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Charlestón electrónico El gran Gatsby

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Baz Luhrmann

Trabajar sobre un texto como el deEl gran Gatsby,la mejor novela norteamericana de todos los tiempos hasta que no se demuestre lo contrario, tiene sus beneficios y sus peligros. El texto es tan espléndido que hasta un mentecato tras la cámara puede sacar algo bueno al filmarlo. Y los actores, por discretos que sean, que no es el caso --aunque Toby Maguire, en el papel de Nick, el amigo y confidente de todos, el personaje más lúcido de la historia, aunque también el más vapuleado, se come literalmente a Leonardo DiCaprio como Jay Gatsby--, tampoco van a destrozar la historia.

Pero estamos en los dominios de Baz Luhrmann, que ha hecho con el texto de Scott Fitzgerald algo similar a lo que hizo con el Moulin Rouge y sus gentes en el filme homónimo. La novela es el punto de partida, respetada en situaciones y hasta en parte de sus diálogos --aunque ha desaparecido la preciosa frase final en que se equipara a los protagonistas con botes contra la corriente, que es la síntesis perfecta del relato--,

pero Luhrmann es Luhrmann, así que debe quedar constancia de su sello, de su búsqueda de la personalidad a través del anacronismo, el virtuosismo y la exageración.

El director de Australiapasa por el filtro de la música electrónica y de baile el charlestón, y así se define en esencia su versión de la novela: respeto (al texto) e infidelidad (al estilo). Una apuesta que no es arriesgada (porque existen previamenteMoulin Rouge y Romeo + Julieta) ni tampoco promueve sacudidas especiales, aunque el final de la película es realmente muy bello. QUIM CASAS