Un gran artista con proyección internacional

«Me cabrea la parálisis de BCN»

Miquel Barceló analiza la actualidad y habla de sus proyectos al presentar en Céret la exposición 'Terra Ignis'

Vista de la sala que reúne las obras más pequeñas de la muestra, piezas que Barceló ve como autorretratos.

Vista de la sala que reúne las obras más pequeñas de la muestra, piezas que Barceló ve como autorretratos.

NATÀLIA FARRÉ

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Céret atrae a los artistas españoles. Primero fue Picasso. Y ahora es el turno de Miquel Barceló. Pero si el malagueño pasó largas temporadas y creó algunas de sus piezas más singulares del cubismo, la estancia del mallorquín se prevé más corta y su producción más limitada. Barceló llegó el lunes y se va hoy. El tiempo justo para realizar Pared seca, un muro de cerámica de 5 metros de anchura por 3 de altura -«de momento, porque va creciendo y no sé hasta donde va a llegar»--, que da pie a Terra Ignis, la exposición que el Musée d'Art Moderne de Céret le dedica -del 29 de junio al 12 de noviembre- y que reúne su última producción: un centenar de piezas de cerámica, todas inéditas.

Barceló estaba ayer en plena faena, dando forma al muro a partir de 300 capos, pequeños ladrillos trabajados, algunos con formas antropomórficas, pero ello no fue óbice para mostrar esta y sus otras nuevas creaciones a la prensa -la mayoría francesa- y hablar de sus proyectos, y de todo un poco. Estaba relajado. Y contento mientras paseaba entre las piezas. Son obras grandes, jarrones y ánforas de formas heredadas de la antigüedad, algunas fracturadas y otras hinchadas. «Accidentes previstos. Aunque la voluntad no lo destina todo. El  arte siempre se ha construido sobre ruinas», explicaba mientras acariciaba las piezas, invitaba a tocarlas y  aseguraba que para él son como cuadros. «Utilizo la cerámica como si fuera pintura, y la pintura como si fuera cerámica».

El resultado de las creaciones salidas de su nuevo taller de Mallorca le place, le une con sus ancestros y con la tradición. Y se nota. «Me gusta hacer cerámica con fuego, como se hacia antaño. Pensé que era el momento de comprar el taller, antes de que los cierren todos y desaparezca una artesanía tan frágil. En pocos años no quedará nadie y se hará todo en China». Los ancestros están en la arcilla utilizada, la de Felanitx, su casa, «la que siempre se ha usado para hacer ladrillos, y luego aberraciones». Pese a la denuncia, no hay crítica en el uso de ladrillos. Solo tradición.

Como a la tradición mallorquina de construir muros con piedras apela Pared seca. Una obra que Barceló quiere mostrar en otras partes, construida con las mismas piezas pero con diferentes formas, «¿por qué no un zigurat», y emplazamientos. ¿Al aire libre? «O debajo del agua. Sería perfecto». ¿Hay un proyecto serio? «Sí, una colaboración con otro artista de una obra submarina». Y punto. No quiso decir nada más: «Da mala suerte si no está cerrado».

PROYECTO EN CATALUNYA / El mismo argumento que utilizó para evitar hablar del proyecto que planea en Catalunya, tal como adelantó EL PERIÓDICO en noviembre pasado. Haberlo, lo hay. Y «es grande». También está claro que no será un encargo público: «¡Tal como están las cosas es impensable!». Aunque cuando la economía iba bien tampoco lo hizo: «No me lo pidieron. Si me lo pidieran lo haría». Pero hay que puntualizar, Barceló sí tiene una intervención en Barcelona, la cúpula del Mercat de les Flors, si bien data del 1986.

Llegados a este punto la realidad del país se impone, en lo económico: «Es todo muy inquietante. Todo el mundo es muy pesimista y es terrible». Y lo cultural: «La cultura no depende solo del dinero, pero cuando no hay ninguna inversión es muy difícil que se hagan cosas». Tampoco la situación del catalán es para dar saltos de alegría, según Barceló: «Me parece terrible como va desapareciendo. A parte del esfuerzo del Estado central contra el catalán, hay también una especie de desidia nuestra, cada vez hablan peor en la radio y la televisión. Un día hablaran en castellano y nadie se dará cuenta. Es una degradación lenta».

En la agenda de ayer de Barceló no figuraba el tema de la independencia pero sí hablar de su tierra natal: «Mallorca forma parte de Catalunya, siempre ha sido así, desde el siglo XIII. Es una cosa orgánica, no una cosa política». Y de Barcelona, su plaza de adopción en la juventud: «Una ciudad con la que me siento muy ligado, por eso me cabrea cuando la veo así, con esta parálisis. En los 70, con Franco, era cutre y gris, pero era muy activa culturalmente y muy dinámica. Era la gran capital cultural. Se hacían cosas extraordinarias  y ahora no».

La próxima parada del artista, Nueva York, y más obra inédita: una serie de marinas blancas y los retratos negros a amigos con lejía. «Difíciles de crear y de asimilar».

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