LA ÚLTIMA ADQUISICIÓN DE LA COLECCIÓN DE ARTE DE LA FUNDACIÓ LA CAIXA

Sainete ibérico

Joan Baixas, Juan Goytisolo, Frederic Amat y Albert Pla, ayer.

Joan Baixas, Juan Goytisolo, Frederic Amat y Albert Pla, ayer.

NATÀLIA FARRÉ
BARCELONA

Por qué confiar en El PeriódicoPor qué confiar en El Periódico Por qué confiar en El Periódico

Cuenta Juan Goytisolo que en sus noches de insomnio afloran en su memoria las canciones aprendidas durante su educación de posguerra: canciones patrióticas y religiosas, himnos marciales y también melodías obscenas memorizadas en sus incursiones al barrio chino. «De todo lo que me enseñaron o trataron de encajar en la cabeza desde el final de la guerra civil hasta que me fui de España, no recuerdo nada. Solo esas canciones horribles», apunta. Cuenta también que, si aprobó el bachillerato fue gracias al actual presidente de honor de La Caixa, Josep Vilarasau, entonces compañero de clase: «Me  resolvía los problemas de matemáticas». Y cuenta que en su casa de Marraquech tiene dos tortugas que de vez en cuando saca de su letargo a golpe de estufa para observar la desorientación con la que despiertan: «Me di cuenta de que mi vida era muy parecida a las de las tortugas, que me acordaba de las canciones pero no podía situar en que época estaban».

Con todo ello, con la observación y el recuerdo u olvido de esos años, escribió Memorias de tortuga, un texto que él califica de sainete ibérico en el que dos tortugas que se despiertan intentan situarse en el tiempo a partir de las evocaciones musicales de una época. «Es la memoria entre el final de la guerra civil y la muerte del dictador, es como un resumen de la historia a través de canciones, cuñas publicitarias e himnos patrióticos», explica.

Puso el texto en un sobre y se lo entregó a su amigo Frederic Amat. Y aquí empieza el relato del artista plástico. Cuenta Amat que durante las visitas del escritor a Barcelona, desde que en el 2007 colaboraron en la ópera El viaje a Simorgh, ambos suelen citarse en una terraza de la rambla del Raval y que en más de una ocasión Goytisolo le ha entregado un sobre con una obra. Y esto es lo que hizo hace un año con Memorias de tortuga, pieza que Amat leyó de inmediato: «Los sobres cerrados que me entrega me despiertan mucha curiosidad».

La intención de Goytisolo era realizar un montaje teatral. «Vi que no era una obra de teatro -aclara el artista- pero tampoco una película». El resultado es un cortometraje -una «experiencia cinematográfica» como la califica el pintor y escultor- que ayer presentaron en CaixaForum y que ya forma parte de la colección de arte contemporáneo de la Fundació La Caixa. Un cambio de género que Goytisolo celebra: «Permite un margen de creatividad muchísimo mayor. Ha quedado magnífico este sainete ibérico que es la memoria de dos tortugas que se llaman J y G, como mi nombre de pila y mi apellido». 

De carne y hueso

Las tortugas tienen también nombres reales: Albert Pla y Joan Baixas dan vida a los dos animales que llevan encima un caparazón hecho de objetos: «Transportan, aguantan, soportan cada una su propia memoria», explica Amat. Y su humanización es fundamental: «Hay algo tangible de carne y hueso en esos personajes, decliné la posibilidad de hacer una animación», sostiene. Así, Pla y Baixas recrean de forma magistral a los reptiles que perdidos en el tiempo hablan de sus recuerdos y de la historia de España con el trasfondo de la Marcha Real, el  Novio de la muerte, el Carrascal, el Himno de Riego y el Virolai.

Canciones que cuentan con una voz muy particular: la del propio Goytisolo. «Las he cantado yo, quería que fuera mi voz la que apareciera, porque es la memoria. Es la basura de la época atesorada en mi cabeza», afirma. Aunque aclara: «No quiero ser el sucesor de Manolo Escobar o Julio Iglesias».