EL AUTOR DE 'HISTORIA DE AQUÍ' CUMPLE 50 AÑOS DE CARRERA

Medio siglo con Forges

El dibujante publica una antología de sus mejores chistes gráficos

El dibujante Antonio Fraguas, Forges, en Madrid.

El dibujante Antonio Fraguas, Forges, en Madrid.

ANNA ABELLA
BARCELONA

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Medio siglo de carrera va a cumplir Antonio Fraguas, Forges (Madrid, 1942), desde que el 13 de mayo de 1964 publicara su primer dibujo en el diario 'Pueblo', un año después de que Jesús Hermida le descubriera gracias a los 40 chistes que el entonces técnico de telecine de 21 añitos ideó con los lápices del departamento de rotulación de TVE (donde trabajó hasta los 32) mientras se aburría en un tedioso puente de San José. Cincuenta años y 80.000 chistes después -entre prensa, cómics y revistas como 'Interviú', '10 minutos', 'Por Favor', 'El Jueves', 'La Codorniz'...-, inmune al síndrome del papel en blanco, mantiene «la misma entrega y devoción que el primer día» para sentarse ante el pupitre y sacarle punta al mundo, un trabajo «maravilloso», su «descanso cotidiano», que celebra con 'El libro (de los 50 años) de Forges' (Espasa), una contextualizada antología de sus dibujos, algunos de ellos inéditos.

Aunque se ve más «transmisor de palabras» que inventor de un 'Diccionario forgiano' (al final del libro), ha popularizado términos como 'tocata', 'muslamen', 'segurata', 'agradeibol', 'cubata', 'segurata' o 'metisaca'. «Como dice Álex Grijelmo, es el genio del lenguaje, que prescinde de lo innecesario. Yo aplico esa economía de las letras: 'vasereso' o 'virgensantamorhermoso'... Primero dibujo los 'fumetti' y luego escribo dentro. Un día, como 'bocadillo' entero no me cabía, escribí 'bocata'».

En estos años, de su chistera han nacido personajes ya clásicos como sus queridos Blasillos y Mariano el sobrio, los náufragos, los oficinistas y los funcionarios, que reflejan, como dice Luis Eduardo Aute, «la sabiduría elemental del pueblo llano (...), del españolito de a pie». «Del europeíto de a pie, quizá», precisa Forges, sorprendido de la vigencia de muchos de sus chistes más antiguos. «Han variado las formas pero las mentes no. Lo que sí ha cambiado en estos años es el papel de la mujer. Cómo ha asumido y tirado del carro ante la indolencia y la estupidez masculina. Y lo digo con conocimiento de causa: tengo tres hijas, cinco hermanas y una esposa». Y como en sus viñetas, no escatima elogios a la mujer. «El humor es una cualidad femenina. Las mujeres no sois violentas ni montáis guerras porque tenéis otras soluciones para los problemas, y una es el humor».

Forges, ya de niño admirador de Francisco Ibáñez, evoca cómo la censura le llevó ante un juez, que, tras la vista y sin más consecuencias, le pidió un autógrafo para su señora. O cómo un día de viento acabó en la Dirección General de Seguridad por partirse de risa al ver a un policía perseguir su gorra con la porra. «El comisario me dijo: '¿usted está loco o qué? ande, salga con cara de compungido y ya está'». «Pero aparte de lo injusto y las barbaridades de la guerra, el franquismo era el reinado de la estupidez. Y mucha estupidez se mantiene, como esta nueva ley de seguridad ciudadana», añade.

ETA Y LOS ULTRAS / Siguen los recuerdos, algunos oscuros, como las amenazas de la ultraderecha -«Era inconcebible. Me llegó un anónimo. Decía: 'Sabemos a qué guardería van tus hijas y les vamos a borrar los ojos con lija'»- o cuando no escatimaba los chistes contra ETA: «En Pamplona a un joven que leía un libro mío en la biblioteca, un etarra le pegó un tiro en la nuca. Murió sobre el libro. Cómo se puede ser tan salvaje y tan increíblemente estúpido a la vez».

El autor de 'Historia de Aquí' e 'Historia Forgesporánea' regresa al presente. «Esta clase de política es infumable, la política no es mala, tampoco los políticos, pero estos políticos que nos han tocado ahora sí». Y, convencido del poder del humor, sigue afilando la artillería crítica: «Los que sí alteran el orden son los sinvergüenzas que se han forrado con todos nosotros y es con ellos con quienes hay que tener cuidado, que controlen a los de los bancos. Aunque al menos la sociedad ha coartado algo la chulería de esa gentuza. Los del Palau por ejemplo ya no irán tan tranquilitos por la calle». Una calle en la que sí echa de menos los piropos. «Ahora los hombres solo miran su iPhone».