Toni Casares dirige en la Beckett la comedia política 'George Kaplan'

La frontera entre el poder y la ficción

Sandra Monclús, Francesc Ferrer y Borja Espinosa, en una escena.

Sandra Monclús, Francesc Ferrer y Borja Espinosa, en una escena.

JOSÉ CARLOS SORRIBES
BARCELONA

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Que la ficción es un instrumento más para construir el discurso del poder es una vieja máxima de los sociólogos y teóricos de la cultura de masas a la que conviene regresar de forma frecuente. ¿Cómo condiciona nuestra visión del mundo? ¿Cómo se crean las estructuras del imaginario colectivo? ¿Cuál es el papel de los medios y de la comunicación política? Son preguntas que se plantea, sin la intención de dar respuestas, George Kaplan, la comedia política del dramaturgo francés Frédéric Sonntag (Nancy, 1978) que estrena hoy la Sala Beckett bajo la tutela de su director, Toni Casares.

Casares advierte pronto que nos encontramos ante una obra de «teatro político, pero no de tesis». A partir de una técnica narrativa no lineal ni convencional, Sonntag firma una obra «divertida, emocionante e interesante», dice. George Kaplan presenta tres reuniones que, en principio, nada tienen que ver.

DE ACTIVISTAS A PODEROSOS / En la primera, un grupo de activistas, sin líder como ocurre en el movimiento 15-M, se reúne para iniciar un proyecto sobre la deriva del sistema cultural y mediático. En la segunda, un equipo de guionistas trabaja un relato sobre el hundimiento de los valores occidentales. En la tercera, un grupo de poderosos, al estilo del Club Bildelberg, estudia cómo afrontar una amenaza contra el sistema.

Sara Espígul, Borja Espinosa, Francesc Ferrer, Jordi Figueras y Sandra Monclús se multiplican en los tres actos de una pieza con punto de partida cinematográfico: Con la muerte en los talones, de Hitchcock, y que le sirve a Sonntag para bautizar a su texto. George Kaplan es el anzuelo del filme, la identidad ficticia inventada por la CIA. «Cary Grant acaba encarnándolo contra su voluntad. Me fascinó ese paso de pura ficción a pura realidad. Es como el teatro, donde un personaje cobra vida porque un actor lo interpreta», dice Sonntag, quien juega con el humor para hablar de política. Como en el filme, la figura de Kaplan también sobrevuela (y no a bordo de una avioneta) en las tres reuniones.