NOVEDAD EDITORIAL

¿Quién tiene miedo de Sidney Poitier?

Percival Everett ironiza sobre la identidad negra en su última novela

Percival Everett, en las oficinas de su editorial en España, Blackie Books.

Percival Everett, en las oficinas de su editorial en España, Blackie Books.

ERNEST ALÓS
BARCELONA

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Imagínese a un Paul Auster igual de posmoderno y dado a los juegos metaliterarios y ambiguamente autobiográficos pero con mucho, mucho más sentido del humor. Que en lugar de ser un viajado judío de New Jersey sea un afroamericano de Georgia al que le indigna que haya librerías con estantes separados para la black fiction que escribe sarcásticas novelas en las que personajes que reniegan de verse etiquetados por su identidad racial ven como esta les cae encima como una losa. Este es Percival Everett. «Nuestro talento es muy distinto. él es muy honesto sobre muchas cosas, yo tiendo a la ironía», puntualiza.

TED TURNER Y LA CNN / En la última de sus novelas que llega a España, No soy Sidney Poitier (Blackie Books), aparecen un cargante Percival Everett («me burlo de él, es una versión exagerada de mí mismo, pero mis alumnos dicen que me parezco más al Percival Everett del libro de lo que a mí me gustaría», confiesa riendo), un extravagante Ted Turner y un joven negro adoptado por el magnate de la CNN apellidado Poitier y al que su madre bautizó como No soy Sidney.

¿Por qué Sidney Poitier? «Fue

-responde- el primer actor negro que en los años 50 y 60 fue aceptable para la audiencia blanca. Aunque era alto y de piel oscura, era la clase de persona de la que la América blanca no tenía que preocuparse. Era un personaje desexualizado, no era abiertamente militante, era simplemente un tipo encantador». ¿Así pues, ese no soy es un rechazo a ese modelo por parte de un Everett que se negó a hablar en la Cámara de Carolina del Sur porque aún ondeaba allí la bandera confederada? «Significa muchas cosas. Incluso el hecho de que Sidney Poitier no era Sidney Poitier, el icono», responde.

El nombre del apuesto No soy Sidney no solo ocasiona, además, embarazosas situaciones cuando le preguntan su nombre. «También se manifiesta mi interés por la lógica, sobre la naturaleza de la negación», comenta Everett, licenciado, por cierto, en Filosofía.

Podría parecer, escuchándolo, que en su libro, Percival Everett vaya a hacer que el lector sucumba embrollado a un juego formal de palabras, identidades y significados. Nada más lejos de esto. Las peripecias del joven Sidney cuando sale de su burbuja de pijo superprotegido y se lanza a las hostiles carreteras del sur profundo son hilarantes: y uno de los recursos que Everett utiliza a fondo son las escenas que parodian

-«tenía que cambiarlas significativamente para que encajasen y hacer de ellas mi propia historia»- las películas que protagonizó el actor.

Están Los lirios del valle SEnD«era una película muy dulce, con unas monjitas muy dulces, y aquí resulta que son unas predicadoras diabólicas»-,

En el calor de la noche, con investigación a medias con un xenófobo sheriff rural, aunque en este caso el presunto asesinado es No soy Sidney, Fugitivos, con la fuga de dos reclusos, blanco y negro, unidos por unas esposas, y por supuesto, Adivina quién viene esta noche. Solo que en ese caso los padres de ella, negros muy desteñidos, ricos y republicanos, tuercen el gesto ante una hija que les trae a casa un negro demasiado negro.

Es una de «las muchas capas», dice, de su novela. «Las novelas son muchas cosas, y no tengo un mensaje que transmita con ellas. Y , si alguna vez lo hago, le pido personalmente que me pegue un tiro. Solo quiero -concluye- crear un mundo en el que los lectores puedan entrar y que ellos puedan recrear con su imaginación».