filántropo con trampa

De qué lado está Bono

¿Por qué un cantante de rock es tan bienvenido en los más cerrados círculos de poder? ¿Cómo las personas más influyentes del mundo, desde Angela Merkel hasta Bill Gates, se desviven por su compañía? ¿Es la voz de los desposeídos o la buena conciencia de los poderosos? ¿Es una excepción o el símbolo de una nueva élite que aúna capitalismo y buena conciencia?

Bono con su esposa, Ali Hewson, en una foto captada por Annie Leibovitz para una campaña de Louis Vuitton.

Bono con su esposa, Ali Hewson, en una foto captada por Annie Leibovitz para una campaña de Louis Vuitton.

POR ANTONIO BAÑOS

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Durante unos segundos, el mundo quedó horrorizado. Era el congreso del Partido Popular Europeo que se celebraba en Dublín. Y Bono, cantante de la banda irlandesa U2, dirigía un alegato para que los europeos consumiesen productos españoles para ayudar a la recuperación del país. Y entonces llegó a plantear que quizá U2 debiera grabar un disco de flamenco. Y el horror se abrió ante nosotros. Gracias a dios, Bono desestimó inmediatamente esa idea. Pero el horror persistió en mucha gente al ver cómo el paladín de las grandes causas se abrazaba a Angela Merkel y defendía la bondad del capitalismo y de la desregularización fiscal. ¿Es Bono de izquierdas o de derechas? ¿Está con ellos o con nosotros? Quizá simplemente pertenece a la parte más compasiva de la élite global que nos gobierna.

El debate sobre si la acción pública de Bono es eficaz y auténtica o una pantalla para tapar las miserias del sistema lleva activo desde los años 80 y no parece extinguirse. El periodista y activista George Monbiot firmó una de las más célebres diatribas contra Bono en un artículo del 2005 titulado 'Bardos de los poderosos'En él, argumentaba que la campaña contra la pobreza que Bono y Bob Geldof habían iniciado permitía a las élites aparecer como los salvadores de los pobres. Jamie Drummond, uno de los más estrechos colaboradores de Bono, replicó que: «Gracias al poder del pop, temas que solo estaban en la agenda de la izquierda son ahora, 'mainstream', populares». 

LIVE AID: EL ESPECTÁCULO DE LA COMPASIÓN

«Rock contra las cosas malas». Así definía Bono la filosofía de la banda durante los 80. Era cuando grandes patrocinios morales acompañaban sus 'shows:' Amnistía Internacional, Nelson Mandela, Greenpeace... Una época que tiene una fecha central: 1985. Bob Geldof, atormentado por las imágenes de una hambruna en Etiopía, consigue montar el festival Live Aid y poner en sintonía una ecuación ganadora: pop, solidaridad y televisión global.

Dylan Jones, en su impagable libro sobre este concierto ('One day, one decade'), nos recuerda que más gente vio a Geldof  en el concierto que a Neil Amstrong llegando a la Luna. Jones destaca también, sea dicho a modo de anécdota, cómo Freddie Mercury arrambó ese día al bueno de Bono entre bambalinas con intenciones no exactamente benéficas. Desde ese día, los más avispados exprimieron a fondo la fórmula. Por un lado Sting y Raoni, jefe de una tribu amazónica. Por otro, Bono estrechando manos de mandatarios vestido un poco como el Che quedaron como iconos de la nueva industria de la solidaridad.

Bono hizo suya la causa de la condonación de la deuda de los países pobres que propugnaba la plataforma 'Jubilee 2000'En Génova 2001, mientras la ciudad ardía en protestas por la cumbre del G-8, Bono y Condoleeza Rice sentían un flechazo mutuo que aún continua. La Administración Bush incorporaría parte de las demandas de Bono a cambio de una bendición por parte del cantante a los republicanos. En un gesto mediático casi paródico, el secretario del Tesoro Paul O'Neill y Bono se fueron de gira por África. Como si se tratase de Stanley y Livingston o, mejor, de Tintín y Haddock, la 'tournée' tuvo escasos resultados prácticos pero O'Neill dimitió a su regreso. Algunos dicen que fue por la mala conciencia despertada por Bono. Era el año 2002.

En el 2005, y aún inmersos en la campaña por la condonación de la deuda, Geldof y Bono lideran el festival global Live 8 para presionar las conciencias de los líderes del G-8 reunidos en Escocia. El evento cuenta con figuras como George Clooney, Susan Sarandon y hasta James Brown. Y, claro está, con el patrocinio y explotación de Time Warner, Volvo, Nokia, EMI y Disney. Rock, deuda y televisión por satélite. Volvía la fórmula imbatible. Nada sobre la guerra de Irak ni Afganistán.

FUNDACIONES Y NEGOCIOS

El activismo según Bono no pasa por partidos ni por movimientos sociales. Empresas y fundaciones son las formas más eficaces de ayudar a los pobres. El imperio del bien que ha levantado Bono se forjó sobre cuatro patas. La primera fue DATA, es decir, Debt, AIDS, Trade, Africa (Deuda, Sida, Comercio y África), fundada junto con su amigo y socio el inversor y miembro del clan Kennedy Bobby Shriver (cuñado a la sazón, del gobernador Schwarzenegger). DATA se disolvió en el 2008 dentro de un proyecto mayor: ONE Campaign. Una organización-conglomerado de causas y patronos entre los que destaca el matrimonio Gates, siempre cercanos a Bono y su universo.

Sin embargo, ONE no lleva una vida tranquila. El 'New York Post' desvelaba cómo de los 15 millones recibidos en el 2008, ocho fueron a parar a sueldos, y el resto, a costosísimas campañas de publicidad que incluían regalos caros a varias redacciones de medios para que cubriesen precisamente la acción benéfica de ONE. Según el Post, solo el 1,5% de lo recaudado eran donaciones efectivas contra la pobreza.

Y si polémica es ONE, más aún lo ha sido RED. (Product) RED es una organización fundada por Bono en el 2006 que comercializa todo tipo de 'gadgets' y productos bajo la promesa de dedicar los beneficios a la lucha contra el sida y la deuda. «Comprar RED salva vidas» es su aventurado eslogan. El hecho de que para combatir la pobreza se vendan objetos exclusivos y de lujo ha sido fuertemente discutido. Más controversia han causado los socios de RED que incluyen a American Express, Armani, Converse, Gap, Bank of America y Starbucks. El lugar y condiciones de fabricación de los objetos RED también ha sido puesto en duda por diversas autoridades que no creen que sea inmune a las subcontrataciones y externalizaciones. Si uno entra en su web (Red.org) solo encontrará tres opciones a modo de pestaña: compra, actúa y aprende. Significativo.

Más allá de su lado benéfico, Bono tiene también un duro perfil de inversor global. Elevation Partners es una firma de capital-riesgo de la que es fundador y socio. Con Elevation, Bono compró en el 2006 parte del grupo Forbes que edita la revista homónima sobre millonarios. Hay que destacar que, tras la compra,  el grupo Forbes recortó plantilla y rebajó los planes de pensiones de los empleados. También invirtió en videojuegos, aunque su éxito más sonado fue su negociación en el 2009 con Facebook, por la que se quedó con el 1,5% de las acciones de la red social. Eso le hizo, al salir a bolsa, ser el músico más rico del mundo.

Bono participó activamente de la burbuja inmobiliaria irlandesa al proyectarse la llamada U2 Tower en Dublín, que iba a ser el edificio más alto de Irlanda. Una obra diseñada por Norman Foster que acogería, además de un hotel de lujo, los estudios de la banda. De los 55 millones de euros iniciales presupuestados se pasó a 200 en el 2011, justo antes de que se paralizasen las obras. También Bono tuvo, como El Pocero, su propia Seseña.

SIMPATÍA POR HOLANDA

El periodista francés Frédéric Brunn-quell persiguiendo a Bono por París para preguntarle sobre dónde pagaba sus impuestos. Esa fue una de las imágenes de impacto del documental de TF2 titulado Paraísos fiscales. La Gran Evasión, emitido en el 2008. Desde que cambió en el 2006 la legislación irlandesa sobre la tributación de los compositores, los U2 decidieron trasladar sus negocios a Holanda. Según el documental, eso había supuesto desfiscalizar ese año unos 150 millones de euros. Pero los U2 no fueron los primeros. En los años 70, los Rolling Stones también demostraron ser unas majestades satánicas para el fisco y ya empezaron a tributar en los Países Bajos, que cuentan con las Antillas Holandesas como paraíso fiscal.

Ante las protestas de sus compatriotas, el mánager de los U2, Paul McGuinness, dio una explicación acorde a los tiempos. «Al igual que cualquier otra empresa, U2 opera de manera eficiente en temas fiscales». Y remató: «U2 es un negocio global que cotiza de forma global».

En el congreso del Partido Popular Europeo de Dublín de la semana pasada, Bono fue más explícito en esta filosofía y recordó: «Es gracias a la competencia tributaria que Irlanda ha salido adelante». Las bajísimas cotizaciones por impuesto de sociedades de Irlanda, es verdad, cimentaron el auge del llamado Tigre celta.

BONOLIZACIÓN DE LA POLÍTICA

El economista Kenneth Rogoff escribió, excitado, en la revista Time en el 2006 que Bono había aparecido en el Foro de Davos de ese año con una «idea excelente»: una tarjeta de crédito American Express Roja, «donde el 1% de las compras debían ir a un fondo global para combatir el sida». Roggoff añadía, satisfecho: «Y la tarjeta era muy cool». Bono es ya un rostro inevitable e inofensivo en la fiesta del turbocapitalismo que es el foro en la estación de esquí de Davos. En la edición de este año, debatió con el primer ministro británico David Cameron e hizo una de sus típicas bromas subversivas: «Los criminales no se ocultan sino que llevan gorros de esquí». Todos rieron.

La figura de Bono regañando a los ricos mientras les saca calderilla se ha convertido en un tópico de principios de siglo. Se trata de la conciencia de los magnates del talento como JobsGates o el propio Bono, frente a la descarnada avaricia del capitalismo clásico de Wall Street. Una escenificación recurrente de un combate que no es tan inocente como parece.

Bono forma tándem intelectual con Jeffrey Sachs, un economista cuyo libro del 2005 El fin de la pobreza causó un profundo impacto. Autor de unas brutales políticas de ajuste en la Bolivia de los 80, Sachs combina a la perfección la nueva doctrina que hace del liberalismo extremo la única vía para acabar con la pobreza. Unas tesis que el propio Bono ya apoya de manera explícita. «Creed en el capitalismo, encontraremos una salida», dijo en los primeros años de la crisis. En Georgetown, Aznar nos deslumbró con su genio. Y fue allí mismo donde Bono, en el Global Social Enterprise Event del 2012, resumió su conversión: «El emprendimiento capitalista saca a mucha más gente de la pobreza que la ayuda al desarrollo».

El mensaje es claro: confiad en nuestro talento. Si supimos enriquecernos, sabremos cómo repartir esa riqueza. Atrás quedan parlamentos, ideologías y sociedades. Los grandes hombres deben dirigir este nuevo gran mundo. Y Bono es uno de ellos.