ANIVERSARIO DE UN CLÁSICO DEL ROCK

30 años del Bruce global

Con 'Born in the USA', publicado en junio de 1984, el cantante se convirtió en un icono

Una entrada del concierto que había ofrecido en Milán unos días antes, el 21 de junio.

Una entrada del concierto que había ofrecido en Milán unos días antes, el 21 de junio.

JORDI BIANCIOTTO / Barcelona

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Hace 30 añosBruce Springsteen se disponía a dejar atrás su estatus de estrella del rock para convertirse en un icono global. El enorme impacto de 'Born in the USA', publicado el 4 de junio de 1984, no fue ningún accidente, sino el fruto de sus esfuerzos por capturar la esencia de una era, el espíritu de la americanidad con toda su épica y un trasfondo sombrío que la amplificara e hiciera la percepción de la obra aún más grande y profunda.

Esta semana se cumplen 30 años de la edición de este álbum vestido para conquistar el mundo; la antítesis del trabajo anterior de Springsteen, el lúgubre 'Nebraska' (1982). Cuando aquel disco acústico vio la luz, su autor ya llevaba nueve meses grabando canciones en formato eléctrico, con la E Street Band, cuyo destino desconocía. Muchas de ellas fueron descartadas pese a su atractivo, entre ellas 'Murder incorporated', que, se dijo, iba a titular el disco. Y aún en las últimas sesiones de grabación, Jon Landau, mánager y productor del Boss, le comunicó que no tenía suficiente, que aún faltaba la canción idónea para el primer 'single'. Springsteen refunfuñó y volvió al día siguiente con 'Dancing in the dark'.

Fue el primero de los siete sencillos extraídos del disco, y vino acompañado de un reluciente, sexy y un poco cursi videoclip (sobre todo, visto ahora) firmado por Brian de Palma, donde la estrella compartía pasos de baile con una Courtney Cox de 20 años. Pero 'Dancing in the dark' no era tan frívola como podría parecer, y su texto habla de una vida rutinaria, desmotivada, necesitada de un revulsivo, una 'love reaction' contra la soledad. Pero, como otras piezas del disco, admitía varias lecturas, incluida la más elemental, condición necesaria para el éxito.

La memoria de Vietnam

También 'Born in the USA', la canción, daba munición al triunfalismo patriótico (como sugirió el fallido intento de apropiación de Ronald Reagan en su campaña de reelección de aquel año), asociado a una exaltación de la masculinidad, cuando, en el fondo de su narración, afloraba un lamento por la generación perdida de Vietnam, que era la de Springsteen. Una mirada honorífica a aquellos jóvenes, incluidos varios amigos suyos, que murieron en la guerra o regresaron rotos. El vídeo de esta canción mostraba a un Bruce airado, que en su tramo final lanzaba un largo grito rabioso con la vena del cuello hinchada.

Pero 'Born in the USA' recorre otros muchos territorios, algunos bastante sórdidos aunque vayan acompañados de una música alegre o dinámica. Como en 'Working on the highway', sobre un preso que huye y secuestra a una menor; una pieza que comienza como una oda romántica y termina en comisaría. O 'Glory days', canto a la juventud perdida en la que se intuye, de nuevo, la fractura generacional que supuso Vietnam. Y 'I'm going down': acordes emprendedores para envolver sensaciones de angustia por el fin de una relación. 'No surrender', en cambio, sí es lo que parece: un himno para resistir aunque sospeches que tu vida comienza a cobrar cierta similitud con El Álamo.

En 'Bobby Jean' hay una dedicatoria entre líneas. No es una canción de amor, sino de amistad, y está inspirada en Steve Van Zandt, carismático 'E-streeter' y viejo colega que ya había decidido abandonar el campo base una vez terminara la grabación del disco, dolido por su subordinación durante las sesiones y poco identificado con los planes de dominación mundial del nuevo Bruce.

En 'I'm on fire' hay deseo sexual y testosterona contenida en una atmósfera viciada, un poco perversa. El fatalismo se cuela en 'Downbound train' entorno a un personaje que lo ha perdido todo, y 'My hometown' cierra el álbum con una reflexión intimista que alude al apego a tu lugar de origen aunque no te ofrezca esperanzas. Un texto parcialmente autobiográfico, inspirado en la decadencia industrial de su Freehold natal, ciudad castigada, durante su infancia, por las tensiones raciales y la reconversión industrial.

Autocrítica nacional envuelta en acordes victoriosos, crónica de la América herida, melancolía, deseo, amistad, pertenencia y, después de todo, abundante vigor resistente en un disco que en 1984 sonaba como un trueno y que ahora se resiente de ciertos artificios de estudio. Decorado con una fotografía de Annie Leibovitz que ha hecho correr ríos de tinta.

No parece que el trasero de Bruce contuviera una clave 'gay', como se dijo, ni que esté orinando sobre la bandera. Más bien es una imagen que resta autoridad a las barras rojas y blancas, aunque el porqué de la elección de la foto siempre tendrá un punto de enigma. No son, en cambio, misteriosas las razones del éxito de este disco abrumador, tras el cual a Springsteen hubo que empezar a ir a verle a los conciertos con prismáticos.