Festival de verano de Barcelona

Danza en el estercolero

Alain Platel recrea en 'Tauberbach' la vida de una esquizofrénica brasileña

Una imagen de 'Tauberbach', que se representa en el Teatre Lliure hasta el domingo.

Una imagen de 'Tauberbach', que se representa en el Teatre Lliure hasta el domingo.

IMMA FERNÁNDEZ
BARCELONA

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El coréografo belga Alain Platel vuelve a posar su mirada sobre los outsiders, los discapacitados y desheredados, a la búsqueda del movimiento que él denomina «danza bastarda». Espasmos, rampas, convulsiones, movimientos sincopados... Todo un abanico de tensiones musculares que, según el prestigioso fundador de Les Ballets C de la B, aparecen cuando los «bailarines exploran áreas de su mente aún no corruptas por la civilización». En Tauberbach (sordo Bach), que se presenta en el Teatre Lliure hasta el domingo, ubica la acción en un vertedero donde vive una mujer esquizofrénica (la actriz Elsie de Brauw). La acompañan cinco bailarines que, entre montañas de ropa vieja, dan rienda suelta a esa gestualidad brusca y espasmódica perseguida por el creador de VSPRS (2006) o Pitié! (2008), presentadas en el Mercat de les Flors.

HISTORIA REAL DE ESTAMIRA / Elsie de Brauw interpreta a esa superviviente con un monólogo fragmentado de 90 minutos en el que habla con los demonios que habitan su confusa cabeza, canta y escupe, en momentos de cordura, su desencanto: «No estoy de acuerdo con la vida».

El origen de la pieza está en el documental de Marco Prado Estamira, que explica la historia verídica de una esquizofrénica brasileña  que vive y trabaja en un estercolero de Río de Janeiro. Allí, entre los desechos de otros, halló la manera de comunicarse con su entorno. En la obra, ella no para de hablar, mientras los bailarines (criaturas que han encontrado en el lenguaje del cuerpo su manera de expresarse) intentan seducirla para atraerla a su mundo.

La historia de Estamira -que fascinó a Platel por su convicción de que en el vertedero vive más intensamente y entiende mejor la existencia- le sirve al creador para abordar el encuentro entre el teatro hablado y la danza. Otra fuente de inspiración, del que tomó el título Tauberbach, fue un disco de Artur Zmijewski con música de Bach -compositor de cabecera de Alain Platel- cantada por personas sordas.

En coproducción con la Münchner Kammerspiele, Platel vuelve a escarbar en la compleja mente humana, con sus delirios y grandezas. Un mundo sin concesiones que descubrió cuando estudiaba educación especial (con discapacitados mentales y físicos) y ha tomado cuerpo en esa llamada danza bastarda.