UNA ARTISTA CLAVE A CABALLO DE LOS SIGLOS XX Y XXI
Compositora trascendental
Sofia Gubaidulina, de 82 años, asiste hoy al homenaje que le rinde bcn216 en el Auditori

Concentración 8Sofia Gubaidulina, ayer, durante el ensayo. /
Intensa, misteriosa, bella a la vez que angustiante. Así suena la música de Sofia Gubaidulina, una de las compositoras más importantes de este siglo y el pasado. En plena forma a sus 82 años, la autora rusa siguió ayer el ensayo del conjunto de cámara bcn216 que hoy le dedica un concierto en el Auditori que incluye su famosa Seven words (1982). «La orquesta me ha dado una impresión muy buena, tendrá futuro», vaticinó ayer Sofia Gubaidulina que, pese a residir en Hamburgo (Alemania), solo habla ruso. Un ayudante de su agente la acompaña en su primera visita a Barcelona y traduce las palabras de esta mujer de aspecto enérgico, ojos vivos y rasgos tártaros.
«Cada intérprete tiene su propio punto de vista pero se nota que son unos perfeccionistas», destaca en alusión a la veintena de músicos de la bcn216, grupo adscrito al Auditori con importantes proyectos, la mayoría fuera del país debido a los recortes en cultura.
Noticias relacionadasEl acordeón tendrá un gran protagonismo en el concierto monográfico. Es el instrumento solista en Seven words junto al violonchelo, como en In croce (1979), y con protagonismo absoluto en Kadenza (2011). Impromptu (1996), para flauta y violín solista y cuerdas, completa el programa. «Me gustan todos los instrumentos pero el acordeón o bayán especialmente. Está muy unido a la historia de Rusia», recuerda. «Los instrumentos son como las personas: cada uno es un mundo. Pero así como el violín y el chelo ya tienen su personalidad formada, el acordeón tenía aún mucho que decir. Su ciclo como instrumento se ha completado en el siglo XX», indica la compositora cuya preferencia por las obras religiosas no es resultado de una forma de oposición al régimen soviético, aclara. «El arte siempre tiene un sentido religioso, es la búsqueda de la posibilidad de unirse a Dios. Llámele religiosidad o espiritualidad pero sin esto el arte no puede existir», afirma. «Mi música no puede ser de otra forma, es fruto de una necesidad espiritual».
El violonchelista Mistlav Rostropóvich, el acordeonista Friedrich Lips y el violinista Yuri Bashmet figuran entre los artistas que han estrenado sus obras. «El apoyo de importantes músicos ha sido fundamental. Componer una obra es solo la mitad del trabajo. El resto es de los intérpretes. Las obras solo existen cuando se tocan y llegan a la gente». Las suyas han calado. Iñaki Alberdi, acordeonista para el que creó Kadenza y que dirigirá el concierto, explica porqué: «Su música utiliza un lenguaje muy propio que, sin ser demasiado transgresor ni conceptual, llega de forma muy directa». Tras Barcelona el grupo actuará en el Auditorio Nacional de Madrid.
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