VERSIÓN LÚCIDA Y AGRIDULCE DEL CUENTO DE SAINT-EXUPÉRY

Un académico en el Lliure

José Luis Gómez, único actor miembro de la Real Academia Española, protagoniza 'El principito'

Un hombre de palabra 8Gómez, ayer, en el Lliure de Gràcia.

Un hombre de palabra 8Gómez, ayer, en el Lliure de Gràcia.

IMMA FERNÁNDEZ
BARCELONA

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«Lo esencial es invisible a los ojos», dejó escrito Antoine de Saint-Exupéry en el tercer libro más leído de la historia, tras la Biblia y El capital. «Lo esencial es el ser. Lo que está detrás de todo lo que somos. No es matérico, tangible, es espíritu», sentencia José Luis Gómez. El actor, director de La Abadía de Madrid y recién  -y único como actor- sillón de la Real Academia Española, recala hoy en el Lliure de Gràcia reencarnado en un principito mayor y alcohólico que emprende su último viaje hacia la muerte. Le acompaña la actriz Inma Nieto, que se desdobla en aviador, rosa, rey, serpiente... Una versión del director Roberto Ciulli en la que, apunta Gómez, aparece «travestida, metida entre líneas», la historia real del autor. Saint-Exupéry escribió el cuento en el exilio de EEUU afectado «por la tragedia de su Francia invadida y por su desastre matrimonial». En la obra, el avejentado personaje viaja «a la búsqueda de los errores de su vida y al reencuentro del amor desperdiciado».

Gómez también pasa revista a sus equivocaciones. «Con los años vas revisando la existencia humana, y ves aquello que deberías haber hecho de otro modo, pero no lo supiste hacer. Yo creo que no he errado intencionadamente. Si he hecho el mal a alguien es porque no lo sabía. Pero todo ser humano debe plantearse las consecuencias de sus actos. Forma parte del proceso de construcción que es la vida».

En ese proceso el dolor se convierte en «ingrediente fundamental». Hay que asumir el sufrimiento, y ahí retoma la grandiosidad de la propuesta de Cristo. «Esa voluntad de sufrimiento es un símbolo grandioso», recuerda un hombre en el que constantemente «aletea la ansiedad del sentido» de la vida. ¿Quién soy? ¿Qué razón tiene nuestro corto paso por la tierra?, se pregunta en sus noches y dormires. «Si eso es ser religioso, lo soy». La experiencia religiosa es clave para el ser humano, lo ha sido siempre, recuerda.

El académico adorna su habla de poesía. «Somos soplos preciosos que aparecen en la tierra», dice al tiempo que lamenta estos tiempos en los que las relaciones humanas se han «monitorizado» y tornado «utilitarias». Obras como El principito nos pueden enseñar el buen camino. «El teatro proporciona unas impresiones muy profundas. Son las impresiones las que nos constituyen, van formando nuestro interior, y en esta obra hay impresiones valiosas». 

Hay que contar con los errores de los políticos, asume el director de La Abadía, teatro que sin librarse de las «zozobras del sector» ha sabido, con el acento en la palabra, ser un referente en el país. Pero hablando de lengua, «instrumento fundamental» de nuestra especie, Gómez es tajante: «La cultura de masas es muy empobrecedora con la lengua. El lenguaje se ha empobrecido mucho, lo que también implica un deterioro neuronal.  El ser humano ya no es capaz de expresar con matices y calidades lo que siente y percibe».