CRÓNICA

Infalible brebaje en el Liceu

Villazón, Kurzak y Maestri seducen con 'L'elisir d'amore'

Ambrogio Maestri (izquierda) y Rolando Villazón, en 'L'elisir d'amore'.

Ambrogio Maestri (izquierda) y Rolando Villazón, en 'L'elisir d'amore'.

CÉSAR LÓPEZ ROSELL
BARCELONA

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¡Bendita pócima mágica! El Liceu volvió a rendirse al montaje deL'elisir d'amorede Donizetti a cargo de Mario Gas, estrenado en la temporada 1997-1998 y repetido en el 2005, en el debut de Rolando Villazón en la sala. El pasado noviembre un reparto de debutantes dejaba el listón muy alto, pero el de anoche, con el primercasten escena, ofreció sobrados alicientes como para que muchos repitieran en esta segunda tanda

La presencia del popular tenor mexicano y la primera actuación en el Gran Teatre de la pujante soprano polaca Aleksandra Kurzak eran motivos más que suficientes para dar vuelo a esta cita, pero por si faltaran ingredientes ahí estaba Ambrogio Maestri, triunfador en el teatro conAidayFalstaff, encarnando al estafador Dulcamara. Cristina Obregón (Gianetta) y Joan Martín-Royo, dando vida al chulesco sargento Belcore, completaron un elenco de campanillas perfectamente encajado en la bien planteada puesta en escena de Gas, que ambienta el libreto en la cotidianeidad del barrio de un pueblo italiano de los años 40 inspirándose en el neorrealismo cinematográfico.

El Liceu disfrutó con estaopera buffacon toque romántico que narra las desventuras de un campesino, enamorado de la rica Adina. La aparición del charlatán de feria Dulcamara, vendiendo su brebaje infalible, y la de Belcore dan un giro a los acontecimientos. Villazón volvió a seducir como intérprete, dando carácter y magia a un Nemorino con rasgos de Mr. Bean. Cada gesto, cada mueca, cada movimiento reflejaron el ideal del personaje. Vocalmente lo defendió con oficio y fue de menos a más hasta conseguir que el público lo aclamara durante varios minutos tras su interpretación deUna furtiva lágrima. Estupenda Kurzak, confirmando las expectativas. Su Adina reflejó a un personaje caprichoso y dominante. Convenció por su buen timbre, la fuerza de sus agudos y el dominio en las agilidades.

Capítulo aparte merece Maestri. El barítono, con poderoso volumen físico y canoro, estuvo imponente. Dueño de una gran vis cómica impuso su rol en el escenario. Su personaje resultó tan creíble que hubiera sido capaz de vender botellitas del falso elixir amoroso hasta al más incrédulo de los espectadores. Daniele Callegari, al frente de la orquesta, supo moderar el ritmo de la función y el bien dirigido coro completó una gran noche, que culminó con reiteradas ovaciones a todos los participantes.