Los nuevos álbumes de dos formaciones de éxito

Vetusta Morla se indigna

Vetusta Morla: de izquierda a derecha, Álvaro B. Baglietto, Guillermo Galván, David García, Pucho, Jorge González y Juanma Latorre.

Vetusta Morla: de izquierda a derecha, Álvaro B. Baglietto, Guillermo Galván, David García, Pucho, Jorge González y Juanma Latorre.

JUAN MANUEL FREIRE
BARCELONA

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Vetusta Morla pueden alardear de público incondicional, y aunque todavía no se la han pegado comercialmente con ningún leve giro, admiten cierto nerviosismo ahora mismo, cuando su nuevo disco solo hace unas horas que ha salido. «La víspera de salir el disco parecía la noche de reyes, cuando estás nervioso por saber qué te dejarán al día siguiente. Te levantas corriendo para ver qué te han traído», explica a este diario Álvaro B. Baglietto (bajista) en conversación telefónica.

Lo que les ha traído por ahora La deriva -que así se llama su tercer disco- es, por ejemplo, el número uno en la lista de iTunes. También la crítica ha sido en general muy favorable, destacando la urgencia de su sonido y una actitud política que ha pasado de la insinuación metafórica al ataque casi frontal. El pop épico-poético de la banda de Tres Cantos (Madrid) ha ganado en claridad a todos los niveles.

«Música y letra van unidas», explica Álvaro. «La idea musical es la idea lírica». Forma y fondo son, o deberían ser, indivisibles. Y así es como concibe su proyecto el grupo que completan Juan Pedro Martín Pucho (voz), David García el Indio (batería), Jorge González (percusión), Guillermo Galván (guitarra) y Juanma Latorre (guitarra y teclado), cuyo nombre hace referencia a la famosa tortuga de La historia interminable de Michael Ende. Pero Vetusta no hablan tanto de fantasía como de la realidad.

«Nos ha tocado vivir el 15-M, los movimientos de indignados… En estos últimos meses solo hemos recibido inputs constantes de desahucios, engaños, malas noticias. Es inevitable estar enfadado. El disco ha salido así de urgente y arisco por lo que nos ha tocado vivir, no solo uno a uno sino también como sociedad. Por eso tiene menos florituras que los anteriores», es decir, Un día en el mundo (2008) y Mapas (2011); el año pasado compusieron también la banda sonora del videojuego Los ríos de Alice.

EL BOCA A BOCA / En cualquier caso, la indignación de Vetusta Morla trata de ser un asidero antes que un callejón sin salida. Quiere incitar al cambio. «El nuestro es un enfado con aristas», dice Álvaro. «Hemos querido subrayar que existe la esperanza. Tras la indignación tiene que haber algo constructivo». Hay rabia en una canción como Golpe maestro: «Fue un atraco perfecto, excepto por esto: nos queda garganta, puño y pies». Pero las letras del álbum apuestan también por el haz de luz, a veces a través de esa forma poética que «es el sello Vetusta Morla».

Vetusta Morla nacieron a finales de los 90, pero no fue casi hasta finales de la década siguiente que editó su primer álbum oficial, Un día en el mundo. El boca a boba hizo su trabajo y llegaron a vender más de 40.000 copias de aquel disco bajo la clara influencia de Radiohead. El público pareció congeniar con la visión pop de Vetusta, que dejaba a un lado las medias tintas para apostar por la épica y una nada disimulada ambición literaria.

Mapas (2011) vendió algo menos (más de 20.000 copias), no sabemos si por su cariz más experimental -a todos los niveles: sonido, instrumentación, letras- o porque, simplemente, cada vez se venden menos discos. Siguieron agotando conciertos y en el Día de la Música del 2011 congregaron a más de 15.000 personas en el Matadero de Madrid, donde Pucho reivindicó un todavía fresco movimiento 15M. Muchos de los directos de la gira que inician el 24 de abril en Murcia ya están agotadas, como los dos de Barcelona (9 y 10 de mayo en la sala Razzmatazz). Aquí también se les podrá ver, no obstante, en la próxima edición del festival Cruïlla, en julio en el Parc del Fòrum.

El secreto de su éxito quizá radique en que, en tiempos como los que nos ha tocado vivir, al público le sienta bien el empuje extra de unas canciones así de impetuosas, casi heroicas. Son una ayuda contra el desánimo. «Supongo que algo de eso hay», dice Baglietti. «El arte no deja de ser un reflejo del día a día… A lo largo de la historia ha acompañado a los eventos sociales y políticos».

Como grupo singular que es, sobre todo por la voz de Pucho y las letras, Vetusta también cuenta con su cuota de detractores, que no es pequeña. Ellos dicen no pensar en las críticas, sean malas o buenas. «Ya lo aprendimos con el primer disco. No hay que hacerles caso porque te pueden bloquear. Las malas pueden ser salvajes. Y las buenas, demasiado celestiales».