Pere Arquillué: «Cyrano se ha convertido en una experiencia vital»

El actor Pere Arquillué, en el jardín de su casa de Matadepera.

El actor Pere Arquillué, en el jardín de su casa de Matadepera.

MARTA CERVERA / Barcelona

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A Pere Arquillué (Terrassa, 1967) le va a costar desprenderse de Cyrano de Bergerac, un personaje enorme en todos los sentidos, que le ha dado, entre otras satisfacciones, el Premi Butaca. El aplaudido montaje dirigido por Oriol Broggi acaba de volver al punto de partida, al sobrio escenario gótico de la Biblioteca de Catalunya, donde el actor recitó por primera vez los versos de Edmond Rostand hace casi un año.

-¿En qué se diferencia su primera función de Cyrano de las que interpreta ahora?

-Ahora disfruto más el personaje. Al principio, fue un enorme reto porque desde 1985 no se representaba en Barcelona y por la huella que dejó la gran interpretación de Josep Maria Flotats. Pero, superado el estreno del montaje, con la versión de Xavier Bru de Sala revisada, y viendo la buena acogida que ha tenido tanto en Barcelona como en Madrid en castellano, el personaje se ha convertido en una experiencia vital. Cyrano me ha marcado. Para mí hay un antes y un después de este personaje.

-¿Por qué?

-Por su complejidad y por los rincones por los que me hace pasar. Ocupa mucho. Durante todo este año, Cyrano y yo hemos crecido. Acabo exhausto y cansado después de cada función, pero disfruto más. Cyrano es una auténtica fiesta teatral a la que han venido familias enteras. Desde los abuelos a los nietos y cada uno se fijaba en un aspecto diferente. Además, convivir con un mismo papel durante un año en el teatro, un auténtico lujo, te permite establecer otra relación con él. Empecé enamorado de Cyrano y he acabado amándolo de verdad.

-¿Con qué otros personajes le ha ocurrido? ¿Con Otelo, Ricardo III...?

-No sabría decir. He hecho muchos  personajes magníficos pero esta sensación no es fácil de lograr. Es difícil hallar montajes con tanta continuidad. Un año es mucho, lo normal es interpretar una obra uno o dos meses. En estos momentos, me apetece retomar algún personaje que hice en otra época porque con los años adquieres una madurez que te aporta una visión diferente de cuando eres joven.

-Las reposiciones vuelven en tiempos de crisis.

-Pero no me refiero a una reposición, sino a coger un personaje y hacerlo de nuevo. Por lo pronto mi plan para desengancharme de Cyrano es retomar Primer amor, de Beckett, ese monólogo tan premiado que tanto me ha reportado. Espero que ese freaky sin nombre tan bestial y brutal me cure la herida de Cyrano. Tengo 45 años y siento que es un momento de inflexión. He tenido suerte de poder encarnar personajes magníficos en mi carrera. Como dice Dante en La divina comedia, me hallo «en mitad del camino de la vida», pero yo todavía me siento con ganas de seguir aprendiendo, todavía hay ingenuidad en mí.

-¿Qué otros proyectos le esperan?

-Haré televisión hasta final de temporada [interpreta a Claudi en La Riera]. Tengo algo de cine en el horizonte, pero cuesta mucho levantar proyectos con la situación actual. Ya veremos qué nos deparará el futuro y más en un país como el nuestro donde la situación de la cultura, más allá de la crisis económica, es fruto de una cuestión ideológica.

-Su mujer ha dicho de usted que tiene mucho de Cyrano...

-Supongo que será un cumplido, porque es un personaje muy complejo. Es un crápula, un cara dura, un hombre que se enfrenta con el poder, virtuoso con el verso y con la espada. Tiene dos caras y ambas son muy completas. A la hora de interpretarlo es indispensable aportar cosas tuyas, no tiene ningún sentido buscar máscaras o referentes extraños. Lo que más necesita es tu sentido del humor y tu propia mirada en las escenas más dramáticas. Has de poner toda tu alma en él y en esto no puedes engañar, por eso he optado por crear un personaje franco, transparente, terrenal y directo. El verso ya le hace volar suficiente, yo procuro hacer un Cyrano más terrenal.

-De vivir hoy, Cyrano ¿se habría operado la nariz?

-Quizá. Pero no olvidemos que su enorme nariz es una metáfora. Todos tenemos algún defecto que viene de fábrica o no, y que nos impide ser felices. Como Cyrano, todos nos  enfrentarnos a nuestros defectos y tratamos de superarlos.

-No estará en el próximo proyecto de Broggi, 28 1/2, inspirado en el mundo de Federico Fellini. ¿Planea volver a trabajar a sus órdenes?

-Desde luego. Juntos hemos realizado un viaje fascinante y tenemos ganas de hacer más cosas en el futuro. Nunca había trabajado antes con él pero me ha encantado, y también el espacio de la Biblioteca de Catalunya, tan personal y austero, como lo es la productora La Perla 29 de Broggi. En épocas como esta proyectos así tienen todo el sentido.