VISITA DE UN MÚSICO DE CULTO

El Santo Grial del folk

El músico escocés Robin Williamson, en una imagen promocional.

El músico escocés Robin Williamson, en una imagen promocional.

JORDI BIANCIOTTO
BARCELONA

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Aunque, para casi todo el mundo, Robin Williamson sea, sobre todo, un carismático exmiembro de la Incredible String Band, influyente formación de folk explorador, el músico escocés (o «medio escocés, medio irlandés», precisa) habla como si fuera un jovenzuelo y su carrera hubiera empezado ayer. «Tengo 69 años y no puedo seguir tocando la música de cuando tenía 20. Me sigue gustando, pero ya no puedo tocarla. Mis recitales se basan en mis dos últimos discos, material nuevo y algunas versiones», explica por vía telefónica desde Lleida, donde actuó el jueves. Hoy le tenemos en Jamboree (20.00 y 22.00 horas), dentro de Barnasants.

La capital del Segrià se ha convertido en la tierra de acogida de este cantautor que, en los 60 y 70, fue uno de los motores de la audaz, psicodélica Incredible String Band, un grupo entre cuyos fans figuran desde Robert Plant (Led Zeppelin) a Animal Collective pasando por Neil Tennant (Pet Shop Boys). A Lleida ha acudido Williamson para grabar sus dos últimos discos, Just like the river and other songs for guitar (2008) y Love will remain (2012); obras austeras basadas en su voz, su guitarra y discretos aditivos percusivos. «Uno de mis instrumentos es el arpa, pero es difícil viajar con ella en los aviones, así que cuando he venido lo he hecho con mi guitarra», revela. Así, los impedimentos aernáuticos, ¿son la única explicación de ese sonido desnudo? «Bueno, en parte. Luego he hecho de la necesidad una virtud, y me ha acabado pareciendo una buena idea grabar discos de esta manera», explica.

Pero, ¿cómo llegó a Lleida? Pues fue cosa de Josep Ramon Jové, fan «y amigo», responsable del sello discográfico Quadrant Records, que se ha convertido en productor de Love will remain, el disco que presenta en Jamboree. Una obra cocinada por un equipo catalán (Xavi Roma a cargo de la grabación) que le ha permitido estrechar lazos con una tierra que visitó por primera vez en 1973. Aquel año, la Incredible String Band actuó en el Palau, en uno de los primeros conciertos organizados por Gay Mercader. «Aún estaba Franco. Recuerdo la Rambla y gente bailando sardanas. En los últimos años he vuelto varias veces. Me impacta Montserrat», cuenta este músico apegado a la tierra, que en Love will remain acompaña su cancionero de un bello libreto con sus pinturas: imágenes de aire ancestral, colorista y místico. «Mis influencias son el arte medieval, celta e indio. Mi estilo es muy poco ortodoxo. Me gusta pintar ángeles y santos, pero eso no quiere decir que sea una persona religiosa. Tan solo me gustan esas imágenes», explica Williamson, que dedica el disco y su complemento pictórico a su «hermosa esposa, Bina». Hablamos de un disco «muy romántico».

La edad de oro

Una obra que contiene, además de material propio, versiones de The Band y Syd Barrett. «Gente que traté en los 60. Con Pink Floyd compartimos mánager, que era el mismo que Nick Drake» (y productor: el entusiasta Joe Boyd). Aquel período, los 60 y principios de los 70, ¿fueron acaso una edad de oro de la música popular? «Probablemente. Los 60 fueron una edad de oro y una época inocente. La sociedad venía de una época dura, la posguerra, y la gente joven tenía dinero y tiempo, y se abrió a una conciencia espiritual».

Williamson vive en Gales tras pasar 20 años en Hollywood. «Los primeros cinco o seis años lo odiava, pero acabó gustándome». Se apuntó a la reunión de la Incredible String Band en 1999, pero desertó cuatro años después. «Es muy difícil volver atrás». No hay que esperar su reconsideración: a la pregunta de si volverá a unirse a sus compañeros, su respuesta es expeditiva: «No, no, no, no... No». Sí, cinco veces.