entrevista con el director

Denis Côté: «Quiero sacar al espectador de su zona de confort»

Denis Côté, fotografiado esta semana en Barcelona.

Denis Côté, fotografiado esta semana en Barcelona.

JUAN MANUEL FREIRE
BARCELONA

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El festival D'A de cine de autor dedica este año su retrospectiva al director canadiense Denis Côté, pequeño héroe del cine de Quebec conocido por sus insólitas mezclas de géneros. Hoy asistirá a la presentación de su último trabajo, Que ta joie demeure, en la Filmoteca de Catalunya (20.00 horas), donde mañana podrán verse Carcasses (19.00) y Vic + Flo ont vu un ours (22.00)

-Parece sentir simpatía por los personajes solitarios, aislados de la sociedad. Se ve en Curling y Vic + Flo ont vu un ours.

-Quizá porque yo soy un poco eso. De ningún lado en particular. Soy de Quebec, pero nací en otra región. También fui crítico antes de ser director, algo poco frecuente en Quebec. Mis películas, sea como sea, al menos las de presupuesto sólido, hablan de gente que conecta o trata de reconectar con la comunidad.

-Suele fichar a actores cuyo rostro desgastado habla por sí solo. ¿Influjo de Kaurismäki?

-Los actores de Aki -una de mis principales referencias- tienen caras muy cinematográficas. Incluso cuando trabajo con gente real, busco esas caras. Me encanta hacer el casting. Intento evitar las caras normales.

-Ha hecho ficción que a ratos parece documental (Curling) y documentales con algo de ficción (Bestiaire). ¿Están tan lejos ficción y no ficción?

-No, en absoluto. En cuanto tomas una decisión, ya no estás haciendo un documental. Tan pronto como existe un autor en una obra, la mirada está ahí. Yo he intentado hacer películas que fueran observaciones objetivas: Bestiaire, de los animales en un zoo; Que ta joie demeure, de los trabajadores de una fábrica. Y he llegado a la conclusión de que la objetividad no existe. Con Bestiaire, la gente me llegó a dar las gracias por denunciar la crueldad contra los animales, algo que ni siquiera pretendía hacer. Pero está bien.

-Sus filmes suelen desafiar las expectativas. Tampoco cuando se acerca al género, como en el casi-thriller Vic + Flo ont vu un ours. No le gusta tratar al espectador de bovino.

-No me gusta que me traten así cuando veo una película. Esa sensación de decir ¿qué diablos tengo delante? al ver un filme, es maravillosa. He advertido que, si querer, mis películas siempre tienen dos partes. En algún punto dinamito todo lo que vino antes. Mire por ejemplo una película como Carcasses (2009): parece un documental y de golpe, ¡blam!, aparece la ficción. No quiero jugar con el espectador. Más bien se trata de sacarlo de su zona de confort.

-Como ha explicado, antes de ser director fue crítico. ¿Cómo ha afectado esto a su cine? ¿Le daba miedo ser juzgado por sus colegas? 

-Lo dejé en el 2005. He tenido tiempo para adquirir mi estilo, alejarme de aquello. Al principio, algunos decían «está copiando a este, este y este», porque sabían mis gustos. Tras ocho películas ya no me pasa. Me respetan por los premios, la acogida internacional. Además, me he hecho mayor, las plantillas se han renovado y ya no conozco a muchos de los críticos.

-Ha rodado una nueva película prácticamente cada año desde el 2005. Mi pregunta es…

-¿Cómo lo he hecho? (risas).

-¡Exactamente!

-Ha pasado de forma casi accidental. El cine es mi pasión. Cuando solo tienes una obsesión, te empeñas en desarrollarla. De las ocho películas, solo tres son grandes y con un verdadero guión. El Gobierno de Quebec ayuda; hacemos unos 35 filmes al año para seis millones de habitantes. Por otro lado, tengo una enfermedad degenerativa y eso me lleva a querer aprovechar mi tiempo lo mejor que pueda.

-¿Qué será lo próximo?

-La última película, Que ta joie demeure, ha sido pequeña, así que estoy preparado para una grande. Por primera vez, será una película con mucho diálogo, en lugar de sobre personajes que no se comunican.