Un relámpago de suspense para este verano

Mikel Santiago debuta con 'La última noche en Tremore Beach', una novela de misterio situada en la costa de Irlanda

ERNEST ALÓS / BARCELONA

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Una tormenta eléctrica que se acerca. Una extraña voz que avisa del peligro a Peter Harper, músico en crisis retirado en un pueblo de la costa irlandesa. Un rayo que lo pone todo en marcha. Visiones de una masacre, a manos de un pelotón de sicarios, que aún no ha sucedido. Una pareja de apacibles jubilados con un pasado oculto. Son los ingredientes de 'La última noche en Tremore Beach', la primera novela de Mikel Santiago (Portugalete, 1975), que hoy sale a la venta y que sus editores, Ediciones B, confían que sea una de las lecturas de este verano, como sucedió en años anteriores con otros autores sorpresa como Dolores Redondo o Joël Dicker. Elementos de novela negra, de misterio, un punto sobrenatural... "Es una novela de suspense. Sabemos que pasará algo violento en algún momento, pero no cuándo", precisa su autor, que hace unos días presentó el libro en Dublín.

"La trama surge de un 'flash', la escena en que la vecina de Peter Harper, en pleno pánico, llama a su puerta pidiendo su ayuda. Él recorre la playa y cuando llega a la casa de ella, no ha pasado nada. Este es el punto que me dirigió hacia una trama fantástica, en la que él tiene visiones, o viaja en el tiempo", explica Santiago. Es necesario mantener la incertidumbre sobre este 'o'. Es uno de los juegos de la novela que no se pueden romper.

Influencias

Referentes que cita el autor: Roald Dahl, John Connolly, Stephen King, Patricia Highsmith... Los dos últimos explican, opina, lo que ha escrito hasta ahora: "Historias de fantasmas, de terror, por un lado, y otro ramalazo de novela negra, en el que no quiero utilizar policías y detectives. Me atrae mucho más escribir desde el punto de vista del asesino, del criminal". En el caso del libro que hoy llega a las librerías, dice, "no es una novela fantástica 'stephenkinguiana'pero tampoco en la novela negra es normal que haya visiones". Sus referentes son también audiovisuales: "Me gusta ver las historias que escribo como una película. Aunque de esta novela creo que podría salir una serie al estilo de 'Twin Peaks'; hay historias laterales que se podrían desarrollar".

Tremore Beach, y el pintoresco pueblecito de Clenhburran, son dos lugares imaginarios, en los que Santiago ha mezclado algunas de sus experiencias durante su estancia en Irlanda. Por un lado, la primera idea del libro, explica Santiago, surge de un viaje, allá por el año 2007, en "un lugar aislado de Donegal", en la costa occidental de Irlanda, donde sufrió un accidente. Por el otro, Tremore Beach, la amplia playa limitada por dos oscuros promontorios donde vive aislado el protagonista de la novela, tiene también algún aire a la playa de Skerries, al norte de Dublín (si se le eliminan las casas que en realidad llegan hasta la playa). El ficticio Clenhburran, y sus habitantes, acaban siendo una especie de Cicely, el pueblecito de 'Doctor en Alaska'. El músico llegado de Dublín, sus hijos, su amiga con derecho a roce que regenta una pensión y tienda local, pero con un pasado inquietante... "Es sitio que no existe pero en el que a todos nos gustaría vivir, con las ventajas, y algunas desventajas, de las comunidades pequeñas", dice su creador. Pero crear esta pequeña comunidad tiene otra ventaja, añade: "Me interesaba que los lectores se encariñasen con los personajes. Porque toda la novela trata de una amenaza, y cobra mucho más sentido si sabes que le va a pasar algo malo a alguien que te cae bien".

Que el protagonista, Peter Harper, sea un músico en crisis tampoco es casual. Mikel Santiago, sociólogo de formación, intentó en un principio ser músico. Tuvo una banda en Bilbao, Negraloca, que no consiguió triunfar, aunque el pianista acabó tocando en las giras de Extremoduro. Eso le llevó a una triple reinvención: formarse como programador informático, buscar trabajo en la Dublín del boom tecnológico e intentar suerte con la literatura.

10 años de preparación

"Siempre he escrito cuentos, pero cuando cayó el proyecto musical, hace 12 años, empecé a escribir seriamente y me puse un objetivo: he tardado 10 años en tocar la guitarra, voy a tardar 10 años en escribir bien", explica. Empezó colgando cuentos en su blog El Relatódromo, uno de los cuales -un fotógrafo es reconocido por un estadounidense refugiado en un cottage irlandés- es otro de los embriones de su primera novela. Pasó a la autoedición digital (primero gratis y después a un euro) y acabó siendo contactado por una scout que le llevó a los brazos del agente Bernat Fiol, quien animó a dar el salto a la novela y a la edición tradicional. Con el original sobre la mesa, hubo una subasta, que ganó Ediciones B. Y aquí empieza una carrera que, por lo visto, tendrá pronto una nueva etapa, esta en Nueva York.

Un programador entre Dublín y Amsterdan

'La última noche en Tremore Beach' es, explica Mikel Santiago, una novela en la que destila su "amor por Irlanda". Un país que este programador informático dejó por Holanda aunque, paseando con el autor, por los pubs con música en vivo donde tocaba con su banda durante su estancia en Dublín, aún añorante del carácter afable de los irlandeses, está claro que querría volver. "Esta es, explica, aludiendo a la biografía de varios de sus personajes, también la novela de un expatriado, un papel en el que yo llevo ya más de siete años. Haces amistades muy profundas y muy rápidas con personas de quien desconoces su pasado". "El libro va un poco sobre eso, secretos que se esconden", añade.

De su experiencia migrante en Dublín y Ámsterdam dice que le ha dado "mucha perspectiva" sobre la política del País Vasco, sobre la confianza en sí mismo... "Vives en un limbo, el mundo de los expas, un mundo joven, lleno de gente contracorriente y con energía, gente que no está en su casa y echa para adelante". Salió enfadado con su país, pero está en vías de reconciliación: "Echo a faltar el carácter de la gente, pero tenemos un problema como país, tenemos que hacernos cargo más de nuestra propia casa. Tenemos mucho talento y somos supercurrelas, vas a empresas como Google y entre los cracks siempre hay un español. Lo que no tenemos es un país donde desarrollarnos".