La primera adaptación escénica del Premio Cervantes del 2008

Marsé teatral

Mar del Hoyo y Oriol Guinart, en primer plano, en una escena.

Mar del Hoyo y Oriol Guinart, en primer plano, en una escena.

JOSÉ CARLOS SORRIBES
BARCELONA

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Tal como lo explicaron estaban condenados a encontrarse Oriol Broggi y La Perla 29, Juan Marsé, Pau Miró, Jaume Sisa y Lluís Pasqual y el Teatre Lliure. Unidos por dos escenarios -el barrio de Gràcia y lo que fue la cooperativa La Lleialtat y hoy es el Lliure-SFlbeste grupo heterogéneo que no lo es tanto estrenará el próximo miércoles Adiós a la infancia, una aventi de Marsé. Es la primera experiencia teatral tejida a partir de las novelas del Premio Cervantes del 2008, cartógrafo del mapa barcelonés de los vencidos en la posguerra. Las novelas de Marse sí han llegado al cine con Vicente Aranda como director más habitual.

Pasqual dio el primer paso al pedirle a Broggi un proyecto. Este se puso en marcha y contactó con un ídolo de su juventud, Jaume Sisa. El recuerdo de Antaviana Nit de Sant Joan le llevaron a la idea de hacer un «musical» de aquel estilo. Por ese camino llegaron hasta Marsé, a la idea de recrear una época y un barrio. El escritor barcelonés era una pista inevitable; en su juventud había asistido a los bailes dominicales con orquesta de La Lleialtat. Marsé dio el visto bueno. «Les dije, como a los peliculeros, que respetaran mi obra hasta cierto punto. Ni situación ni personajes y sí su espíritu. Que le dieran la vuelta como a un calcetín para que pareciera lo mismo», explicó ayer el escritor en la presentación del espectáculo. No solo lo aprobó, ha tenido una parte activa en los ensayos y hace el papel de narrador, con su voz en off, en el inicio del montaje.

CINCO NOVELAS / El siguiente en entrar en acción fue Pau Miró, el dramaturgo que se sumergió en el universo narrativo para levantar lo que Broggi definió ayer como «un remix, no una adaptación, con un recocinado que oliera mucho al mundo de Marsé». El editor Andreu Jaume sugirió ocho novelas en las que bucear, de las que al final han quedado cinco en la dramaturgia (Caligrafía de los sueños, Si te dicen que caí, El embrujo de Shanghái, Un día volveré y Rabos de lagartija) con un breve recuerdo al Pijoaparte, de Últimas tardes con Teresa.

«Nos hemos inventado una aventi nueva con una sala de baile como excusa y algunos personajes, fantasmas y ejes recurrentes de sus novelas», dijo Broggi, quien los detalló en el paso a la adolescencia de un niño (álter ego del propio Marsé y sus tardes de domingo con los amigos), la figura del padre ausente, los vencidos de la guerra y una época de miseria contrastada con la alegría propia de la infancia y adolescencia. El niño es Oriol Guinart, quizá el actor catalán más camaleónico. Igual interpreta un rol femenino que a un adolescente. Le acompañan la debutante Mar del Hoyo, con carrera en el cine y la tele, Xicu Masó, Jordi Figueras, Alícia Pérez y Xavier Ricart en el elenco estrictamente interpretativo.

SISA Y LA ORQUESTA / Sisa, por su parte, lidera un grupo en el que Jordi Oriol toca clarinete y saxo y también actúa. Otro tanto hacen Marc Serra (guitarra) y Carles Pedragosa (acordeón y piano). Todos forman la orquestina Sensación que recibirá al público con temas de la época, antes de que la voz de Marsé abra el telón con la historia del joven Ringo.

De las 15 canciones que salpican las escenas, «siete u ocho son mías, y hay una nueva al final», comentó Sisa. El cantante se siente muy identificado con Marsé, «con los ingredientes de intemporalidad e irrealidad de una aventi», dijo. «Mis canciones son posteriores pero conectan con su mundo. Yo mismo practiqué lo de contar aventis. Nos juntábamos cuatro o cinco en un portal para explicar historias. Los tebeos, el cine y la vida nos ilustraban; también la radio». En su caso, con el barrio de Poble Sec como escenario. Sisa recordó que conoció a Marsé cuando este tradujo al castellano los diálogos de Nit de Sant Joan, «y Gil de Biedma, las canciones».

En ese momento se produjo la anécdota del día. Marsé rememoró el estreno en Madrid de la versión del musical, «al que asistió en primera fila aquel autor castellano tan triste». No daba con su nombre y, rápidamente, Pasqual acertó a la primera como apuntador: «Buero Vallejo».

Tuvo más fresca la memoria cuando se le preguntó sobre la música y la fiesta de los domingos por la tarde en La Lleialtat. «Yo no bailaba mucho, porque no sabía, y no tenía éxito. Me pasaba el tiempo en el balcón, haciéndome el interesante, inútilmente, o fumando un cigarrillo», recordó. «La orquesta tocaba tangos y valses, en los yo fracasaba. Con los lentos sí podía disimular. ¿Tangos? Ni hablar».