El Castell de Montjuïc acoge un 'smartshow' revolucionario

Asedio 2.0 de La Fura

De izquierda a derecha, Pep Gatell, Jurgen Muller, Carlus Padrissay Pere Tantinyà.

De izquierda a derecha, Pep Gatell, Jurgen Muller, Carlus Padrissay Pere Tantinyà.

IMMA FERNÁNDEZ
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Bienvenidos a la ciudad del futuro. A 'M.U.R.S.', la ciudad inteligente construida por la Fura dels Baus en el Castell de Montjuïc, abrió sus puertas. Para acceder, fueron precisos ciertos requisitos: había que ir con el móvil inteligente bien cargado, la aplicación creada especialmente para el espectáculo descargada y muchas ganas de participar en lo que se avecina. Al final del montaje, hubo división de opiniones entre el público porque la tecnología no acabó de funcuionar: falló la aplicación y hubo problemas de conexión. 

El grupo abrió el fuego del festival Grec 2014 con una propuesta revolucionaria, al hilo del tricentenario de 1714. El asedio de antaño es ahora  un asedio global. Y 2.0. Lo anuncian como el primer smartshow de la historia, con funciones del 30 de junio al 5 de julio. «Es el mayor reto que hemos abordado, el más complejo», aseguraba Jürgen Muller, codirector.

Con el propósito de que los asistentes experimentaran el nuevo modelo de democracia digital, La Fura planteó una vivencia teatral sobre el asedio de las tecnologías. Sobre el gobierno, la economía, la movilidad, la vida, en esas ciudades controladas por las máquinas. Para el desarrollo de la app, el grupo ha contado con el apoyo de la UB, la Universitat Rovira i Virgili y el Massachusetts Institut of Technology (MIT), entre otros.

Nueve actores y 50 voluntarios participaron en esta experiencia multidisciplinar con proyecciones, máquinas, realidad aumentada, explosiones, policías, encapuchados, manifestaciones... «Es una reflexión sobre lo que nos espera en esas anheladas smart cities, las premisas que las gobiernan llevadas al extremo», sostiene Jürgen sin querer dar demasiadas pistas para no cargarse el factor sorpresa (habrá muchas marca de la casa).  En cualquier caso, el título del montaje alude a esos «muros actuales que ya no son físicos, son invisibles», tercia Padrissa. «La tecnología -añade-  nos ha deshumanizado. Cualquiera de nosotros puede ser a la vez potencialmente represor y reprimido».

DE UN MUNDO FELIZ AL CAOS / La representación se desarroló en cinco espacios dentro del Castell de Montjüic, donde el grupo había construido una gran estructura de andamios y una pirámide del poder. El público, desvela Jürgen, transitará desde un mundo feliz de sonrisas y buen rollo -«a lo Marina d'Or»-, a otro en proceso de degradación, caótico y con un parón, un reset para la reflexión. Después vendrá la propuesta lúdica y participativa. «Ellos sin ti son nada y tú sin ellos eres tú», sintetiza el creador alemán a modo de mensaje crítico.

El culto al cuerpo -con la invitación al baile-, el juego de la bolsa, los ecologistas... aparecerán en esa idealizada sociedad tecnológica que los fureros dinamitarán. «La obra incide en las políticas del miedo, en las estrategias para someter a pueblos enteros», apunta Jürgen, quien recuerda el poder alcanzado por las redes sociales, por esa nube todopoderosa. «Hoy a Mark Zuckerberg lo invitan al club Bilderberg. Y cuando él habla de que quiere democratizar la red y que llegue a todo el mundo, está hablando de controlar también al tercer mundo».

Los smartphones, prosigue, se han convertido en lo más importante para las personas. «Cuando faltan, asoma la sensación de abandono, de desnudez».

Pero, alerta el cofundador de La Fura, ya no son simples teléfonos. «Son microchips. Hace 15 años, cuando se debatía implantar un microchip a las personas por seguridad, se rechazó abiertamente. Ahora han conseguido darle la vuelta con los móviles. Y con una estrategia fantástica: cada año la gente quiere tener un microchip de última generación». Jürgen lanza un último propósito de M.U.R.S.: «Ser conscientes de lo que suponen las smart cities y conseguir ser capaces, de vez en cuando, de apagar los móviles».