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BCN se rinde al 'hermano mayor' de Vázquez Montalbán

ERNEST ALÓS / Barcelona

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Andrea Camilleri, a sus 88 años y con la vista velada, hace muchos años que no viaja. Pero cuando al escritor siciliano, padre del inspector Salvo Montalbano, le llegó la invitación de BCNegra para recibir el premio Pepe Carvalho, hizo una excepción. «A Barcelona, sí que voy. A Barcelona, sí que vuelvo», dijo ayer en el Saló de Cent. Por la «amistad y el afecto» que ha recibido en esta ciudad, a la que no regresaba desde el año 2001, y para recordar una relación que se truncó en el 2003, cuando murió en Bangkok Manuel Vázquez Montalbán, el «cómplice» con el que le unía una «amistad siciliana», el «hermano menor» al que ayer recordó con lágrimas en los ojos.

En su novena edición, el festival de novela negra que homenajea a Vázquez Montalbán con el premio Carvalho, y que nació de un encuentro europeo que recordó al escritor en el 2005, ha rendido homenaje finalmente al anciano novelista que bautizó a su gran personaje, Salvo Montalbano, como gesto hacia su colega barcelonés. El círculo se cierra. Y lo especial de la ocasión se notaba ayer en el ambiente, y en los tres salones con pantallas gigantes que tuvo que habilitar el ayuntamiento.

REPASO A UNA AMISTAD / Camilleri quiso dedicar sus palabras a su amigo barcelonés, de quien empezó recordando cómo su cara había cambiado cada vez que se encontraban «pero siempre tenía la misma sonrisa». En los años 80, cuando ni se le había ocurrido escribir una novela de género, descubrió en Asesinato en el Comité Central su «ideal de novela negra», aquella en que el ambiente es tan importante como la intriga. Y en 1993 la lectura de El pianista le sugirió una solución para evitar que su novela La ópera de Vigàta fuese «la más aburrida jamás escrita». Un mes después abordó su primera novela negra, La forma del agua. «Espontáneamente le di las gracias creando a mi comisario Montalbano», explicaba anoche.

Pero aún no se conocían. Hasta que en 1998 el secretario general del PCI, Massimo d'Alema, invitó a ambos a Módena para hablar de la montalbaniana O César o nada en la fiesta de L'Unità. Esto es conocido. No tanto lo que ayer añadió: «D'Alema estaba convencido de que la novela era una metáfora del PCI. Algo que estaba muy lejos de las intenciones de Manolo. Pero él le seguía el juego irónicamente y yo le hice de comparsa. Nos hicimos cómplices inmediatamente. Y allí nació una amistad a la siciliana, aquella en la que te entiendes solo con un guiño». «Era difícil que sucediese, él era 14 años más joven que yo, pero tenía más experiencia que yo en algunas cosas, y yo más que él en otras, así que podríamos confesarnos nuestras dudas y miedos y compartirlos». Hasta llegaron a plantearse escribir una novela a cuatro manos.

UN DÍA OSCURO / La voz de Camilleri se rompió al final de su discurso, cuando recordó la «mañana triste» en que supo que su amigo había muerto en Bangkok. Así acabó ayer su intervención, con un pañuelo en la mano: «Era un día luminoso, en Roma, pero de repente todo se oscureció. Me encerré en mi estudio y me puse a llorar como se llora la muerte de un hermano pequeño. Es injusto, que muera antes un hermano pequeño. Pero dos horas después llegó un paquete. Era su último libro publicado en Italia. El título, Happy End. El subtítulo, Pero la historia no acaba aquí... Mensaje recibido».