Atrapados por África

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XAVIER MORET

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África atrae. Cuando se trata de viajar, África se nos ofrece como un continente aparte, un lugar distinto en el que la gente suele acogerte con una sonrisa, las convenciones europeas a menudo no sirven para nada, los enormes baobabs ejercen de catedrales y los leones, elefantes, jirafas, rinocerontes y otros muchos animales salvajes nos hacen sentir, de algún modo, como si hubiéramos encontrado un atajo para viajar a la prehistoria, a un espacio en el que el hombre tiene la sensación de ser muy poca cosa.

De todas las Áfricas que tientan al viajero, el África Oriental es la que se lleva la mayor atención. El África Occidental tiene interés por el paisaje y las distintas etnias, mientras que la oriental atrae por la fauna en mayúscula, la inmensidad de la sabana, los grandes lagos, la alta montaña y unas colinas tapizadas de verde que fascinaron a Hemingway. En este contexto, Kenia, Tanzania y Uganda son los países que atraen a un mayor número de turistas.

«En mi caso, África me atrae porque está cargada de sensualidad», apunta Javier Reverte. «Diré mejor: de sensorialidad. Allí percibo que mis cinco sentidos se alertan -a lo mejor son seis o siete-. Y esto me da una vitalidad extrema».

EL 'BEST-SELLER' DE REVERTE / En 1996, Reverte publicó El sueño de África, un libro de viajes que repasaba la aventura de los exploradores y que disparó el interés por visitar la parte central del continente. Se lo rechazaron media docena de editoriales, con el argumento de que los libros de viajes no vendían, pero cuando lo publicó Mario Muchnik se convirtió en un best-seller sorprendente.

Reverte completó su visión del África con otros dos títulos: Vagabundo en África (1998) y Los caminos perdidos de África (2002), que confirmaron su amor por el continente.

Los libros de los grandes exploradores, que a mediados del XIX se adentraron en el corazón de África para buscar las fuentes del Nilo, fueron los primeros en contar cómo era ese continente fascinante. Las montañas de la Luna, de Richard Burton;  Diario del descubrimiento de las fuentes del Nilo, de John Speke, o los diarios del doctor Livingstone y de Henry Stanley son ya títulos míticos.

LA BARONESA VON BLIXEN / En 1937, la baronesa danesa Karen von Blixen firmó como Isak Dinesen el libro Memorias de África, en el que relata su recuerdo de los 17 años que vivió en Kenia, en una granja cercana a Nairobi. Lo hace con tanto estilo que logró contagiar su amor por el continente. Posteriormente, la película del mismo título, firmada por Sydney Pollack y estrenada en 1985, pondría imágenes a las bellas palabras de la baronesa y dispararía la fiebre por viajar a Kenia.

Kenia fue el primero de los países del África Oriental que desarrolló una infraestructura turística, pero en los últimos años Tanzania parece haberle tomado la delantera. «De todos los países de África, no tengo duda -afirma Javier Reverte-, me quedo con Tanzania. Tiene todo: montañas como el Kilimanjaro, sabanas inmensas, el cráter del Ngorongoro -uno de los lugares más hermosos del planeta-, el océano Índico, selvas... Y un idioma común: el bello suajili».

Tanzania es, en efecto, todo un mundo, aunque Uganda y Ruanda también atraen turismo gracias a la gran atracción de los gorilas de montaña, sobre los que escribió la zoóloga estadounidense Dian Fossey, centro de la película Gorilas en la niebla, de Michael Apted, estrenada en 1988.

Para repasar la emoción del África de los grandes exploradores, sin embargo, nada mejor que un libro publicado en 1960, El Nilo blanco, del australiano Alan Moorehead. En él reúne con estilo ameno y sólida investigación las aventuras de Speke, Burton, Livingstone, Baker, Stanley y compañía para desentrañar el misterio del Nilo. Dos años después, en 1962, completaría su visión con El Nilo azul, un libro centrado en el nacimiento de esta rama del Nilo en el lago Tana, en las tierras altas de Etiopía.

Más recientemente, cuestionando algunos de los puntos de vista de Moorehead, el británico Tim Jeal ha publicado En busca de las fuentes del Nilo, donde aporta una gran documentación sobre la que quizás fue la última de las grandes aventuras.

LA VISIÓN DE KAPUSCINSKI / Más allá de estos libros, el polaco Ryszard Kapuscinski ofrece una visión más cercana del continente, más de ahora mismo, en libros como Ébano (1998), donde recoge sus vivencias como periodista en África entre 1957 y 1990, y El emperador (1978), donde relata la caída de Haile Selassie en Etiopía.

Laurens van der Post, un interesante escritor surafricano fallecido en 1996, escribió varios libros sobre sus expediciones por el continente. En uno de ellos, El ojo oscuro de África, expone una teoría sobre por qué nos atrae tanto este continente. Escribe: «Descubrí que viajaba por África de ese modo porque así me acercaba a los lugares desconocidos de mi propio espíritu (…). El hombre moderno, con su penosa sensación de haber perdido el sentido de sus orígenes, con su agonizante sentimiento de estar cada vez más alejado de la naturaleza, enajenado incluso respecto a ella, entiende la vida que le ofrece África como si fuera un espejo milagrosamente conservado ante sus ojos cada vez más ensombrecidos. En este gran espejo hecho con el cristal del tiempo, el espíritu intemporal se contempla fijamente y así puede, si en efecto pudiera, redescubrir el yo natural».

África nos ofrece lo que apunta Van der Post, nada menos que contemplar un espectáculo bellísimo y, al mismo tiempo, una mirada que nos lleva al interior de nosotros mismos.