siscus Carbonell y otros miembros de Sabor de Gràcia; Ramón Giménez, uno de los fundadores de Ojos de Brujo; y la cubana Lucrecia. «Eres grande Peret. Gran amigo, persona, músico rumboso y compositor. Pura alegría. Català universal», escribió la cantante de trenzas multicolor en uno de los libros de condolencias. Todos estaban cargados de mensajes de gratitud por el legado dejado por el gran maesto. Algunos rezaban: «Gracias por ser un genio, un músico y un gitano». Muchos alababan su «humanidad y sencillez». Alguno más bromista escribió: «No estás muerto, Peret, estás tomando unas cañas y allí donde estés aparecerás lleno de vida y contento, diciéndole a todo el mundo ¡que se equivocaron de muerto!»

Disco póstumo de Peret

«Agradecemos mucho todo el afecto de la gente. Es increíble», decía Daniel Salvat, nieto y guitarrista del grupo de Peret. Pese al dolor por la pérdida de un ser querido, insistía en recordar el mensaje de su abuelo: olvidar penas y vivir con alegría. «Peret no quería que estuviéramos tristes, sino que estuviéramos contentos, lo mejor posible». Él, que aprendió con él a tocar la guitarra con Peret, será el encargado de dar forma definitiva al testamento musical del rey de la rumba: un disco con 10 canciones en catalán. «Mi abuelo era consciente de que le quedaba poco tiempo y las grabó con su guitarra. Empezamos el disco al revés. Ahora habrá que añadirle el resto», dijo Danielconsciente del trabajo que le espera si quiere estar a la altura del perfeccionismo de Peret, que bien conocían los periodistas Justo Molinero, alma de Ràdio TeleTaxi, Àngel Casas y Albert Om, que también quisieron acompañar a la familia. «Peret era un currante. Siempre llegaba de buen humor y a la hora. No he conocido a nadie con su corazón, su voluntad y su simpatía», recordó el veterano empresario Ricardo Ardévol, que gestionó las actuaciones en Catalunya del rey de la rumba en la década de los 70. Quizá por eso, ni muerto se ha separado de su guitarra.