Estreno: 15 de marzo

Alucinante y alucinógena Spring Breakers Harmony Korine

Un irreconocible James Franco, en una imagen de 'Spring Breakers'.

Un irreconocible James Franco, en una imagen de 'Spring Breakers'.

POR DESIRÉE DE FEZ

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Han pasado la locura de 17 años desde que su guion para Kids (1995), controvertida película de Larry Clark, pusiera su nombre en circulación y le señalara como un cineasta underground con un pie en la modernidad y otro en el malditismo. Desde entonces, el estadounidense Harmony Korine ha levantado una filmografía (en diálogo permanente con sus trabajos en otras disciplinas, como la publicidad, el videoarte y la pintura) que, siendo muy sintéticos, suma las siguientes constantes: 1) La exploración de la infancia y de la adolescencia perdidas, descritas de una forma extrañamente emocionante en Gummo (1997) y Julien-Donkey Boy (1999), dos de sus películas como director. 2) La busca de la belleza -y de la esperanza transitoria- en lo marginal, en lo raro, en las cosas que la mayoría observan desde la superioridad y con desconfianza (véase sus filmes Mister Lonely y Trash Humpers, no estrenados comercialmente en España). 3) La experimentación con la imagen para llegar a la esencia. Korine es puro ensayo y error, se tambalea, pero cuando acierta deslumbra. 4) El diálogo continuado con la cultura pop, a la que lanza anzuelos desde distintos sitios (es el director, por ejemplo, del mítico videoclip de Sunday, de Sonic Youth).

Todas estas cosas están -sublimadas y planteadas desde posiciones alucinantes y alucinógenas- en Spring Breakers, su quinto largo como director y una de las películas más imprevisibles, originales y escurridizas (en el mejor de los sentidos: sorprende y reta todo el tiempo) que ha dado el cine reciente. Más convencional en lo narrativo que las anteriores películas del autor y visualmente apabullante (el look es puro estado de ánimo), entre la estética Youtube y la fantasía arty, Spring Breakers es una combinación fascinante de captura de las pulsiones y las pasiones adolescentes (en abstracto, pues ya la puesta en escena deja bien claro que no hay que leerla como una crónica realista), celebración pop (además de una gran banda sonora, Spring Breakers tiene la estructura y la cadencia de una canción) y relato criminal atípico. Un apunte en relación a esto último: más que por pervertir a las chicas Disney Vanessa Hudgens y Selena Gómez o mostrar la lascivia juvenil, Spring Breakers debería hacer ruido por cómo da la vuelta a los personajes femeninos en el cine criminal: no dependen del chico y tienen la posibilidad de decidir.

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