DEBUT EN BARCELONA DE LA AUTORA DE 'QUELQU'UN M'A DIT'

Una sigilosa Carla Bruni

La cantautora francesa ofreció un recital plácido y elegante en el Festival de Pedralbes

Ingrávida 8 Bruni, durante su recital (arriba), y el expresidente francés Nicolas Sarkozy con el 'president' Mas y el alcalde Xavier Trias, anoche.

Ingrávida 8 Bruni, durante su recital (arriba), y el expresidente francés Nicolas Sarkozy con el 'president' Mas y el alcalde Xavier Trias, anoche.

JORDI BIANCIOTTO
BARCELONA

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Canciones dulces, susurradas, con un punto de ingravidez, flotando un palmo por encima del suelo, las que anoche esparcieron graciosamente su aroma por el Festival Jardins de Pedralbes. Versos sensibles manejados por una celebridad convertida hace una década en chansonnière, que los interpretó ante una audiencia entre la que se contó a su marido, el expresidente francés Nicolas Sarkozy, sentado en las primeras filas junto al president Artur Mas y no lejos del alcalde Xavier Trias.

Carla Bruni debutó en Barcelona con un recital de factura sencilla, arropada por un pianista (y trompetista) y un guitarrista. Sabíamos que su voz era discreta y ayer se mostró muy vulnerable, lejos de una entonación impecable, aunque el charme natural de la artista cubrió algunas de esas lagunas. Su repertorio dispone de canciones construidas con moldes nobles: la chanson clásica ilumina su repertorio, como subrayó una de las piezas, Little French song, en la que mencionó a clásicos como Brassens, Brel y Ferré. En escena estuvo apocada, presentando cada canción en francés e inglés, y acudiendo a las lenguas locales en la presentación: «Bona nit, Barcelona, para mí es un honor cantar para vosotros esta noche».

Amores y soledades

Comenzó con Déranger les pierres, cantando desde detrás del escenario, haciéndose visible a media pieza ante la prescriptiva ovación, que replicó con una elegante reverencia. Sus introducciones fueron escuetas y precisas: L'amoureuse apareció como «una canción para todas las mujeres que están enamoradas»; Le plus beau du quartier, «sobre una chica que se viste como un chico»; Toute le monde, «sobre la soledad»... Instrumentaciones livianas, sin el énfasis de la percusión. Bruni basó su repertorio en sus discos en francés e ignoró del todo su incursión anglófona de No promises (2007). Sin una presencia imperativa sobre el escenario, cantó, aplicada, atendiendo al atril y acompañándose a veces de una guitarra. Su admiración por la chanson se expresó en un par de versiones. Una, Douce France, de Charles Trenet, que cantó en italiano en honor a sus raíces piamontesas y que culminó silbando la melodía. La otra, Si la photo est bonne, de Barbara, «la reina de la canción francesa».

En el tramo final del recital, aquejado de cierta linealidad sonora, despuntó la ágil, ensoñadora, Chez Keith et Anita, y poco después llegó su primer éxito, Quelqu'un m'a dit, con la imagen de una Carla Bruni cantautora insinuante que la dio a conocer.

Tenue climax seguido de un bis con Pierre y La dernière minute. Lánguido fundido en negro.