BALANCE DE UNA ETAPA CON DECIDIDO APOYO A LA DRAMATURGIA CATALANA

Sergi Belbel baja el telón

El director se va «satisfecho» tras siete temporadas al frente del TNC

Sergi Belbel, ayer en el Teatre Nacional de Catalunya.

Sergi Belbel, ayer en el Teatre Nacional de Catalunya.

JOSÉ C. SORRIBES / I. FERNÁNDEZ
BARCELONA

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Sergi Belbel cierra este fin de semana un ciclo de siete años al frente de la dirección artística del Teatre Nacional de Catalunya y deja su despacho a Xavier Albertí. Es el momento de hablar de legado, del presente del sector y de su futuro. «No puedo hacer una valoración que no sea positiva, aunque este año ha sido tremendo. Con sus luces y sombras, pero el balance es muy positivo. Me voy satisfecho por seis años y triste por el último, con una crisis tan salvaje. He querido potenciar la dramaturgia catalana, sobre todo la contemporánea, y poner los medios para que los autores y directores de aquí crezcan», afirma como balance general.

LUCES «'Barcelona' ha dado sentido a mi trabajo»

«Para mí Barcelona, de Pere Riera, es el reflejo de mi trayectoria. Cuando leí el texto le dije que era la obra que daba sentido al trabajo que había intentado hacer a lo largo de estos siete años. El proyecto T-6 era la posibilidad de que los autores pudieran crecer para luego hacerlo aún más. Hay otras dos obras de las que me siento muy orgulloso: las adaptaciones de dos textos narrativos como Mort de dama y Pedra de tartera».

SOMBRAS «Lo más duro ha sido la muerte de Lizaran»

«El momento más duro de estos siete años fue la muerte de Anna Lizaran; aún no lo he digerido. He tenido el privilegio de que en la última etapa de su vida fuera la protagonista de este teatro. Había una conexión muy real. Luego, más que hablar de errores me ha quedado el sentimiento de impotencia, de no haber podido hacer más cosas desde la recesión del 2008. Para potenciar a la gente de aquí dejé de programar obras internacionales, se eliminaron las giras y bajó la danza y el familiar».

LA SALA GRAN «Se llegó a criticar que programara 'Agost'»

«Cuando estrenamos Agost, un pequeño sector criticó que un teatro público hiciera esta obra. ¿Por qué? Muchos otros teatros públicos de Europa la han programado. Cuando estoy en la Sala Gran me siento en la fila 24 y sé que solo puede hacerse tragedia o comedia. El drama, lo íntimo, no llega al público. Una vez vinieron unos técnicos de Londres y nos dijeron que ni ellos tenían un escenario con 40 metros de anchura. Aquí me critican por querer llenarla pero es que no hay nada más triste que esta sala con 280 espectadores y que sea vea vacía».

EL FUTURO «Me vería dirigiendo un espacio privado»

«Recuperaré la privacidad. Fui free lance de los 24 a los 43 años y volveré a serlo. No tengo vocación de gestor, soy director y autor de teatro, pero acepté porque era un proyecto muy grande. Si volviera a dirigir un teatro me gustaría que fuera privado. Desearía abrir un espacio privado para hacer realmente un proyecto propio. Nunca consideré el TNC como mi teatro, y por ahí se me puede criticar. Es el teatro de todos y has de trabajar con gente que ya se conoce y con contratos de por vida. El lunes empiezo a ensayar El crédit, de Jordi Galceran, con Jordi Bosch y Jordi Boixaderas, que se estrenará en La Villarroel. Va de la crisis, de un hombre que pide un crédito en un banco. Luego dirigiré, en el Lliure, a Emma Vilarasau en Dies feliços, de Beckett. Me llamó y no pude decirle que no. Y haré una serie televisiva, un drama actual, para toda España. Me va a costar escribir en castellano».

LA CRISIS DEL SECTOR «Hay que buscar fórmulas flexibles»

«Pese a la crisis, esta temporada se han hecho grandes cosas: Barcelona, Smiley, Litus... Quizá hay un exceso de oferta. Creo que se han de buscar fórmulas alternativas flexibles. A Lluís Pasqual le ha ido muy bien este año en el Lliure por esa posibilidad en la programación de alargar los montajes que son un éxito y, a la vez, de quitar los que no funcionan. Pero yo no lo podía hacer por el compromiso con los actores; eso se puede hacer si tienes compañía propia».