UNA TENDENCIA QUE SIGUE DANDO FRUTOS

La respuesta local a Grey

Miquel Esteve traslada a Barcelona la moda de la novela erótica con 'El juego de Sade'

Lector del divino marqués 8 El escritor tarraconense, ayer en Barcelona.

Lector del divino marqués 8 El escritor tarraconense, ayer en Barcelona.

ELENA HEVIA
BARCELONA

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Ya desde la portada, 'El juego de Sade' (Ediciones B) lanza directas llamadas de atención a los aficionados a la novela erótica. Ellos, y ellas, saben que el cinturón que aparece en esa imagen no es inocuo. En manos expertas puede convertirse en un instrumento de retorcido placer.

El fet diferencial de esta propuesta escrita originalmente en catalán por Miquel Esteve (Móra la Nova, 1969) es que todo ocurre en una Barcelona totalmente identificable y que lejos de la sumisión con ribetes románticos de E. L. James -«una ñoñería», para Esteve- esta se apunta al sexo hardcore y, como su título indica, se remonta a las fuentes del asunto. Exactamente a Donatien Alphonse François de Sade, el divino marqués, que allá por el siglo XVIII llevó hasta el límite la retórica libertina y su singular moralidad. «Sade propuso un doble camino -explica Esteve-a través de dos novelas, Justine o los infortunios de la virtud o Juliette o las prosperidades del vicio. Él era partidario de la segunda vía, del hedonismo».

Y qué mejor que esa filosofía sádica del sálvese quien pueda para retratar los actuales tiempos de corrupción política y penuria económica que también quiere reflejar El juego de Sade. Es a través de la crisis existencial del protagonista, Jericó, un empresario al borde la quiebra y con un matrimonio haciendo aguas, que un día descubre un local situado en la calle Nou de la Rambla donde se rinde culto al marqués de Sade, con una imaginería no muy distinta a la que Tom Cruise encontró en Eyes wide shut.

«La novela puede leerse como fast-food y está bien que sea así -explica Esteve- pero también contiene una crítica a esa época de banalidad y oropel que estamos dejando atrás y hay en ella un sustrato filosófico del que carece la trilogía de Grey, que he leído con atención».

Que ningún lector busque el Donatien, el antro donde Jericó se deja seducir por las delicias de los azotes y las disciplinas. Es una invención completa. La ciudad, sin embargo, es real. «Es una novela muy barcelonesa. El protagonista es un burgués de la zona alta, un perfil que conozco bien porque durante años fui consultor financiero hasta que no pude más y lo abandoné todo para trasladarme al campo y dedicarme a la escritura». Pero, quizá para que no se diga que el vicio se radica únicamente en Barcelona, Esteve tiene ya planeado que en la continuación de esta historia algunos de sus episodios transcurran en Madrid.

Pecados capitales

El juego que plantea el título es también una creación de Esteve, surgida de la lectura de las principales novelas de Sade (una recomendación, 'La filosofía del tocador' es su favorita) que a buen seguro el marqués daría por buena. Se trata de un juego con el que, presumiblemente, Sade intentó perpetuar su espíritu libertino a través de los tiempos. «Para jugar a se necesita un marqués y siete participantes que encarnen y practiquen, respectivamente, los siete pecados capitales. Todos ellos representan tres de las escenografías que Sade realizó en vida».

Es consciente Esteve de que esta no es una novela apta para paladares delicados. «Hay gente que puede escandalizarse frente a un acto sexual muy explícito y quedarse fría con 20.000 políticos corruptos. Pero en fin, reconozco que en esta novela hay pocos tabús».

¿Qué sabía Esteve del sadomasoquismo en propia piel más allá de sus lecturas? El autor ríe con creíble inocencia. «Me lo he pasado en grande imaginándolas pero a mí esas prácticas no me dicen nada, de verdad». Por si acaso, no le ha dejado leer la novela a su madre.