Festival de verano de Barcelona
Inquietante y brillante Pinter
CRÓNICA 'Vells temps' seduce por su buena factura y una gran interpretación
No lo duden. Vells temps es uno de los mejores espectáculos hasta ahora de la programación del Grec. La elegante factura del montaje de Sergi Belbel, cuidadosa en los mínimos detalles y apoyada en una gran escenografía de Max Glaenzel, hace justicia a la calidad de esta obra del Nobel Harold Pinter. La magia de este seductor juego teatral da alas a sus tres intérpretes que sacan a la luz sus mejores recursos. El suyo es un trabajo primoroso, delicado en el gesto y la dicción y a la altura de los mejores que se puedan ver en un escenario.
Kate (Míriam Alamany) y el director de cine Deeley (Carles Martínez) están sentados en dos distantes sofás de una habitación que ocupa uno de los laterales de la sala. En medio, y como una sombra fantasmagórica que ayuda a situar al público en la atmósfera de la trama, se dibuja la figura de Ana (Sílvia Bel). El matrimonio está esperando en su casa del campo la llegada de la que 20 años atrás fuera la amiga y compañera de piso de Kate. El diálogo entre la pareja es ingeniosamente banal pero no hace otra cosa que preparar el terreno para las consecuencias que tendrá la irrupción de la visitante.
TINTES TRÁGICOS / El tono de comedia burguesa inicial se transformará pronto en un relato con tintes trágicos. Bastará que el personaje de Bel, una mujer segura y sofisticada, ponga en marcha la máquina de sus recuerdos relatando vivencias en común con extrema precisión. Son hechos que quizás han pasado o tal vez no, pero en tanto que existen en la memoria de quien los explica pasan a ser vistos como reales. El espectador es continuamente interpelado y surgen varios interrogantes. ¿Qué ocurre entre Deeley y las dos mujeres? ¿Qué relación hubo entre ellas? Las sospechas y recelos en torno a las relaciones del trío desatarán un clima de tensión en la pareja que seguramente existía pero que no se había manifestado.
LABERINTOS DE LA MEMORIA / La versión de Sergi Belbel realza el universo pinteriano de la obra, muy bien traducida por Joan Sellent. El montaje refleja la incidencia de los efectos del paso del tiempo, los laberintos de la memoria y la fragilidad de las relaciones humanas y de pareja. El trabajo de Carles Martínez, un actor que ya demostró con L'encarregat que le había cogido el tranquillo al teatro de Pinter, es sobresaliente. Sílvia Bel, enigmática y elegante, ofrece una de sus mejores actuaciones y Míriam Alamany desborda magnetismo tanto en la composición de su sensual personaje como en los silencios. Una maravilla.
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