Dan Brown: "Mi trabajo es escribir libros entretenidos"

El escritor norteamericano presenta en Madrid su última novela, 'Inferno', en el que un juego de pistas sobre Dante lleva a una conspiración sobre la superpoblación mundial

Dan Brown posa, en Madrid, en la presentación de su último libro, 'Inferno'.

Dan Brown posa, en Madrid, en la presentación de su último libro, 'Inferno'. / AGUSTÍN CATALÁN

ERNEST ALÓS / Madrid

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Dan Brown ha presentado este jueves en Madrid su última novela, 'Inferno', la cuarta protagonizada por el profesor de iconografía Robert Langdon. Un libro que es tanto sobre la '<strong>Divina Comedia</strong>' de Dante como '<strong>El Código Da Vinci</strong>' trataba sobre las pinturas del artista italiano. Lo que cuenta es evidentemente el suspense --"Mi trabajo es escribir libros entretenidos", ha confesado sin complejos Brown-- y el secreto que se esconde tras los símbolos que se descifran durante una especie de juego de pistas a todo trote.

En este caso, tras las claves, lo que está es el problema que para él es el único al que se enfrenta verdaderamente la humanidad --"La superpoblación; el resto son síntomas"-- y que su "malo" quiere solucionar de una forma "drástica". "Si el lector acaba convencido de que es un problema real y de que el malo quizá no es realmente el malo habré logrado mi objetivo", ha añadido. Y hasta aquí podemos llegar sin reventar el desenlace del libro.

Langdon y religión

En 'Inferno', reconoce Dan Brown, se repiten de nuevo los elementos básicos de sus novelas de Robert Langdon. A saber: "Secretos, arquitectura, arte y una mujer atractiva que da el contrapunto a Robert Langdon". "Si esto es una fórmula, espero que siempre funcione. Que sea infinita", ha añadido. Y también la religión,claro.

Dan Brown parece más que satisfecho de cada campaña que ha salido de las filas católicas en contra de sus libros --preguntado sobre si con el nuevo Papa cesarán las críticas contra sus libros ha contestado "espero que no"-- pero, hijo de una madre organista del coro de una parroquia episcopaliana, juega la carta del escepticismo (más antipapismo de raíz anglicana, claro) más que a la del ateísmo. Cree que el infierno (y el cielo) "son metáforas de cosas que existen en la misma tierra" y que "no hay necesidad de creer en la divinidad de Jesús en sentido literal para seguir sus preceptos".

O sea, que no está tentado aún de un cambio de tercio radical como el que ha hecho con resultados cuestionables su colega J. K. Rowling: "Hay 50 editores en todo el mundo que caerán presas del pánico si abandono a mi personaje de Harry Langdon". Y él mismo seguramente, ya que confiesa esto: "Robert Langdon es la persona que me gustaría ser".

Conspiración

En los libros de Dan Brown siempre hay una gran conspiración en marcha, a punto de estallar o que alguien quiere desvelar al cabo de los siglos. Pero eso no quiere decir que el escritor crea que una teoría de la conspiración siempre explique lo que sucede en el mundo --"Soy más bien escéptico al respecto"-- sino que es muy consciente del efecto que tienen sobre sus lectores. "El espíritu humano quiere creer que hay una razón para todo. Creo que las teorías de la conspiración son una necesidad biológica del ser humano", ha opinado.

Y en cuanto a las críticas literarias sobre el estilo lleno de clichés efectistas de sus libros, o las inexactitudes de sus referencias históricas y culturales que siempre defiende como rigurosamente documentadas... La indiferencia habitual (de las críticas dice leer solo los títulos; "todos escribimos en función de nuestros gustos y esperamos que los otros también lo hagan") y cero exhibición de aspiraciones literarias, o de elogios del places de la escritura: "Escribir nunca ha sido para mí un placer. Empiezo a las 4 de la mañana, de cada cuatro páginas que escribo el editor deja una, que es la que ustedes leen"... Sus rutinas son más bien espartanas: flexiones cada hora, al ritmo de un reloj de arena, y colgarse cabeza abajo (sí, cada día) para "oxigenar el cerebro".