EL REGRESO DE UN SUPERVENTAS DE LA LITERATURA HISTÓRICA

Ulises, el héroe moderno

Valerio Manfredi, ayer, ante las ruinas de la ciudad griega de Empúries, desafiando la tramuntana.

Valerio Manfredi, ayer, ante las ruinas de la ciudad griega de Empúries, desafiando la tramuntana. / ICONA / JOAN CASTRO

ANNA ABELLA
BARCELONA

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Viendo el encrespado Mediterráneo que ayer lamía las ruinas de la ciudad griega de Empúries, uno casi podía atreverse a descrifrar la profecía que el adivino Tiresias hizo al héroe homérico Odiseo, el Ulises de la tradición romana -«la muerte te matará dulce, saliendo del mar»-, que recordaba un erudito, y a la vez pedagógico, Valerio Manfredi (Módena, 1943), desafiando la tramuntana con su tupida y nívea cabellera. El autor de la aclamada trilogía Alexandros, arqueólogo y académico especializado en las antiguas Grecia y Roma, presentaba su nueva novela histórica, Odiseo. El juramento Odiseo. El juramento(Grijalbo), que narra, siendo fiel al poema de Homero, las aventuras y la humanidad «del héroe más grande de todos los tiempos», desde su nacimiento hasta la guerra de Troya, pasando por su matrimonio con Penélope, el nacimiento de su hijo Telémaco, la inspiración de su protectora diosa de ojos glaucos, Atenea, y el encuentro con su lobuno abuelo Autólico, que le puso el nombre de Odiseo porque odiaba a todo el mundo. Es la primera parte; el año que viene llegará la segunda, «que cerrará el círculo con el último viaje de Ulises». 

«Odiseo es un héroe moderno. Él no quería la guerra, intentó impedir la guerra de Troya [negociando con el rey de Príamo la devolución de Helena de Esparta, que por amor a su hijo Paris abandonó a su marido, Menelao]. Hasta que fue inevitable y entonces fue su mente [ideando el caballo de madera] la que la resolvió. No fue el brazo ni la espada de Aquiles -razona Manfredi-.

Aquella guerra significó el fin de la edad de bronce, fue el símbolo del fin de una civilización. Cuando después de tantos años de guerra aquellos reyes volvieron a casa todo había cambiado. Ulises encontró su palacio invadido por aristócratas que pretendían a su esposa, otros hallaron a sus reinas con amantes».

¿Merece la pena emprender una guerra devastadora por una mujer? «Helena, la más hermosa del mundo. ¿Qué mejor motivo hay?», responde sonriendo para añadir que Helena, igual que Ulises, es un «personaje trágico» que tenía en su conciencia todas las muertes que causó con su decisión y que en realidad ella solo fue el «pretexto para la guerra, un casus belli para ocultar las razones reales, porque Troya era una ciudad de gran valor estratégico».

A pesar de que solo con su trilogía de Alejandro Magno vendió 4 millones de ejemplares en todo el mundo, Manfredi asegura que no le interesa ser comercial y por eso no carga las tintas con sexo y violencia (aunque la sangre de la batalla troyana se cuele inevitablemente en sus páginas). «Narro momentos de amor siguiendo el estilo de Homero, lo contrario sería como plantar plátanos en el jardín de Julio César. Cuando escribo no pienso en el dinero. Si lo hiciera no haría nada bueno. Mi objetivo es recrear atmósferas para transmitir emociones, que puedas vivir historias que tu destino te ha negado. Recrear el sabor, el color de una época, ya sea la de Franco o la de Cleopatra. La épica es la respuesta a nuestra necesidad de emocionarnos». Porque, sigue, lapidario: «una vida sin emoción no vale la pena ser vivida. Lleva a la depresión y puede acabar en suicidio». 

Manfredi, que ha afrontado en Odiseo el «problema de explicar la fuerza épica contenida en un ciclo poético de 13 poemas con unos 140.000 versos», destaca la «habilidad perdida» de Homero como «poeta oral» que transmitió con su Ilíada y su Odisea el «eco lejano de algo que probablemente ocurrió en realidad», la guerra de Troya. Aunque apunta, al margen de la épica de un héroe que navega por «un mar misterioso poblado de monstruos», no importa «si existió un rey de Ítaca llamado Ulises, lo que importa es que gracias a un gigante de la literatura universal hoy estamos aquí hablando de él».

Gracias a Homero, opina el autor italiano, sabemos que aquella galaxia de estados de la tierra Acadia mantenía el equilibrio sobre todo con «empresas comunes, como la de los argonautas o la guerra de Troya, que significaban la gran aventura que luego revivían como hermanos de sangre».