entrevista con el trovador de Solsona

Roger Mas: "Componer una canción cuesta cada vez más"

"Una iglesia no es buena para la música, pero es donde sonarán mejor 'Les cançons tel·lúriques'"

Roger Mas «Componer una canción cuesta cada vez más»_MEDIA_1

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JORDI BIANCIOTTO / Barcelona

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El trovador de Solsona edita, por primera vez, Les cançons tel·lúriques (2008) en vinilo, en un doble álbum que potencia las propiedades sonoras de este clásico moderno de la canción de autor, asentado en la obra El cel, de Jacint Verdaguer. Lo celebra reviviéndolo el viernes (21.00 horas) en el Festival del Mil·lenni, en un marco inédito en su trayectoria, la iglesia de Santa Maria del Pi.

-¿Tiene la sensación de que Les cançons tel·lúriques es algo más que un disco que se promociona durante un período y luego se archiva? ¿Es un cancionero que le acompañará toda la vida?

-Creo que sí. En mi obra hay canciones como las de A la casa d'enlloc, Mística domèstica y dp, y luego otras, como las tel·lúriques, tienen una temática distinta, quizá más espiritual. Voy recurriendo a ellas cada cierto tiempo; la útima vez fue hace año y medio en Porta Ferrada. El recital ha ido cambiando: ahora incluye El dolor de la bellesa, piezas de Casafont...

-Es un material místico, incluso cuando habla de la «pàtria». 

-Se refiere al cielo. Verdaguer creía que nuestra alma viene del cielo y que, cuando morimos, volvemos a esa patria original, y mientras tanto vive desterrada. No sé si lo veo como él, pero me gusta imaginarlo así.

-¿Fue idea suya llevar ese repertorio a Santa Maria del Pi?

-Mi primera idea fue Santa Maria del Mar, pero cantantes que ha actuado allí me dijeron que, para mi propuesta, acústicamente sería un drama. Luego surgió Santa Maria del Pi y me pareció más adecuado.

-Una iglesia, ¿es un buen escenario para un concierto?

-No, no es buena para la música, ni siquiera la música clásica, pero es donde ese repertorio sonará mejor debido, precisamente, a su reverberación natural. Los mantras, los goigs... La reverberación crea dificultades cuando hay batería y muchos instrumentos; favorece formatos pequeños y de notas largas.

-¿Cambian las canciones por el hecho de interpretarlas en otro lugar?

-Sí, creo que los mantras encontrarán su espacio ideal. Una iglesia nos hace sentir cosas desde el momento en que nos sentamos en el banco. No es lo mismo escuchar los goigs en un auditorio que en una iglesia, que potencia su fondo místico.

 

-¿Ganan las tel·lúriques en vinilo?

-No creo que cualquier disco suene mejor en vinilo, pero sí estas. Ayer estaba con un amigo mirando vídeos de cuando éramos jóvenes: Rage Against The Machine, Pearl Jam, Jane's Addiction... Los escuchábamos en un iMac y mi amigo dijo: «¡Claro que ahora triunfa Manel!».

-Huy, lo que ha dicho...

-Lo dijo mi amigo, no yo, ¿eh? (ríe) Pero quizá sí que a la gente le gusta la música más delgada, de baja fidelidad, porque la escucha en mp3, y no es como antes, que te sentabas en un sofá, ponías el vinilo y lo oías en unos altavoces gigantes. La música no es solo auditiva, también es táctil, como dice el pianista de mi grupo, Xavier Guitó. Y ahora, como se escucha música en malas condiciones, la gente tiene más necesidad de ir a los conciertos, porque la música grabada ya no le hace vibrar.

-Planea otro recital nuevo, la reconstrucción de su tercer disco, El camí de les serps... (2001), tal como lo concibió originalmente. ¿Está en una etapa de mirar hacia atrás?

-Sí, los periodistas suelen considerar eso malo (ríe). Yo siempre miro hacia adelante y hacia atrás, constantemente. Pero es cierto que hace tiempo que no publico canciones nuevas, y esto se acabará el año que viene. En el 2014 no quería sacar disco: nacía mi hija Aurèlia.

-Hara cinco años de A la casa d'enlloc, su último disco con canciones nuevas.

-Componer canciones me cuesta cada vez más porque me doy cuenta de que muchas ya las he hecho. Te salen, pero no es suficiente: quieres que sean diferentes, o que digan lo mismo de otra manera. Tengo ocho discos, 120 canciones, la mayoría escritas por mí. Los artistas con 30 discos acaban siendo repetitivos. Supongo que tengo un estilo, pero creo que mis discos son todos diferentes porque me peleo con mi propio aburrimiento. Pero ahora que me compraré una Fender Telecaster...

-La guitarra eléctrica de Bruce Springsteen, Jimmy Page...

-Me lo dijo Quimi Portet: «¡Te hace falta una Telecaster!». Estoy decidido. Canciones como Les maragdes son más interesantes con esa guitarra. Y las que salgan. Ya veremos.

-¿Cómo serán las que vendrán?

-El próximo disco tendrá aires de frontera, de spaghetti-wéstern, con trompeta mariachi, quizá alguna pieza tradicional, una canción de cuna con forma de mantra, quizá las inéditas de El camí de les serps..., cosas al piano que me están saliendo... Estoy investigando, me interesa el lied y me gustaría musicar Pandémica y celeste, de Gil de Biedma. Me siento en un momento dulce, muy inspirado. Creo que es la primavera.