UNA GRAN EXPOSICIÓN EN BERLÍN CELEBRA EL ANIVERSARIO ARQUEOLÓGICO

Nefertiti, un siglo de luz

Hoy se cumplen 100 años del descubrimiento del famoso busto de la reina egipcia en un taller de las ruinas de Amarna

Borchardt, con el busto de Nefertiti, tras hallarla en un taller de Amarna.

Borchardt, con el busto de Nefertiti, tras hallarla en un taller de Amarna.

ANNA ABELLA
BARCELONA

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Hoy hace un siglo, tras permanecer oculta a los ojos del mundo durante 3.300 años, la enigmática mirada -a pesar de que le falte el iris del ojo izquierdo- y la belleza policromada de la reina Nefertiti volvieron a ver la luz del dios sol, Atón, al que había adorado en vida. Fue el 6 de diciembre de 1912 cuando el egiptólogo alemán Ludwig Borchardt la descubrió, inmortalizada en un ya icónico busto, en el suelo del taller de un escultor llamado Tutmosis, en las ruinas de Amarna.

Desde el 2009, el busto (47 centímetros y 20 kilos) es la estrella del Neues Museum de Berlín, que celebra el aniversario inaugurando hoy, hasta el 13 de abril, la exposiciónA la luz de Amarna. Cien años del hallazgo de Nefertiti,con unas 600 piezas, algunas nunca mostradas, sobre la era en la que la Mona Lisa de Amarna reinó junto a su esposo, Akhenatón, el faraón hereje. Juntos comandaron en el siglo XIV a.C. la mayor revolución política y religiosa del Antiguo Egipto instaurando el culto a un único dios, el disco solar, y desafiando el poder del clero de Amón.«Los 17 años del periodo amarniense fueron una época muy intensa y convulsa en cuanto a religión, cultura, arte y pensamiento porque ellos dos rompieron con la tradición de Amón», explica Maite Mascort, egiptóloga y vicepresidenta de la Societat Catalana d'Egiptologia.

Nefertiti, cuyo nombre significa «la bella ha llegado» (de ahí teorías que creen que no era egipcia sino una princesa de Mitani), no se limitó a ser reina consorte.«Sabemos que mandaba mucho, era una gran reina que se hacía representar en actitudes reservadas hasta entonces solo a los faraones, como masacrando a los enemigos de Egipto, oficiando ritos y al mismo nivel que su esposo»,añade Mascort. Por ello algunos opinan que, tras desaparecer Akhenatón, siguió en el poder como el faraón Smenkhare.

Se desconoce cómo murió Nefertiti y qué fue de su cuerpo, aunque algún egiptólogo apunta a una de las momias de la tumba KV35 del Valle de los Reyes. Pero en Amarna, adonde Akhenatón trasladó la capital dejando Tebas, quedó el arte amarniense, con insólitas y novedosas escenas íntimas y familiares de la reina con su esposo y jugando con sus seis hijas. Pero también muestras de su belleza, como en Karnak donde unas manos que surgen de los rayos de Atón acarician los pechos desnudos de Nefertiti, cuyo deber como máxima sacerdotisa, según el egiptólogo Cyril Aldred, era«mantener al dios en estado de perpetua excitación».

RECLAMACIÓN EGIPCIA / Y allí en Amarna halló Borchardt su busto, en una excavación financiada por el coleccionista James Simon, quien lo tuvo en su casa antes de donarlo al museo berlinés junto a 5.000 piezas amarnienses más.«Hay quien dice que es falso, porque que es muy idealizado, porque está hecho de dos materiales -la corona es de yeso y el resto de piedra calcárea- o que se ha reutilizado y que bajo la cara había un rostro más envejecido, pero nada de ello es extraño en la época»,opina Mascort.

Antes de que el descubrimiento de Tutankamón vetara la salida de tesoros de Egipto, Borchardt hizo el reparto de sus hallazgos perjudicando claramente al Gobierno egipcio, que viene reclamando desde 1924 a Alemania la devolución del busto, hallando siempre negativas, entre ellas las del mismísimo Hitler, que hasta puso el sello del Tercer Reich en la base. En el 2007, el todopoderoso Zahi Hawass, director del Consejo Supremo de Antigüedades de Egipto, inició una fallida cruzada. Ahora,destronadotras la caída de Mubarak, ocupa su lugar un nuevo ministro, Mohamed Ibrahim, que ha sido invitado a la inauguración del Neues de hoy. Alemania, por si acaso, ya ha avisado, por boca del presidente de la Fundación Patrimonio Cultural Prusiano, Hermann Parzinger, que el busto«permanecerá en Berlín».

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