La última incorporación a la colección del Palau Nacional

Regalo de boda

Llega al MNAC 'El santó Darcagüey', la obra de Josep Tapiró comprada con el dinero ingresado por el enlace de la sobrina del magnate Lakshmi Mittal

NATÀLIA FARRÉ / BARCELONA

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El cierre del Museu Nacional d'Art de Catalunya (MNAC) para celebrar la boda de una sobrina del magnate indio del acero Lakshmi Mittal y su consecuente aporte económico para la entidad -205.504 euros descontados los gastos- ya ha dado su primer rédito: la compra, a un coleccionista de Barcelona por 90.000 euros, de El santó Darcagüey, El santó Darcagüeyuna preciosista acuarela sobre papel ejecutada por el pintor orientalista Josep Tapiró (Reus, 1836 - Tánger, 1913) que llegó al Palau Nacional por  Navidad y que el jueves entró en el taller de restauración para su estudio y evaluación, paso previo a su exposición.

Se trata de uno de los retratos etnográficos que el artista catalán realizó durante su periodo en Tánger, visiones de personajes marroquís mucho más veraces que las ofrecidas por sus contemporáneos -más estereotipadas y quiméricas. Y se trata también de la primera pieza adquirida por el museo -La pregària de Fortuny, conseguida por micromecenazgo, al margen- tras la compra, en el 2012, del dibujo preparatorio de La catedral dels pobres, de Joaquim Mir, por 40.000 euros.

La acuarela será presentada dentro de pocos días para después debutar como obra propia, en abril, en la muestra que el MNAC le dedicará al pintor reusense. Tras la exposición pasará a la colección permanente de arte moderno, cuya nueva presentación se estrenará en verano. Aunque su presencia en salas será intermitente para poder preservarla de la luz, el gran enemigo de las obras sobre papel. Y precisamente aquí, en la alteración del papel, es donde el departamento de restauración del museo ha encontrado el problema más grave de la obra.

Baño de vapor

«Se aprecian numerosas manchas oscuras en el fondo de la composición. Las primeras pruebas han constatado que el papel está ácido y que la obra necesita un tratamiento para parar o neutralizar dicha acidez», explica Carme Ramells, restauradora del centro. Algo muy habitual en un material tan sensible. «Un papel de más de 100 años siempre tiene problemas, ya sea debido a unas condiciones de conservación no idóneas o a su propia composición. Aunque también había acuarelistas en esa época -continúa Ramells- que impregnaban el papel con una sustancia que fijaba el pigmento pero que con los años contribuye a la formación de manchas».

Arreglar el envejecimiento y deterioro implica un lavado con vapor de agua pero primero hay que comprobar que la pieza está en condiciones de sufrir el proceso. Para ello se impone un análisis químico. «Es como un enfermo. Un cirujano no interviene sobre él si no tiene garantía de que todos los análisis están en condiciones y que resistirá la operación», apunta la restauradora. Si el análisis indica que no es posible seguir adelante, habrá que aceptar las manchas y procurar que no vayan a más. «No haremos aquello que la obra no permita», sentencia Ramells.

Antes de tomar la decisión hay más vías de estudio, como la refractografía de infrarrojos que ayuda a ver el dibujo subyacente. En este caso se aprecian perfectamente las líneas tiradas con regla, o la luz ultravioleta que permite a ver si hay retoques o intervenciones posteriores, aquí aún por comprobar. La textura, la trama y las deformaciones del papel se ven a través de la luz rasante y con la transiluminación se aprecia la filigrana, las manchas ocultas y, en El santó Darcagüey, una cinta adhesiva que recorre el perímetro de la pieza por detrás y que deberá ser retirada.

Pieza deseada

Dar con la filigrana es importante porque indica el fabricante del papel y puede ayudar a datar la pieza en una época o zona determinadas y relacionarla con otras obras del artista. En este caso con la  Núvia berber, la otra acuarela de Tapiró que tiene el MNAC. Aparentemente el papel de ambas piezas no es el mismo, como tampoco lo es la forma y situación de la firma de Tapiró. Lo que puede ser significativo de que las dos obras pertenecen a  diferentes épocas o formas de trabajar.

Aunque las dos son acuarelas realizadas en Tánger durante su periodo orientalista, el más preciado de la trayectoria del pintor. Tanto, que el MNAC hace ya años que deseaba la incorporación de El santó Darcagüey en su colección, algo imposible por la falta de recursos y la alta valoración del artista en las pujas. Hasta que llegó la boda india.