El Festival Cruïlla Barcelona

Jack Johnson «Quiero que mis canciones sean universales»

Jack Johnson «Quiero que mis canciones sean universales»_MEDIA_1

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JUAN MANUEL FREIRE
BARCELONA

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Iba para surfero profesional, pero una ola gigante le tiró contra un arrecife de coral y por poco pierde la vida. Mientras se recuperaba optó por mejorar con la guitarra. E hizo bien, porque ha acabado colando 15 millones de copias de sus discos folk-pop. El hawaiano presenta hoy From here to now to you (2013) en el festival Cruïlla (20.45 horas).

-He leído en una entrevista que, durante la lectura de La carretera, de Cormac McCarthy, apartó el libro y le hizo la peineta.

-(Risas). Algo así. Bueno, he leído el libro, es genial. Pero hay partes realmente duras, sobre todo si eres padre. En esos momentos podía rendirme y hacer eso que comenta (risas). Pero me encantó. Ahora estoy leyendo otro libro suyo, Todos los caballos bellos.

-McCarthy es brillante. Otros artistas que pueden tender a la oscuridad, no tanto. ¿Pero por qué es más fácil recibir respeto con obras, digamos, graves que luminosas?

-Es una cuestión interesante. Es cierto que las películas y las series que mejor se tratan son las que tienden a la oscuridad. En mi caso, valoro el arte que te lleva a un sitio oscuro, pero a la vez sabe remediarlo con ligereza. Cuando llegas a cierto punto del dolor solo puedes reír o llorar. Yo prefiero reír. Por eso Greg Brown es mi cantautor favorito: puede componer una canción sobre algo doloroso, como la muerte de un amigo, pero en la misma canción incluirá una anécdota sobre ese amigo que te hará partirte de risa. Me gusta esa complejidad.

-En su nuevo disco hay canciones para cada uno de sus tres hijos. El mayor parece interesado en la música, por lo que dice la letra de Tape deck. ¿Usted quiere que sea músico?

-Quizá no para ganarse la vida. Pero quizá para tenerla en su vida. Suelo decirle que mi caso es poco común, que yo entré en la música de forma natural, sin ambiciones, y me fue bien, pero que esto no es tan fácil para todo el mundo. Y también está la fama.

-¿Es un problema?

-Yo he sabido controlarlo porque nunca he entrado en el juego. La gente no sabe cómo se llaman mis hijos. Mis canciones son personales, pero no entro en detalles; quiero que sean universales, capturar la verdad de las relaciones. Y con suerte que otros puedan verse reflejados en ellas.

-¿Es difícil mantenerse positivo en un entorno con tanta tendencia a lo pantanoso como la industria musical?

-Yo siempre he tenido una buena relación con mi discográfica. Sé de muchos amigos con malas relaciones, tratados injustamente, asfixiados por acuerdos injustos. Pero es que desde el principio tuve muy claro que no quería perder las riendas de mi vida. Un amigo y mi esposa se convirtieron en mis mánagers y tardamos mucho en dar con una compañía que nos ofreciera todo lo que pedíamos, es decir, control completo sobre la obra: no escucharían las canciones hasta que estuvieran terminadas, no podrían decidir sobre la portada. Hasta ahora la gente de Universal me ha respetado.

-Parece estar en una posición privilegiada.

-Nunca me han hecho cambiar nada. Recuerdo estar nervioso con el segundo disco, porque el primero había funcionado mucho mejor de lo esperado en EEUU. Pero al llevar unas maquetas, me dijeron: «Suena bien, no toques nada». ¡Y eran maquetas! Yo les decía que quería una voz adicional aquí y otro arreglo allá, y ellos me dijeron: «No te pases, así está genial».

-Vive en una casa con energía solar. ¿Para quien no tenga mucho dinero, es una inversión que vale la pena?

-Tengo amigos en San Francisco que no pagaron por sus paneles; la ciudad ayuda. Vale la pena porque no pagas recibos de luz. En mi caso, creía que era bueno promover la energía solar. Cuando tienes un nombre, si haces algo, puedes crear una tendencia.

-¿Por qué están algunos tan obsesionados en inventar noticias sobre usted? Últimamente le han matado y le han encontrado fotos de desnudos en el móvil. Todo mentira.

-Lo segundo era divertido, porque la noticia, si la clicabas, te llevaba a fotos de estatuas del Louvre, como la Santa María Magdalena de Erhart, que está desnuda, sí. Internet no es una parte importante de mi vida. Ni envío e-mails. Tuve mi primer móvil a los 23. No me gusta leer comentarios; ni buenos ni malos. Los buenos te hinchan el ego y los malos te destrozan el alma. Todas mis canciones van dirigidas a alguien y lo que piense esa persona es lo único que me importa.