EN BUSCA DEL LECTOR

La cosecha negra en catalán más reciente

Andreu Martín.

Andreu Martín.

ERNEST ALÓS / ANNA ABELLA

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La efervescencia de la novela negra en los últimos años se ha producido también en catalán. Pero mientras que la novela histórica se ha convertido en una cantera de best-sellers, los superventas en catalán aún no llegan teñidos de negro y los autores con cierta audiencia son contados (Andreu Martín, Teresa Solana, Marc Pastor...) o en lengua castellana (de Giménez Bartlett a Toni Hill y Carlos Zanón). Boom, con todo, lo hay. Pero de momento, sobre todo, de oferta, en gran parte debido a las pequeñas editoriales que hacen de lo negro una apuesta de futuro (Alrevés, Llibres del Delicte, Meteora) mientras sellos consolidados como los de RBA y 62 muestran señales contradictorias sobre su interés por el género.

ANDREU MARTÍN

Cargado de mala leche

Dice Andreu Martín que algunos de los lectores que le habían perdido la pista desde una novela tan lejana como Prótesis (1980) lo reencontraron el año pasado con Societat negra, el premio RBA sobre la mafia china. «Me dicen que he recuperado aquella trempera; quizá porque ambas estaban cargadas de mala leche, porque ambas estaban escritas en un ambiente hostil», sospecha. Esta línea de mala baba ante la crisis y la corrupción, promete, ha intentado mantenerla con la novela de título inacabable con la que ganó el premio Ciutat d’Alzira de novela, que publica la editorial Bromera (una muestra más de que lo negro ya ha salido del gueto del género): Les escopinades dels escarabats no arriben al setè soterrani del pedestal on s’aixeca la meva estàtua. Un título que define la actitud de los poderosos ante las protestas indignadas (en la novela, el empresario Germán Rojo, que cree que no le llegarán las ondas de choque del asesinato de dos socios de una asesoría financiera). En este caso, sin embargo, quizá las escopinades de un periodista, un policía informático y una prostituta sí lleguen a dar «entre ceja y ceja» a su objetivo. «La novela negra no puede superar ya la realidad que vivimos, pero sí al menos servir de exorcismo», se resigna Martín.

TERESA SOLANA

La atípica familia de Norma Forester

Quien también dispara contra la crisis, desde su «impacto en las clases populares que sobreviven a base de picaresca», pero sobre todo contra la corrupción de los poderosos, es Teresa Solana, en La casa de les papallones (RBA-La Magrana). Su protagonista, la subinspectora de los Mossos Norma Forester, que ya nació en Negres tempestes, comprende las ideas rebeldes de su hija adolescente y okupa, y afronta dilemas personales sobre la infidelidad y el matrimonio en el seno de una atípica familia reflejo de los tiempos que corren.

SEBASTIÀ JOVANI

A un paso de la monstruosidad

En Emulsió de ferro, Sebastià Jovani se propuso hacer una novela negra sin investigadores. Ahora, en L’Ètica se acerca más a los esquemas del género. Un sargento y un investigador privado, tras el rastro de un descuartizador de adolescentes. «Eso es cierto en la apariencia estructural. Hay un policía, un crimen, un asesino en serie, periodistas... Pero los comportamientos profundos de los personajes se alejan de los arquetipos del género», matiza Jovani. Y los presuntamente buenos, y el malo, de innegable perversidad, acaban confundiéndose. «Todos los personajes –advierte– acaban compartiendo la misma abyección, irracionalidad y falta de ética. Todos intentan superar los preceptos morales que obstaculizan sus acciones». Aviso a los lectores: Jovani también se impone a sí mismo «un nivel de exigencia» en lo literario, y pretende rebasar «el esquematismo y la funcionalidad» de tantas novelas del género negro. Y es explícito con la sang i fetge justo hasta el punto necesario para no caer en la «monstruosidad». Con su nuevo título ha pasado de RBA a la colección Crims.cat de la editorial Alrevés. «Quienes están haciendo una apuesta más integral con las editoriales más pequeñas», sostiene.

QUIM ARANDA

‘Thriller’ político e independencia

De La noia d’Aberdeen, el periodista Quim Aranda dice que es «una novela que le llaman negra». Y la publica La Negra, de RBA. «Es la primera vez que cometo un crimen. Pero encuentro paradójico que para hacer crítica de nuestra sociedad, que es gris, llena de matices, se tenga que utilizar la novela negra». En la suya, precisa, hay tres historias, una «propiamente negra», una de amor y la tercera, un thriller político. «A partir del trasfondo de lo que yo entiendo que es una guerra sucia entre el Estado español y las incipientes cloacas del Estado de fireta que tiene la Generalitat». Está convencido, dice, que hay mucho juego subterráneo. «Y sobre la base de lo que no sabemos y lo que imagino, he intentado armar esta novela».

RAFAEL VALLBONA

Periodistas en la cuerda floja 

Aunque el título de la última novela de Rafael Vallbona, El tant per cent (Crims.cat), evoque inmediatamente más de un caso con nombre y apellidos, el autor considera que no entra «en la subcategoría del thriller político; es una novela negra porque el componente de crítica social es un tema absolutamente asociado a la novela negra». Eso sí, ha intentado huir del esquema canónico, «de un investigador que persigue un crimen, encuentra otras cosas y tiene una historia personal con mujeres y alcohol». Es un periodista, «que sabe que nunca podrá explicar la verdad y al que lo que más le preocupa es no estar en la lista del próximo ERE», el que debe intentar navegar entre un editor poderoso, una trama de tráfico de influencias, la muerte de unos chatarreros africanos y el comportamiento mafioso de un cuerpo de policía local.

SALVADOR BALCELLS

El subinspector Espinosa, de crucero

El subinspector Espinosa, un guardia civil valenciano pasado a los Mossos, instalado en Tarragona, malhablado, indisciplinado y con una hija okupa, se va de crucero en Tempesta al Bàltic (Meteora), la cuarta novela de Salvador Balcells. Y allí debe resolver un homicidio sin bajarse del barco. «Mi estilo es más costumbrista que negro», señala este antiguo librero, que empezó esta serie tras su jubilación.