El pacto de Jaume Cabré

A Jaume Cabré, escribir un libro le lleva unos siete años. Y eso antes de que el éxito internacional de Les veus del Pamano (2004) y Jo confesso (2011) le robase horas y horas de trabajo con las giras de promoción y las consultas de los traductores (de su última novela, a 23 lenguas; en octubre aparece en inglés y tanto en francés como en alemán va por los 60.000 ejemplares). Así que da miedo pensar cuánto tardará en acabar el que tiene entre manos, a pesar de que trabaja en él «cada día, mañana y tarde». E imagínense lo que supone para los sufridos editores durante los 30 años que lleva Cabré publicado en Proa, y con quienes establece un pacto cuando empieza a trabajar con ellos: «Que no se preo-cupen, porque si acaba saliendo un libro será suyo. Pero que no pregunten nada. Que si estoy escribiendo un libro, que qué estoy haciendo... Nada. Porque cuando un editor pregunta, está diciendo en realidad 'pronto será Sant Jordi' o 'hace tres años que no publicas nada'».

Estos 30 años de «fidelidad» con una editorial fueron el motivo, ayer, de un almuerzo que reunió a Cabré (y a su mujer Margarida, a quien dedica todos sus libros) con esos pacientes editores: Joan Carreras, Oriol Izquierdo y Josep Lluch (el fallecido Isidor Cònsul fue representado por su viuda, Romi Porredon). En estas tres décadas han cambiado tantas cosas... Joan Carreras explicó que, cuando Cabré recibió el premio Sant Jordi por La teranyina (1984), el jurado se reunía de verdad durante la cena, un periodista avisó al ganador cuando se abrió la plica y este llegó, a toda prisa, conduciendo desde Terrassa a Mataró, cuando la cena ya había terminado. Igual, igual que ahora.

Como el pacto con sus editores no reza para la prensa, la pregunta se hizo ayer. Pero eso no quiere decir que tenga respuesta: «Tengo personajes por casa pero no los acabo de conocer, no he encontrado aún el elemento mágico que diga 'esto funcionará'. En Jo confesso ese momento no llegó hasta que salieron el sheriff Carson y Águila Negra». Su mujer, por cierto, avisa que pueden pasar «unos cuantos años» hasta que eso suceda.