CRÓNICA

Nacho Vegas, la voz colectiva

El cantautor elevó su tono político en Barts con el repertorio de 'Resituación'

Nacho Vegas, durante su actuación del jueves en la sala Barts.

Nacho Vegas, durante su actuación del jueves en la sala Barts.

JORDI BIANCIOTTO
BARCELONA

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En Resituación, Nacho Vegas pone la palabra en primer plano y utiliza las canciones para denunciar cuadros de injusticia o insensibilidad social. Un material como el que inspiró a Woody Guthrie o Billy Bragg, si bien la cosecha del asturiano no es la más brillante de su historial, y muchas de esas piezas, que narran historias en forma de letanía, emocionan más o menos en función de la sintonía ideológica del oyente. El jueves, en Barts (Guitar Festival), alimentaron un recital con altibajos que Vegas logró sortear pese a las irónicas advertencias que lanzó en la letra de Actores poco memorables«Ahí llega Nachín con otra lúgubre canción».

Sí, lúgubres, y a conciencia, son Ciudad vampira, donde asegura que Gijón es «la ciudad más triste que jamás / una mente triste pudo imaginar», y Adolfo Suicide, que habla de depresiones y sogas, dos de las composiciones nuevas que sonaron en el primer tramo del recital, entre arreglos que iban del folk con acordeón y banjo al rock'n'roll con aullidos stonianos.

CORO POPULAR / Lo más vivo de esas canciones fueron las instrumentaciones suministradas por el grupo, con integrantes sólidos como Abraham Boba (teclados) y Joseba Irazoki (guitarra). En otras dos, Polvorado y Runrún, Vegas contó con un grupo de voces reclutadas para la ocasión, bautizado como Coro Pals a les Rodes («matafascistas y mataprogres», anunció) con la intención de dar calado popular a las estrofas.

El tono se alzó en Actores poco memorables, una de las piezas nuevas musicalmente más intensas y, a la vez, dotadas de un texto más estridente (Ramón, policía «se gana la vida como torturador»), y en La vida manca («yo entraba en un chalet y percibía el hedor y vi / un cuerpo hinchado y flotando boca abajo en la piscina, / creo que era Miguel Bosé»), pero, a esas alturas, el contraste con piezas de su obra anterior, que rescató felizmente, como La gran broma final y Cómo hacer crac, había tenido un efecto delator.

También la cita a El hombre que casi conoció a Michi Panero recordó al Nacho Vegas que, en otros tiempos, acompañaba sus versos de arrolladoras dinámicas melódicas. Un Vegas que acudió con acierto al cancionero popular en dos momentos, con Taberneros y, cerrando la noche, En el pozo María Luisa, también conocida como Santa Bárbara bendita. Esta pieza evoca la muerte de mineros en un accidente en 1947, y la interpretó, de nuevo junto al coro, previo despliegue de una pancarta con el mensaje Aturem el pla Paral·lel. La última imagen de Vegas fue esa, la de un cantautor que encuentra su motivación en la colectividad.