EL LIBRO DE LA SEMANA

Alice Munro: sin perdón

Sensibles y crudos relatos sobre el destino, el amor y el sufrimiento

Alice Munro, en el año 2002.

Alice Munro, en el año 2002.

SERGI SÁNCHEZ

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«Solemos decir que hay cosas que no se pueden perdonar, o que nunca podremos perdonarnos. Y sin embargo lo hacemos, a todas horas». Así cierra la escritora canadiense Alice Munro (1931) el último de sus cuatro relatos autobiográficos,Vida querida, que a su vez cierra este precioso volumen que, sin esfuerzo, podría haberse tituladoSin perdón. ¿Qué es lo que hacemos? ¿Perdonarnos o cometer pecados, cosas imperdonables? Munro no fue al funeral de su madre, con la que mantenía una relación compleja, contradictoria. Y del mismo modo imperdonable, enLlegar a Japónla protagonista se acuesta con un hombre al que acaba de conocer dejando sola a su hija en el compartimento del tren que las conduce a Toronto; enAmundsenuna maestra sigue enamorada del médico que la sedujo y la abandonó cuando estaban a punto de casarse; enOrgulloun contable con labio leporino prefiere vender su casa a admitir que está enamorado y no puede superar sus complejos; y enTrenun padre decide suicidarse cuando descubre que se siente atraído por su hija.

Si no fuera porque sus cuentos son crudos y huyen del sentimentalismo como de la peste, cualquiera diría que Munro es una moralista. Que cree que quien la hace, la paga. Pero no, no se trata de eso: se trata de hablar de la imposibilidad de romper con nuestro destino a pesar de que nos peleemos con él. Se trata, en fin, de aceptar que el amor nos hunde y nos reflota a un tiempo; de asumir que sufriremos y haremos daño por igual, y que en eso se reafirma la naturaleza humana.

Cuando Munro nos introduce su cuartetoFinaleescribiendo, como nota aclaratoria, que «es lo primero y lo último de cuanto tengo que decir sobre mi propia vida», miente como una bellaca. En las mujeres insatisfechas con su matrimonio, obligadas por los esquemas del sistema patriarcal a convertirse en amas de casa perfectas e infelices, pero también en sus personajes masculinos, prisioneros de su rigidez emocional, encontramos reminiscencias de su biografía como madre y esposa, primero abnegada, luego liberada. A sus 81 años, parece que su querencia por el pasado, por revolver en la memoria como en un montón de ropa usada en el que los calcetines siempre andan desemparejados, sigue vigente. Es en la tersura de su prosa y en el amor por el detalle donde percibimos los ecos de la literatura memorialística, aunque el lector, no se asusten, nunca tiene la impresión de leer el mismo cuento o de estar con los mismos personajes. Es una misma vida que parece clonarse en cientos de némesis.

EL MISTERIO / Siempre hay un momento violento, arisco, brusco, que nos informa de que la narradora sensible que hay en Munro percibe el mundo fijándose en sus notas asonantes o en sus gestos de desafección. Es entonces cuando la vida aparece en todos sus matices, ridiculizando a los hombres que se creían en control de la situación (Santuario) o decepcionando a las mujeres que quizás esperaban más de ella, o de sus hijas (la propia madre de Munro). Todo ello servido con una cadencia entre lenta e impaciente, la justa para que el lector disfrute con una comparación o un adjetivo inesperado, y también para que vea colmadas sus expectativas cuando el misterio, en la última página, abre la puerta del relato a un futuro más misterioso aún.

3MI VIDA QUERIDA

ESTIMADA VIDA SFlbAlice Munro

Lumen / Club Editor. Trad. Eugenia Vázquez / Dolors Udina. 333 / 352 p. 22,90 €